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Radiografía de los discursos de Sánchez y Feijóo: contradicciones y mensajes entre líneas del ensayo general de la legislatura más bronca

El candidato acusa al líder del PP de alimentar a la extrema derecha y este insiste en que el Gobierno “nace de un fraude”: “Han comprado los apoyos”

investidura
Ilustración: FERNANDO HERNÁNDEZ / Foto: CLAUDIO ÁLVAREZ

La primera sesión del debate para la tercera investidura de Pedro Sánchez anticipó cómo será la legislatura: muy bronca, dentro y fuera del Congreso. El candidato socialista pidió el voto como oposición al modelo “reaccionario” del PP y Vox, cuya descripción ocupó la mayor parte de su discurso. El líder popular, Alberto Núñez Feijóo, explotó el cambio de postura de Sánchez respecto a la amnistía y anticipó una movilización constante en la calle. Lo que sigue es un análisis de las intervenciones de ambos políticos, cargadas de contradicciones y mensajes entre líneas.

El discurso de Pedro Sánchez

“En nombre de España y en defensa de la concordia entre españoles, vamos a conceder una amnistía a las personas encausadas por el procés. Es una medida que pide una parte muy relevante de la sociedad catalana, que aprueba el 80% de sus representantes políticos, así como una mayoría amplia de fuerzas presentes en esta Cámara, y que puede no ser compartida por muchos ciudadanos. Soy muy consciente de ello y quiero decirles que respeto enormemente sus opiniones y emociones, pero las circunstancias son las que son y toca hacer de la necesidad virtud por motivos de interés general”.

Sánchez nombró al elefante en la habitación, la “amnistía”, cuando llevaba casi una hora y media hablando en la tribuna del Congreso. Era la parte más complicada de su relato porque hasta las elecciones generales de julio había negado que esa medida fuera constitucional y se había jactado de que los independentistas no la hubieran conseguido. Al igual que hizo en el comité federal del PSOE de octubre, Sánchez admitió que la amnistía es un peaje para mantenerse en el Gobierno -“Las circunstancias son las que son y toca hacer de la necesidad virtud”-, al tiempo que trató de justificar el “interés general” que motiva la ley y los pactos necesarios para su investidura en el rechazo a la alternativa, esto es, la reproducción a nivel nacional de los pactos autonómicos del PP y Vox, que definió varias veces a lo largo de su discurso como “ola reaccionaria”.

“Nada de lo que estamos viviendo es inédito en nuestra democracia. Todo fue hecho antes por gobiernos del Partido Popular, que concedieron 1.400 indultos en un solo día. Indultaron a miembros de Terra Lliure sentenciados por terrorismo durante una investidura. ¡Qué escándalo, señor Feijóo! Los que lanzan proclamas y soflamas diciendo que se movilice toda España contra este malvado Sánchez, entregaron numerosas competencias a gobiernos autonómicos del País Vasco y de Cataluña cuando necesitaron los votos del nacionalismo catalán y vasco y, que yo sepa, ninguna de esas concesiones debilitó a España ni corrompió nuestra democracia, ni caminamos hacia una dictadura”.

Otros lo hicieron y antes que yo, vino a decir Sánchez cuando, para defender la ley de amnistía, recordó que gobiernos del PP habían aprobado medidas de gracia desde el poder, como los 1.400 indultos que concedió el Ejecutivo de José María Aznar en un solo día, en diciembre de 2000. En cuanto a los de la organización terrorista catalana Terra Lliure, se aprobaron durante el primer Gobierno del PP, en 1996, pero fue el Ejecutivo socialista anterior, presidido por Felipe González, quien los puso en marcha. Sí tenía razón Sánchez en la doble vara de medir del PP a la hora de pactar con los nacionalistas -"Cuando lo hace la derecha es un pacto entre caballeros, pero cuando lo hace la izquierda, una traición a España- porque cuando los necesitaron, los populares hicieron concesiones al PNV y a lo que entonces era CiU a cambio de sus votos. Por ejemplo, en 1996, Aznar cedió a Cataluña las competencias de tráfico, el traspaso de la gestión de los puertos de interés general a las autonomías y la reforma de las leyes del suelo y de costas.

