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España se mantiene como el único país europeo del Mediterráneo que frena la inmigración irregular

Las llegadas siguen en negativo, mientras se dispara el tránsito hacia Italia y Grecia. Aumentan las salidas desde Senegal a Canarias y desde el norte de Marruecos a la Península

María Martín
Un grupo de migrantes aguarda a desembarcar en el puerto de Arguineguín (Gran Canaria) el 25 de julio.
Un grupo de migrantes aguarda a desembarcar en el puerto de Arguineguín (Gran Canaria) el 25 de julio.BORJA SUAREZ (REUTERS)

España es el único país europeo del Mediterráneo que mantiene la inmigración irregular en números rojos, con una caída, hasta el 31 de julio, del 3,3%, según los últimos datos del Ministerio del Interior. No es una cifra espectacular, pero mientras en España es más complicado agarrarse a los datos para justificar los discursos alarmistas y antiinmigración, los gobiernos derechistas de Italia y Grecia los usan para aplicar polémicas fórmulas para frenar aumentos del 115% y del 65% respectivamente, según las estadísticas de Acnur. Sin embargo, la previsión es que, según avance el verano, se incrementen los desembarcos y España deje de ser un caso aparte, aunque su tendencia al alza sea mucho más modesta que la de sus vecinos mediterráneos.

No hay una única razón que explique cómo se distribuyen los flujos migratorios. España ya fue la principal puerta de entrada de la Unión Europea para la inmigración irregular en 2018 y 2020, y los motivos por los que lo fue y dejó de serlo van mucho más allá de las acciones de un Gobierno. Los conflictos en los países de origen, las actividades de los traficantes, el alza de los precios, la peligrosidad de la ruta o los controles y la estabilidad de los países de tránsito forman un complejo rompecabezas que va mutando según cambian sus piezas. “Las dinámicas migratorias evolucionan constantemente y podemos ver más cambios antes de que acabe el año”, advierte Mark Micallef, de Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, una organización que promueve nuevos enfoques para combatir la delincuencia organizada.

El Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska empezó a observar una contención de la inmigración irregular tras la reconciliación con Marruecos en marzo de 2022 tras el giro del Gobierno sobre el conflicto del Sáhara. Desde entonces y de forma paulatina, las fuerzas de seguridad marroquíes volvieron a taponar el tránsito de migrantes y refugiados hacia España con una combinación de controles en sus carreteras, redadas, blindaje de las vallas de Ceuta y Melilla, expulsiones sumarias e incluso ataques con armas de fuego. “Ya estábamos en el agua, a pocos metros de la orilla, cuando oímos los disparos”, relató a EL PAÍS una mujer ghanesa que llegó malherida a Gran Canaria el 25 de mayo. Según su relato, fueron militares marroquíes los que dispararon contra los ocupantes de su embarcación cuando se disponía a salir desde una cala cerca de Cabo Bojador (Sahara Occidental). “Primero creí que eran tiros de aviso. Pero después vi sangre en el barco. Y, entonces, un chico que estaba a mi lado me señaló el brazo y dijo: eh, eres tú quien está sangrando”, explicó.

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La acción marroquí, combinada con las interceptaciones en Argelia, Senegal o Mauritania, hicieron que España comenzase el año con una caída de la inmigración irregular del 70 %. Era una cifra inédita en el Gobierno de Pedro Sánchez, que ha ido encadenando repuntes y crisis desde que llegó a La Moncloa en 2018. “Los flujos migratorios están muy relacionados con las dinámicas de los países de tránsito”, mantiene Micallef. “Mientras Rabat ha intensificado las actividades policiales contra traficantes y migrantes, especialmente los subsaharianos, la inestabilidad política y económica en Libia y Túnez actúan como motores para que la gente emigre más intensamente”.

Pero el margen español no ha dejado de estrecharse y va acompañado de cientos de muertes en el mar. En los primeros siete meses de 2023, 473 personas fallecieron o desaparecieron intentando llegar a España, según el proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones. Es decir, dos de cada diez migrantes o refugiados que mueren en su travesía clandestina hacia Europa, tenían como destino España.

