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Euskadi, Navarra y Aragón se alían con Francia para mejorar las políticas sobre vivienda y sostenibilidad

Las tres comunidades españolas y entidades públicas galas comparten información dentro del proyecto Data Pass para buscar medidas más eficaces en las áreas limítrofes de ambos países

Pueblo navarro de Valcarlos, en la frontera entre la Comunidad foral y Francia.
Pueblo navarro de Valcarlos, en la frontera entre la Comunidad foral y Francia.Vicenfoto (Getty Images/iStockphoto)
Amaia Otazu

El acceso a la vivienda es un problema común en prácticamente todo el territorio nacional, tanto en las grandes ciudades como en las zonas rurales. Lo es también en las regiones limítrofes con otros países, como es el caso de Pirineos. El alto precio de la vivienda, la presión turística o la despoblación son fenómenos que no entienden de fronteras. Esa línea divisoria, sin embargo, sí afecta cuando las administraciones públicas quieren compartir datos entre sí para saber qué políticas funcionan mejor. Por ejemplo, para la construcción de vivienda protegida para jóvenes o para diseñar líneas de ayudas a la rehabilitación. Hay varios factores que complican el intercambio: la falta de colaboración interinstitucional y las diversas varas de medir, los diferentes indicadores que emplea cada entidad. De ahí la importancia del proyecto de cooperación transfronterizo Data Pass, en el que participan las administraciones de Navarra, Euskadi, Aragón, el Departamento de Pirineos Atlánticos y la Comunidad de Aglomeración de País Vasco. Acaban de terminar su tercer estudio, centrado en la situación de la vivienda en los territorios transfronterizos —en los anteriores analizaron la demografía y el comercio— y trabajan ya en el cuarto, que versará sobre el paisaje.

Uno de los objetivos es, precisamente, que las administraciones implicadas compartan información, entre otras cosas, sobre las buenas y malas políticas de vivienda que han impulsado en sus respectivos territorios. Eso incluye los resultados, pero también otros datos como la densidad de población o los tipos de inmuebles que existen (unifamiliares, pisos, etc.), que ayudan a conocer mejor la situación. Se busca mejorar la eficacia de las políticas públicas y garantizar que estas regiones se desarrollen de un modo sostenible. Para hacer el estudio más comprensible, se ha creado un story map, un mapa interactivo que permite visualizar los datos y mapas recogidos hasta 2019 de un modo más sencillo.

La herramienta tiene una utilidad muy relevante porque ofrece un contexto, una visión más amplia, sobre la situación de la vivienda en cada una de las regiones. En total, Data Pass estudia una superficie de 58.000 kilómetros cuadrados con una población de 4.680.000 habitantes que se reparte de distinta forma. En Navarra y Aragón, por ejemplo, se distribuye de manera desigual: el área metropolitana de Pamplona y la de Zaragoza aglutinan a la mayor parte de la ciudadanía. Con una particularidad: también hay pueblos densamente poblados en el Eje del Ebro, a uno y otro lado de la muga. Mientras, en las zonas rurales, cada vez hay menos gente. Es una realidad compartida en cierto sentido, pero cada administración opta por implementar una medida distinta, basándose en sus datos y criterios propios.

La finalidad de Data Pass es crear indicadores comunes que les permitan comparar los resultados de sus respectivas políticas para mejorar su eficacia. Desde las administraciones implicadas, coinciden en que el intercambio de datos es uno de los caballos de batalla que tienen desde hace años, tanto a nivel interno —entre departamentos—, como con otras administraciones públicas o entidades privadas. El marco normativo ya se ha desarrollado, pero, de nuevo, surge el problema de las diversas varas de medir que existen.

En el territorio transfronterizo, entre Francia y España, la situación se complica todavía más. A lo largo de toda la línea divisoria, existe un intercambio comercial, social y laboral intenso porque hay municipios muy próximos entre sí. Es el caso de Valcarlos (Navarra) y Arnéguy (Francia). Están separados por apenas 3,5 kilómetros y comparten, incluso, un mismo proyecto educativo. Sin embargo, el intercambio de datos sobre cómo afrontar la escasez de vivienda puede llegar a ser complejo, fundamentalmente porque emplean distintos métodos de análisis.

El director del NaStat, el Instituto de Estadística de Navarra, Pablo Cebrián, explica que, en España, existen dos sistemas estadísticos: el nacional y los autonómicos. Es decir, está descentralizado. En Francia, ocurre al revés. El país galo tiene una administración mucho más centralizada, con análisis nacionales que no descienden hasta un plano autonómico o municipal, como sucede en Navarra o Euskadi. Hay, por tanto, diferencias en el grado de detalle, así como en la frecuencia de actualización de los datos. Al ser nacionales, tardan más elaborarse. Mientras que la Comunidad foral puede disponer ya de algunos datos correspondientes al tercer trimestre de 2023, en el país galo siguen con los del ejercicio pasado.

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Estas diferencias hacen que sea imposible comparar, en este caso, los resultados de las políticas públicas de vivienda. Medidas como la aplicada por los municipios franceses del Departamento de Pirineos Atlánticos que, desde 2017, gravan un impuesto a la segunda residencia y a la vivienda vacía con el fin de sacar inmuebles al mercado del alquiler. Esta opción podría resultar interesante, pongamos el caso, para los valles aragoneses con estación de esquí. El estudio Data Pass ha detectado más viviendas que vecinos censados. Sin embargo, un gran número de ellas son segundas residencias utilizadas durante el periodo vacacional o destinadas al alquiler turístico. Los precios son más altos y eso complica el acceso de la población local a una vivienda. Si Aragón quisiera aplicar el mismo gravamen que los franceses, tendría que comenzar por saber si la realidad socioeconómica de las dos regiones es realmente comparable.

Falta información, falta contexto, faltan redes de colaboración. De ahí la importancia de este proyecto Data Pass, que las administraciones implicadas quieren que sirva de base para crear un observatorio ligado a la Conferencia Atlántica Transpirenaica. Su fin sería estudiar “las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas” de las áreas transfronterizas en ámbitos de actuación como el territorio, el comercio o la vivienda. Lo detalla Rafael Martínez, jefe de Sección de Sistemas de Información Territorial en el Instituto Geográfico de Aragón (IGEAR). Es uno de los profesionales que ha trabajado en Data Pass y que ha creado además el story map, una herramienta “pensada para que los estudios geográficos puedan llegar a cualquier actor, a cualquier ciudadano, porque explica de una forma más amable los resultados del estudio realizado”. Por ahora, la iniciativa continúa porque se trabaja ya en el siguiente monográfico, que versará sobre las actuaciones en el paisaje transfronterizo.

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