“La convivencia ha vuelto a las calles, el diálogo ha vuelto a las instituciones (...). ¿Qué prefiere la amplia mayoría de los ciudadanos: la Cataluña de 2017 o la Cataluña de 2023? Esta medida de gracia nos puede ayudar a superar la fractura”.

Sánchez utilizó, para la amnistía, el mismo argumento al que recurrió para justificar los indultos del 'procés': la pacificación y la convivencia. Pero al hacerlo, incurrió en una doble contradicción. Por un lado, según su propio relato previo a la investidura, Cataluña estaba ya pacificada, y por otro, la crispación política y en la calle no ha desaparecido, ha cambiado de sitio: de Cataluña, a las masivas concentraciones de protesta convocadas por el PP en las capitales españolas y las que se han producido frente a la sede del PSOE en Madrid, sin autorización previa y alentadas por Vox.

“El PP decidió bendecir a la ultraderecha y le abrió las puertas a cinco gobiernos autonómicos, cinco diputaciones y 135 ayuntamientos. Le dio la potestad para afectar la vida de más de 12 millones de españoles (...). Nos toca elegir si queremos seguir avanzando en la dignidad del trabajo, en el empoderamiento de las mujeres, en el respeto a la diversidad sexual, en la integración de la población migrante (...) o secundar a los profetas del odio que quieren encerrar a las mujeres en las cocinas, a las personas LGTBI en los armarios y a los migrantes en campos de refugiados”.

Sánchez dedicó la mayor parte de su discurso inicial y de su réplica a Feijóo a presentar al bloque de su investidura como alternativa a los pactos de la derecha y la extrema derecha, es decir, el candidato a la presidencia del Gobierno de España se presentó como oposición o dique de contención de los Ejecutivos autonómicos bipartitos de PP y Vox, sus medidas e ideología. Así, el líder socialista recordó que los socios ultras de los populares niegan la violencia de género y el cambio climático y acusó a Feijóo de ser el presidente del PP que más ha favorecido el avance de la extrema derecha en España. Pese a que gobierna desde la moción de censura de 2018, Sánchez también se remontó, en numerosas ocasiones, a la herencia recibida de los Ejecutivos de Mariano Rajoy, por ejemplo, al hablar de los recortes que lastran el Estado del bienestar.

“Hoy, en esta Cámara vamos a escuchar y a acatar la voluntad del pueblo español expresada a través de sus representantes tal y como reconoce nuestra Constitución. Lo que hoy se expresará en esta Cámara y mañana cuenta con la máxima legitimidad, puesto que se deriva de la voluntad democrática de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país expresada con su voto”.

Tras varias semanas en las que el PP y Vox han puesto en duda la legitimidad del Gobierno que saldrá de este debate de investidura, Sánchez reivindicó su mayoría tras el intento fallido de Feijóo, que no reunió en septiembre los votos necesarios para ser investido presidente. El candidato socialista se burló, en la réplica al líder de los populares, de los acercamientos del PP al PSOE —para ver si los socialistas aceptaban "derogar el sanchismo”— y a Junts, partido que ahora demonizan. También de la frase: “No soy presidente porque no quiero”, que Feijóo ha repetido en los últimos meses para destacar su rechazo a las exigencias de los independentistas, obviando que incluso si decidiera aceptarlas no tendría votos suficientes para salir investido porque perdería el apoyo de Vox.

El discurso de Alberto Núñez Feijóo

“Esta investidura nace de un fraude. Lo que se trae hoy a la Cámara no se votó en las urnas. (...) Es un ejercicio de corrupción política. Tomar decisiones contra el interés general a cambio de beneficios personales no tiene otro nombre. (...) No ha conseguido el apoyo de nadie. Lo ha comprado firmando cheques que todos pagaremos”.

