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Una condena de dos años al opositor senegalés Ousmane Sonko provoca un estallido de protestas

El tribunal absuelve al líder político de la acusación de violación, pero le sentencia por “corrupción de jóvenes” y su participación en las elecciones de 2024 queda en duda

Seguidores del líder de la oposición, Ousmane Sonko, lanzan piedras a la policía, que responde con gas lacrimógeno, en Dakar, este jueves.
Seguidores del líder de la oposición, Ousmane Sonko, lanzan piedras a la policía, que responde con gas lacrimógeno, en Dakar, este jueves.GUY PETERSON (AFP)
José Naranjo

Un tribunal de Dakar ha condenado este jueves a Ousmane Sonko, el principal líder opositor senegalés, a dos años de cárcel y a una multa de unos 900 euros por el delito de “corrupción” sexual de una joven, una condena que podría excluirle de las elecciones presidenciales de febrero de 2024. Sin embargo, quedó absuelto del delito de violación. Sonko, que se negó a asistir al juicio celebrado la semana pasada, se encuentra desde el pasado domingo retenido por la policía en su casa de la capital senegalesa, que rodea el inmueble y le impide recibir visitas, lo que había provocado numerosos disturbios y choques entre policías y simpatizantes de Sonko en Dakar. El anuncio del veredicto ha generado un nuevo estallido de protestas en la capital, así como en otras ciudades del país.

Una inmensa humareda negra se eleva desde el corazón de la Universidad Cheikh Anta Diop, en el centro de Dakar. Un grupo de estudiantes, atrincherado en el campus, ha prendido fuego a mesas y otros enseres. Parapetados detrás de la barricada, lanzan piedras a una treintena de policías que responden desde la entrada con gases lacrimógenos, cuyo humo blanco e irritante se extiende por la zona. La avenida de acceso al recinto está llena de cascotes y restos de hogueras. Un pequeño autobús trata de sortear los obstáculos, pero los agentes lo detienen y bajan a golpes a los jóvenes de su interior. Prohibido pasar.

De otros barrios de la ciudad, como Plateau, Medina, Colobane y HLM emergen también columnas de humo, al igual que desde Cité Keur Gorgui, donde se encuentra el propio Ousmane Sonko retenido por la policía. El tráfico ha desaparecido, imposible circular, y aquí y allá, en las calles desiertas de vehículos, más grupos de jóvenes con el rostro cubierto se enfrentan a los agentes del orden. Idénticas imágenes procedentes de las ciudades de Mbour, Guediawaye, Pikine o Ziguinchor comienzan a circular por las redes sociales y los teléfonos móviles. El Consejo Político Nacional del partido de Sonko, Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef), ha instado a todos los senegaleses a salir a las calles para “enfrentarse a la deriva dictatorial y sanguinaria del régimen de Macky Sall”.

Así estaba Senegal este jueves tras la condena a Sonko, después de que en los últimos días la tensión comenzara a subir con cientos de jóvenes cortando el tráfico en diferentes vías mediante la colocación de barricadas o la quema de neumáticos y el ataque a domicilios particulares de personas próximas al poder, lo que había provocado enfrentamientos con las fuerzas del orden. Decenas de personas fueron detenidas, entre ellas destacados miembros de movimientos ciudadanos y de la oposición. Numerosos testigos alertaron de la presencia de personas armadas vestidas de civiles que disparaban contra los manifestantes.