A continuación, se explican algunas claves del balance migratorio actual en España, según se desprende de cifras oficiales y de informes confidenciales de las fuerzas de seguridad españolas y de la agencia europea de fronteras (Frontex) a las que ha tenido acceso EL PAÍS. La ruta Canaria concentra casi un 60 % de las entradas, pero se está produciendo un repunte de llegadas a la Península, mayoritariamente de marroquíes. Mientras, en contra de algunos pronósticos alarmistas, ha caído el número de argelinos que desembarca en las costas mediterráneas. Por otro lado, el desembarco de cayucos de Senegal altera al alza la tendencia de llegadas a las islas Canarias. La valla de Melilla, tras la tragedia del 24 de junio de 2022, es, a juzgar por las cifras, un fortín infranqueable. No tanto sus aguas.

Caída general, aumento de pateras en la Península. Las cifras del Ministerio del Interior muestran la llegada, del 1 de enero al 31 de julio, de 16.174 personas por vía marítima y terrestre, un 3,3 % menos respecto al mismo periodo año anterior. Las cifras negativas son el resultado de la combinación de descensos en Canarias, Ceuta y Melilla, que compensan un repunte del 32 % de los desembarcos en las costas de la Península y Baleares. Pero al reparar en el detalle de las cifras recopiladas por las fuerzas de seguridad —y que Interior ni desglosa ni hace públicas— se observa que el aumento solo se produce, en realidad, en las llegadas a la Península, concretamente de ciudadanos marroquíes. Mientras, caen los desembarcos de argelinos en el Levante y Baleares. Las cifras sugieren que los cientos de marroquíes que están llegando parten desde el norte de Marruecos o desde la región fronteriza con Argelia.

Esta tendencia al alza mantiene en alerta a las autoridades españolas. El modus operandi de las mafias que están actuando en esta ruta ha incluido grandes y potentes embarcaciones de goma, tradicionalmente usadas en el Estrecho para transportar hachís y cocaína, y que, en muchos casos, consiguen llegar a tierra sin ser interceptadas. El negocio de la inmigración irregular, con neumáticas que pueden transportar más de una treintena de ocupantes con tarifas de hasta 9.000 euros, puede ser incluso más lucrativo que el del narcotráfico.

Omar Naji, investigador en Nador de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), habla de “una hemorragia” al referirse a la emigración de marroquíes hacia la Península, pero también hacia Melilla. “Los pueblos del Rif casi se han vaciado de sus jóvenes”, lamenta. “Se trata de una migración a sueldo totalmente controlada por traficantes. Esta migración no parece plantear ningún problema a las autoridades marroquíes y españolas: el esfuerzo y los medios empleados para detenerla son insignificantes comparados con la movilización constatada cuando se trata de la migración subsahariana a través de la valla, por ejemplo”, explica.

Respecto a la llegada de inmigrantes marroquíes, llama la atención el dato de Almería, principal destino de las pateras que salen desde las costas argelinas. La provincia ha recibido cientos de inmigrantes más que el año pasado, pero al contrario de lo que se podía pensar, la mayoría no proviene de Argelia, sino de Marruecos. Entre las cerca de 2.000 personas interceptadas en Almería en el primer semestre del año, un 65 % son marroquíes, según fuentes de las fuerzas de seguridad. El año pasado, por estas mismas fechas, esa cifra no llegaba al 20 %.

Esta tendencia vuelve a poner el foco en Argel que, a pesar de sus malas relaciones con España desde que el Gobierno de Pedro Sánchez acercó sus posiciones sobre el Sáhara Occidental a las de Rabat, no ha usado la inmigración como moneda de cambio: las autoridades argelinas bloquean más de la mitad de las salidas desde su territorio y la tendencia de llegadas se mantiene ligeramente a la baja. Argelia, sin embargo, sigue sin aceptar las repatriaciones de sus nacionales, por lo que España no puede devolver ni un solo argelino que llegue a sus costas de manera irregular.

