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El “encaje territorial” antinacionalista de Feijóo espanta a ERC y Junts

El líder popular insiste en que no se permitiría ser presidente a cambio de los votos y exigencias de los nacionalistas y Puigdemont

Investidura Feijóo
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, en su intervención en la investidura de Feijóo.Kiko Huesca (EFE)
Javier Casqueiro

A Alberto Núñez Feijóo le quedó claro, tras la primera sesión de su debate de investidura en el Congreso de los Diputados, que ni tiene ahora ni se vislumbra en el futuro una relación con los nacionalistas e independentistas catalanes, de izquierdas o conservadores, que le pueda proporcionar ningún tipo de apoyo. La distancia entre el PP de Feijóo y los republicanos de ERC y los nacionalistas de Junts se agrandó aún más tras escuchar su intervención. Los dos partidos catalanes ratificaron su negativa a investir a Feijóo como presidente del Gobierno de España y le explicaron sus razones: sobre todo, que no entiende el conflicto político de Cataluña. Feijóo aprovechó las intervenciones de Gabriel Rufián (ERC) y Míriam Nogueras (Junts) —pero también las de Marta Lois y Enrique Santiago (Sumar)—, en las que dieron pistas sobre sus intenciones sobre una futura amnistía, para intentar que Pedro Sánchez le aclarara si contempla esa solución, un referéndum de autodeterminación o incluso la internacionalización de esa crisis. Sin éxito. Sánchez lo plantó. Rufián anticipó que la amnistía en cualquier caso sería solo un paso hacia un nuevo referéndum como el del 1-O. Nogueras repitió las condiciones de Carles Puigdemont, pero sobre la consulta teorizó que debería ser pactada con el Estado.

El líder del PP no tardó ni un minuto de su discurso matinal de investidura en sacar la amnistía que presume que pactará Pedro Sánchez como el gran elefante oculto en pleno hemiciclo del Congreso. Luego repitió sin cesar sus consignas sobre que esa amnistía no figura en la Constitución, como tampoco la esclavitud. Y retomó la idea en la que lleva insistiendo días sobre que él podría ser presidente este mismo miércoles, en la primera votación por mayoría absoluta en el Congreso, si hubiese accedido a las condiciones que le ofreció Carles Puigdemont, el líder de Junts y expresidente catalán fugado en Waterloo (Bélgica). También señaló que en teoría tendría a su alcance esos siete votos clave, pero que no los aceptaba porque tiene “honestidad, límites y principios”, para contraponerlos así a los que no concede a Sánchez. Feijóo no dijo nada sobre que en el caso de que hubiese negociado cualquier cosa con Junts o Puigdemont, los votos que sí tiene amarrados con Vox se le habrían fugado inmediatamente.

Por otra parte, el portavoz que intervino en el turno del PSOE fue el diputado Óscar Puente. Actuó en lugar del presidente para confrontar la reivindicación permanente de Feijóo sobre que debe gobernar porque ganó las elecciones del 23-J, ya que él venció en las municipales del 28-M en Valladolid pero un pacto del PP con Vox lo desbancó como alcalde. Puente no dijo palabra alguna sobre la amnistía. No era su función. Fuentes oficiales del PSOE aclararon más tarde que el plante de Sánchez que tanto molestó a Feijóo no iba a ser solo para el primer día del debate, sino para todas las sesiones, porque se reserva para cuando él sea nominado candidato oficial por el rey Felipe VI. Ese debate clave y trascendental, por tanto, se aplaza.

Los portavoces de otras formaciones, fundamentalmente de Sumar, pero también de ERC y Junts, sí quisieron adentrarse en el conflicto catalán y sus posibles soluciones. La portavoz oficial y principal de la coalición de izquierdas, la gallega Marta Lois, subrayó que Feijóo no entiende la España actual ni tampoco lo que votaron los 12.450.000 electores que se decantaron por partidos que rechazan su investidura, que cifró en 1.180.180 más que los votantes del PP y Vox. Lois incidió en que España ni se rompe ni se descompone y avanzó que la supuesta amnistía “no será para las élites” catalanas, sino para “los cientos de personas que se vieron envueltas en aquel proceso independentista”. Y remató: “La amnistía será un paso más para avanzar, para pasar página, en una solución dialogada al conflicto político en Cataluña”. La portavoz de la formación que lidera Yolanda Díaz —que como Sánchez, optó por no replicar directamente a Feijóo— destacó así que el aspirante popular no entiende “la cuestión territorial y plurinacional” de España.

Por su parte, el diputado de Sumar Enrique Santiago, secretario general del PCE, dedicó en la práctica toda su alocución a explicar las bondades de una posible amnistía. Habló de las concedidas por José María Aznar y Mariano Rajoy por razones fiscales y de otras en el pasado, y a continuación razonó el objetivo de esa medida política por parte del Gobierno central: “Será el final de un proceso de normalización, de distensión y diálogo, para normalizar una situación conflictiva, y en este caso va a ser con un acuerdo entre Cataluña y el Estado”. Feijóo agradeció la claridad con la que se habían expresado Lois y Santiago e interpretó el silencio autoimpuesto por Sánchez como que no podía ni quería aclarar nada al respecto.

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El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, rebajó el nivel de la amenaza o “desafío para la democracia” al que había elevado Feijóo una probable amnistía para recordar otros problemas sociales más vigentes e inminentes, según su criterio, y catalogó su propia definición de amnistía: “Es una herramienta o mecanismo político históricamente utilizado para resolver conflictos políticos y bloqueos institucionales”. Le parece, además, que nadie aporta una idea mejor, y considera que a estas alturas una medida de ese tipo “refuerza la democracia”. Rufián añadió: “La amnistía no es el final, es el retorno a la política. Una amnistía a los hechos del 1 de octubre [de 2017] debe poner las bases para un nuevo 1 de octubre”.

La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, recuperó las exigencias máximas remarcadas a primeros de septiembre por su líder, Carles Puigdemont, para cualquier negociación. Nogueras espetó a Feijóo varias veces que no va a recibir ningún voto de su formación por sus múltiples discrepancias. Rescató las proclamas clásicas independentistas sobre que Cataluña no es España, ni se siente España, y se ve discriminada histórica y económicamente por España. Y evidenció a Sánchez, de paso, que a día de hoy tampoco existen condiciones para sellar un acuerdo que le permita seguir siendo presidente.

Nogueras quiso dejar fijado en el diario de sesiones que la negociación a abrir con el PSOE “no es un parche para la investidura, sino un acuerdo y un compromiso histórico como no se ha hecho con ningún Gobierno desde la caída de Barcelona en 1714″. Y acabó con su apelación al derecho de autodeterminación y a la declaración unilateral del 1-O de 2017 que, según su versión, solo podría sustituirse con “un referéndum acordado con el Estado español”.

Feijóo defendió la importancia del PP en Cataluña tras las elecciones generales del 23 de julio como tercera fuerza por delante de ERC y Junts. Se refugió en sus relaciones del pasado con los históricos de CiU. Y conminó a los independentistas a defender sus ideas, pero dentro de la ley y la Constitución. También incidió en exigir a Sánchez sin éxito que aclarase si concederá la amnistía, el referéndum y la independencia de Cataluña. Y acabó: “Prefiero retrasar mi victoria a no ser el presidente de todos los españoles”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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