Tras citar declaraciones de Sánchez asegurando que nunca pactaría con Bildu, que jamás aceptaría la amnistía y que traería de vuelta a España a Carles Puigdemont para que rindiera cuentas con la justicia, Feijóo insistió, como vienen haciendo todos los dirigentes del PP, en que la investidura del líder socialista, pese a contar con los votos necesarios, es un fraude electoral porque la amnistía no figuraba en el programa con el que el PSOE se presentó a las elecciones. Es cierto. Tampoco eligieron los votantes del PP los pactos poselectorales del partido con la extrema derecha o la subida de todos los impuestos tras las elecciones de 2011 después de que Mariano Rajoy se hubiese comprometido en campaña electoral a bajarlos. Nada de eso convierte a los gobiernos presididos por los populares en ilegítimos.

“Sé que necesita la resignación del pueblo español. Esa España silenciosa no la van a tener. La tendrán que escuchar en las plazas. Como el pasado domingo. (...) Hablemos de convivencia, ya vemos que está España encantada. Si la amnistía es tan buena para la convivencia, ¿por qué no la aprobaron antes? Llevan cinco años gobernando”.

Feijóo dejó claro cuál va a ser su principal arma de oposición al Gobierno: la calle. Reivindicó el éxito de las concentraciones de protesta convocadas el pasado domingo por el PP en toda España y las utilizó para negar el argumento de pacificación y mejora de la convivencia con el que Sánchez defiende la ley de amnistía. También recordó el líder de los populares a la vieja guardia del PSOE que ha expuesto su oposición a la medida, entre los que citó a Felipe González, Alfonso Guerra o Nicolás Redondo.

“No hay ninguna mayoría ideológica en esta coalición, salvo que Junts haya enterrado todo lo que le queda de CiU o que el PNV haya decidido cambiar el tractor por la hoz y el martillo. (...) ¿Qué hacemos con Podemos? ¿Le damos un ministerio? ¿Qué opina, señora Montero? Con lo bien que lo ha hecho en Igualdad y va a cesar como ministra de Igualdad”.

El presidente del PP negó que pueda llamarse a la amalgama de partidos que favorecerán la investidura de Sánchez una coalición progresista o de izquierdas. Se refería a Junts, antigua Convergencia, y al PNV, partido liberal en lo económico, y anticipaba las discrepancias que puede haber en ese bloque, ya que algunas medidas del Gobierno, como el impuesto a las energéticas o a la banca, provocan el recelo de los nacionalistas vascos. Tampoco dejó escapar el líder de la oposición el malestar de Podemos dentro de Sumar y el hecho de que Irene Montero no vaya a repetir como ministra de Igualdad tras el fracaso de la 'ley del solo sí es sí', que tuvo que ser enmendada en el Parlamento y que en su día fue una decisión colegiada del Consejo de Ministros.

“Ha venido usted a insultar a todos, hasta los que ya no viven: al presidente Fraga, al presidente Aznar, al presidente Rajoy... sí, ya sé que preferirían que no vivieran estos dos, pero viven. Ha venido usted a insultar a los presidentes autonómicos, especialmente a Ayuso y a su familia (...) ”.

Feijóo elevó varios decibelios el tono en su réplica a Sánchez, al que llegó a acusar de preferir que los expresidentes Aznar y Rajoy estuvieran muertos. El líder del PP, que en su primer discurso como presidente del partido, en abril de 2022, prometió “sacar a la política española del enfrentamiento y de la hipérbole permanente” porque “la moderación”, dijo entonces, “no es tibieza”, sugirió que lo próximo podría ser un referéndum de autodeterminación —el acuerdo entre el PSOE y Junts no lo recoge—, una nueva amnistía cuando los independentistas repitan el golpe, si es que los delitos, afirmó, no se han “eliminado ya del Código Penal”, o una “amnistía etarra”. “¿Cuál es el pacto encapuchado con el señor Otegi?”, se preguntó. También defendió a Ayuso, mencionada en varias ocasiones a lo largo del debate, y a la que Sánchez se refirió como “líder intelectual del PP”, es decir, quien marca la agenda y el tono de Feijóo, como hacía con su predecesor, Pablo Casado.

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