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La incertidumbre electoral sobrevuela Cataluña

Aragonès quiere acabar la legislatura, que acaba en febrero de 2025, pero la falta de estabilidad mantiene el riesgo de un adelanto de los comicios

Camilo S. Baquero
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante una inauguración el pasado viernes, en Sant Cugat del Vallès (Barcelona).
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante una inauguración el pasado viernes, en Sant Cugat del Vallès (Barcelona).David Zorrakino (Europa Press)

Cataluña se encuentra en medio del ciclo electoral y los equilibrios que tendrán que hacer PSOE, Junts y Esquerra en el Congreso marcarán, seguramente, el desenlace de los comicios que se aproximan. La legislatura del Parlament termina en febrero de 2025 y, aunque la voluntad del Govern monocolor que lidera el republicano Pere Aragonès es agotarla, la falta de estabilidad mantiene el riesgo de una convocatoria anticipada. El hecho de que el president solo tenga asegurados 33 votos, lejos de los 68 de la mayoría absoluta, le obliga a tener que sumar con los socialistas (33) o con sus exsocios en el Govern (32) y negociar también con los comunes o la CUP.

La encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió, el CIS catalán, que se conoció el viernes plasma el envenenado panorama. El independentismo pierde la mayoría que ha mantenidos en la última década y, en el mejor de los casos, Junts, ERC y CUP se quedan dos escaños por debajo. Eso le abre al PSC la posibilidad de que su triunfo derive efectivamente en mandar en el Palau de la Generalitat. E, incluso, con capacidad de poder elegir para una mayoría absoluta entre un Junts aparentemente desplomándose o los republicanos, aguantando el tipo. O, en el peor de los escenarios, formando un tripartito con los comunes y republicanos.

Pero la negociación de la investidura permitió al PSOE y al Gobierno probar de primera mano la complicada relación entre los independentistas y sabe ahora que debe ir con pies de plomo. La tentación de forzar un adelanto, para aprovecharse del momento dulce de Salvador Illa, la frena la respuesta que pueda dar ERC en el Congreso. En las filas de Junts insisten en que su voto siempre sale infrarrepresentado en el CEO y su apuesta es desgastar a los republicanos a fondo, algo que implicará también marcar la relación PSOE-ERC. Sánchez sabe que tendrá que lidiar con los celos de ambos partidos y que cualquier sensación de favoritismo puede ser letal.

Un reto inmediato será el Presupuesto de la Generalitat. Al PSC, que viene de tres victorias electorales consecutivas, no parece pasarle factura electoral su apuesta por apoyarlos, algo que sí parece afectar el resultado republicano. La encuesta del CIS catalán se realizó antes del 7 de noviembre, por lo que el resultado posiblemente esté más influido por el triunfo del 26-J que por el traumático parto de la investidura, y no es posible leer allí el posible impacto. Más allá de eso, el sondeo deja en evidencia que la caída en el voto independentista sigue sin tener un revulsivo e, incluso, llega hasta a la CUP, que sigue en el discurso más confrontacional.

La tentación por subirle el tono a la reivindicación independentista por parte de Junts y ERC estará mediada por el resultado de las sendas mesas de negociación que han pactado. Y eso pone sordina a discursos anteriores más encendidos, una bandera útil en el momento de máximo choque. Así, muy probablemente sean las urnas para la Eurocámara las que realmente sean el indicador de cómo se ha digerido el pacto de investidura o, incluso, sea el escenario en donde una opción independentista crítica con los pactos en Madrid, anclada en la unilateralidad, debute oficialmente.

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Las pasadas europeas, con el duelo entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, marcaron el récord de participación en esas citas, con cifras bastante difíciles de superar (50,7%). La elección de los candidatos del independentismo —si, por ejemplo, el expresident opta por presentarse— ya fijará el tono de una campaña donde el resultado dará pistas sobre varios puntos y, por ejemplo, obligará a Junts a recalcular su estrategia “del exilio”. Las incógnitas incluyen si el electorado compra el giro copernicano de Junts hacia el diálogo o si premia que Esquerra apostara fuerte por temas como la quita de deuda o el traspaso de Rodalies en la negociación con el PSOE.

Hay debate jurídico sobre si la caída de la inhabilitación de Junqueras derivada de la amnistía sería efectiva aunque el Tribunal Supremo presenta una cuestión de inconstitucionalidad. Es un punto clave, pues de momento él exvicepresidente no se cierra ninguna puerta. Y Puigdemont podría tener la tentación de hacer lo propio. Paradójicamente, Aragonès, que espera competir con las credenciales de buen gestor para las elecciones catalanas de 2025, depende en gran parte de que el PSOE cumpla con sus acuerdos. Algo que chirriaría con la estrategia de un Illa que, desde hace rato, ha dejado claro que su campaña se centrará en hurgar en su inexperiencia administrando.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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