Policía antidisturbios lanza gas lacrimógeno a los manifestantes en el campus de la Universidad Cheikh Anta Diop en Dakar, este jueves.
Policía antidisturbios lanza gas lacrimógeno a los manifestantes en el campus de la Universidad Cheikh Anta Diop en Dakar, este jueves.Leo Correa (Associated Press/LaPresse)

En febrero de 2021, Ousmane Sonko fue acusado de violaciones reiteradas y amenazas de muerte por Adji Sarr, una joven trabajadora de un salón de masajes. El líder opositor admitió que acudía a este establecimiento por sus dolores de espalda, pero negó en todo momento que hubiera mantenido relaciones, consentidas o forzadas, con la denunciante. Asimismo, argumentó que esta acusación era un montaje orquestado desde el poder para excluirle de la carrera presidencial y decidió no presentarse al proceso judicial, aduciendo que su seguridad no estaba garantizada. El fiscal había pedido 10 años de prisión por violación, crimen por el que finalmente fue absuelto, o cinco por “corrupción de jóvenes”.

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Este delito está contemplado en el artículo 324 del Código Penal senegalés y consiste en “atentar contra la moral ejecutando, favoreciendo o facilitando habitualmente el libertinaje o la corrupción de jóvenes de cualquiera de los dos sexos menores de 21 años, o, aún ocasionalmente, menores de la edad de 16″. La masajista tenía 20 años en el momento en que presentó la denuncia. Las penas previstas por este delito van desde los dos a los cinco años de cárcel y las multas entre 450 y 6.000 euros. Además, Sonko ha sido condenado en contumancia por no presentarse al juicio pese a haber sido notificado, lo que limita sus posibilidades de presentar un recurso.

Este proceso judicial ha mantenido en vilo a Senegal en los últimos dos años. Ya en febrero de 2021, tras la detención de Ousmane Sonko durante unos días, se produjeron graves disturbios en todo el país que acabaron con una quincena de muertos. Desde entonces, los incidentes se han reproducido de forma periódica cada vez que el líder opositor, que cuenta con un importante apoyo de los jóvenes, tenía que acudir a declarar a los tribunales, tanto por la instrucción de este juicio como por otro proceso en su contra por difamación, que concluye el pasado 8 de mayo con una condena a seis meses de cárcel.

El pasado viernes, tras la celebración del juicio en ausencia, Sonko decidió emprender su regreso desde Ziguinchor hacia Dakar en un convoy de vehículos, al que bautizó como “la caravana de la libertad”. Sin embargo, el domingo fue detenido a medio camino y trasladado por la fuerza hasta su domicilio en la capital senegalesa, donde estaba retenido desde entonces. El lunes consiguió grabar en vídeo y difundir un mensaje a través de las redes sociales en el que aseguraba estar “secuestrado” y hacía un llamamiento a los jóvenes a “levantarse como un solo hombre” y “salir masivamente a las calles” en un “movimiento de resistencia nacional”. Las autoridades, por su parte, habían asegurado que iban a mantener el orden público costase lo que costase.

Mientras tanto, el presidente senegalés, Macky Sall, inauguró este miércoles el llamado “diálogo nacional” con una parte de la oposición para tratar de rebajar la tensión política. Sin embargo, este proceso nace lastrado por la ausencia de la coalición comandada por Sonko y de otros importantes líderes políticos. En el fondo de toda esta tensión está el hecho de que Macky Sall, en el poder desde 2012, baraja presentarse a las elecciones de febrero de 2024 para un tercer mandato, una posibilidad expresamente prohibida en la Constitución. Sall estaría habilitado a concurrir a los comicios por haber reformado la Carta Magna durante su primer mandato, tal y como hicieron recientemente Alpha Condé en Guinea o Alassane Ouattara en Costa de Marfil.

Ousmane Sonko, que fue líder sindical en su época de funcionario de la Administración Tributaria, dio el salto a la política en las elecciones legislativas de 2017, cuando resultó elegido diputado al frente del Pastef. Su acción política se ha caracterizado desde entonces por su denuncia frontal de la corrupción, manteniendo un discurso antifrancés y de ruptura. En las presidenciales de 2019 quedó en tercer lugar con un meritorio 15%, mientras que en las legislativas de 2022 la coalición que lideraba estuvo a punto de arrebatar la mayoría absoluta a Benno Bokk Yakar, la coalición en el poder, convirtiéndole de facto en el principal líder opositor.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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