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El gancho vikingo de Burgos: la leyenda de la princesa Kristina une a Noruega con Covarrubias

Un pueblo burgalés impulsa la cultura y el santoral escandinavo por una conexión histórica de hace 800 años

Princesa Kristina
Dos turistas frente a la estatua de la princesa Kristina de Noruega.EMILIO FRAILE
Juan Navarro

Se ofrece peluquero y podólogo y la hermandad de San Olav busca voluntarios para enseñar una ermita escandinava. Lugar de contrastes es Covarrubias (Burgos, 533 habitantes), según un tablón de anuncios improvisado al acceder al pueblo y según los libros de historia. El rey visigodo Chindasvinto fundó esta localidad en el siglo VI, los árabes también se asentaron a orillas del río Arlanza y entre esas torres gobernó el conde medieval Fernán González. Ahora, los turistas comen morcilla y patean calles de pasado pedigrí y con un nuevo capítulo patrocinado por Noruega. La explicación se halla de pie y tumbada en el entorno de la colegiata de san Cosme. Fuera, una estatua y una placa relatan la vida de la princesa Kristina, yacente dentro del templo y foco de visitas patrias y nórdicas atraídas por una leyenda que conecta Covarrubias con Noruega. Todo comenzó en 1257 y se ha afianzado en las últimas décadas.

Corría el siglo XIII y las escasas relaciones internacionales respondían a ansias de poder. Reinaba en Castilla Alfonso X El Sabio, consciente de la importancia de expandir fronteras. Así cortejó al rey noruego Haakon Haakonsson y este acordó enviar a su hija Kristina a casarse con uno de los cuatro hermanos del monarca. La doncella se desposó con don Felipe tras una larga aventura de intrigas e intereses, pero apenas duró cuatro años. Glosan las crónicas que fue víctima “de la nostalgia”. Se cree que murió en Sevilla a los 28, donde el marido acabó como arzobispo pese a una vida más que disoluta.

Cómo acabó su cuerpo en Covarrubias sigue siendo difícil de responder. Boletines de la Fundación Fernán González explican cómo en 1958 abrieron un sepulcro de la colegiata de la localidad y hallaron un esqueleto de 1,72 metros y detalles impropios de las castellanas de entonces: “Conserva completa la dentadura, de dientes muy iguales, pequeños y finos, sin caries de ninguna clase. El tórax bien desarrollado y ancho [...] las manos con dedos cortos y finos, uñas largas y afiladas [...] todo lo cual indica ser un esqueleto femenino, perteneciente a una mujer de estatura elevada, joven y fuerte, y de una edad aproximada de 26 a 28 años”. El rico ajuar mortuorio y estos rasgos, aunque sin evidencia científica, invitaron a pensar que allí descansaba la hermosa infanta Kristina.

La heredera Haakonsson ha propiciado que en una de las casas de Covarrubias haya imaginería vikinga y se hable noruego. Oyvind Fossan, de 53 años, llegó al pueblo hace unos 12 años como emisario de la Fundación Kristina de Noruega, entidad escandinava creada para fomentar este vínculo. “Estamos orgullosos de nuestra princesa y hemos tenido muy buena acogida, los noruegos están sorprendidos y encantados porque es un destino español menos conocido que la playa”, comenta por teléfono, pues veranea en Oslo y cede la vivienda a su hermana Randi, de 56, madre de las mellizas Ellen e Ida, de 16 años, y Nikolay Mæland, de 18.

Ellen, Nikolay e Ida Mæland tocan la guitarra y cantan junto a Blanca Núñez.
Ellen, Nikolay e Ida Mæland tocan la guitarra y cantan junto a Blanca Núñez. EMILIO FRAILE

La adulta celebra que Oyvind haya proyectado Burgos en Noruega para disfrutar de ese “buen sitio donde descansar en verano” entre rutas por la naturaleza, copiosa gastronomía y gentes amables con los extranjeros en una localidad coqueta y cuidada. “La de Kristina es una historia muy interesante”, comenta. Los chavales, con las bicis apoyadas en la pared, donde Ida leía un libro tumbada al sol en un banco antes de la charla, disfrutan con conciertos de música escandinava como el que dieron junto a más artistas aficionados hace unas semanas, e improvisan acordes y cánticos antes de confesar su debilidad. “Lo mejor es el sol, en Noruega llueve mucho y a nuestros amigos les ha encantado”, confiesa. En el recibidor, ejemplares de El Diario de Burgos, donde son portada. Los muchachos admiten, en un fluido inglés y con Nikolay chapurreando castellano, que “tiene que ser difícil vivir aquí en invierno”, aunque no se alcancen los 20 bajo cero de su Bergen natal. Blanca Núñez, de 19 y novia del chico, lo conoció el verano pasado mientras ella trabajaba en el pueblo de su familia: “Es una experiencia muy divertida, todos lo conocen aquí”.

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El lugareño Juancho Jorge, de 68 años, sonríe. Él, responsable de la hermandad, impulsó la construcción de la ermita a san Olav en las afueras de Covarrubias, escenario de bodas de estilo vikingo y recreaciones de ritos nórdicos. “Es la meca de los escandinavos, Olav introdujo allí el cristianismo”, explica ante la capilla de acero y madera, gestionada por voluntarios y coronada por una torre de 29,7 metros de altura por el 29 de julio de 1030, fecha exacta de la muerte del santo.

Un grupo dispar de 11 viajeros escucha las batallitas ante imágenes de Olav, cuadros de Kristina, maquetas de barcos vikingos, escudos de Castilla y León y de Noruega o banderas nórdicas. “Es una pena que en Noruega solo vivan cinco millones de personas”, lamenta Jorge, pues optan a menos turistas potenciales, pero anhela llegar a más cristianos escandinavos o curiosos en general. El caso es que lleguen más a menudo a Covarrubias autobuses llenos de noruegos. A finales de julio celebran una romería donde propios y extraños acudirán al templo para honrar a san Olaf en el aniversario de su muerte. El plan ilustra la alianza de civilizaciones conformada en Covarrubias: primero una misa, luego una paella popular seguida por un campeonato de parchís y, para rematar, un recital de poesía nórdica.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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