Los cayucos vuelven a Canarias. Después de un mes de junio que presentó las peores cifras en cinco años (casi 3.000 entradas), los desembarcos en julio en el archipiélago han caído a más de la mitad. Las islas, a las que han llegado en lo que va de año 8508 personas, registran un descenso de llegadas del 11,3 %, pero todo apunta a que, en otoño, la época con mejor navegabilidad en esta ruta, se invertirá la tendencia.

Las salidas desde Marruecos y el Sáhara Occidental, de donde parten la mayoría de los inmigrantes que quieren llegar a Canarias, están moderándose en las últimas semanas debido, sobre todo, al mal tiempo. Las autoridades marroquíes están interceptando de media un 32 % de las embarcaciones que ponen rumbo al archipiélago, según datos internos de las autoridades españolas.

Pero el constante goteo de cayucos que parten sobre todo de Senegal — ya van cerca de una treintena entre junio y julio— ha disparado las alertas. El resurgir de estas enormes embarcaciones, en las que pueden viajar hasta 200 personas, está dejando un reguero de decenas de muertos y desafía al sistema de emergencias y de acogida español una vez que tocan tierra.

Saliou Diouf, presidente de la asociación senegalesa Boza Fii, lleva tiempo alertando sobre la frustración que empuja a los jóvenes senegaleses a emigrar. Tras dos años de inestabilidad, la crisis política del país se agravó el pasado 1 de junio con la condena de un líder de la oposición muy popular entre los jóvenes, Ousmane Sonko. Desde entonces se han sucedido multitud de manifestaciones que se han saldado con decenas de muertos y detenciones. “El año pasado mataron a un amigo mío en una manifestación, murió en mis brazos”, cuenta Mustafa Dieng, un senegalés de 27 años que estudiaba literatura contemporánea en Dakar. Desde entonces, Dieng, que era militante del partido de Sonko, recién disuelto por decreto gubernamental, empezó a planear su salida el país. Y, finalmente, llegó a Gran Canaria en un cayuco hace cerca de un mes. “Quiero pedir asilo”, ruega. “Si las cosas no van bien y tampoco es posible manifestarse porque te arriesgas a detenciones arbitrarias, el país se convierte en una prisión”, mantiene el activista Fii. “Es evidente que los jóvenes van a querer salir”.

Blindaje de la valla de Melilla. Cada vez es más difícil sortear las vallas de Ceuta y Melilla. Las entradas por vía terrestre cayeron en el conjunto de las dos ciudades autónomas casi un 67 %, pero el verdadero blindaje se observa en Melilla. Desde que el 24 de junio de 2022 se produjese uno de los más graves incidentes registrados en una frontera europea, con más de una veintena de muertos, la valla y sus alrededores son un fortín protegido con firmeza por las fuerzas de seguridad marroquíes. Si en 2022, 1.122 personas lograron entrar en Melilla en diversos intentos multitudinarios, este año solo lo han logrado 62 migrantes. Es una caída del 94,6 %.

Pero las llegadas por mar a Melilla merecen un capítulo aparte porque, aun con números bajos, triplican holgadamente las de 2021. Tras la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla, en mayo de 2022, se acabó con la libertad que tenían los vecinos de Tetuán y Nador para entrar y salir de las ciudades autónomas y pasó a imponerse la necesidad de un visado para cruzar de un país a otro. La decisión de Rabat y Madrid que, de momento, no tiene visos de revertirse, dejó sin recursos a miles de ciudadanos marroquíes que trabajaban en España. Coincidiendo con esta coyuntura, son constantes los intentos de marroquíes de emigrar por mar, especialmente por Melilla. En lo que va de año ya han cruzado un centenar de personas, mientras que en todo 2021 fueron 39.

El investigador en Nador de la AMDH constata este aumento. “En los últimos meses, se nota la importancia de la migración hacia Melilla: los pobres lo hacen a nado y los que pueden usan diferentes medios. La tendencia general en esta ruta migratoria (Nador-España) es sin duda tolerar el establecimiento de una migración exclusivamente remunerada y totalmente controlada por los traficantes”.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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