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La bola de fuego mortal que sacudió la noche de Valladolid: “Nos quedamos sin nada”

Una fallecida y 14 heridos al estallar una bolsa de gas en un bloque de viviendas de Valladolid. El Ayuntamiento valora si hay que derribar todo el inmueble

Juan Navarro

Una bola de fuego iluminó el barrio de La Farola de Valladolid a las 11 de la noche del martes. Una explosión de gas acababa de convertir en escombros el lado derecho del bloque de viviendas sito en el número 32 de la calle de Goya. Los vecinos salieron como pudieron. Pero faltaba Teresa Bergondo, la mujer de 53 años que vivía en el piso 1º C con tres perros, cuatro gatos y dos hurones. A las 5.30, bajo lo que habían sido los muros de su propia casa, fue hallado el cadáver de esta vecina, única víctima mortal de la deflagración, que se originó por la acumulación de gas en la casa de la propia fallecida. Catorce personas más resultaron heridas. La mayoría ha vuelto esta mañana a la calle, aún acordonada, para ver qué ha sido de su hogar y sus pertenencias. Un niño explica la noche caótica a un amigo en un parque próximo: “Me dormí a las cinco de la mañana; oía el nino nino de [las sirenas de] los bomberos y los pam de las paredes que se caían”.

Los afectados miraban con rostros de sueño y de preocupación el interior de sus casas, ahora sin ventanas y con las paredes tintadas de negro, perfectamente visibles desde las aceras. “Nos mudamos hace dos meses, pero ahí están mis ahorros invertidos”, se lamenta Enrique León, de 42 años, junto a Ana Hernández, de 31. Él posee el 2º A, relativamente a salvo pese a la magnitud de esa explosión y la devastación ocasionada en ese primer piso. León explica que allí ha vivido durante años con su abuela hasta que la ingresaron en una residencia de ancianos, cuyos 1.600 euros mensuales cubría parcialmente con los 800 que cobraba alquilando la casa a una pareja de jóvenes.

La mañana transcurre en calma en la calle. Nada parecido a la noche, en la que se convirtió en una turbamulta. Tras la bola de fuego, llegó el incendio, pequeñas explosiones, vecinos huyendo... “Las llamas han llegado hasta arriba del todo”, explicaban los bomberos que durante la noche han estado trabajando en el edificio. “Señores, están mirando para nada; aléjense, que hay riesgo de que caigan cascotes”, exige un agente de policía mientras los bomberos, izados en las escalas de sus vehículos, limpian de escombros las terrazas reventadas por el impacto, con barandillas al borde de caer al suelo, ventanas hundidas, persianas abombadas en edificios aledaños y los restos de coloridas cortinas, aún colgando de los marcos arrasados.

“O sea que ha sido ahí”, comenta un niño que llega con su madre mientras un hombre mayor, apoyado en su bastón, se acerca hasta el precinto policial sin saber bien lo ocurrido. Al ser informado, pregunta cómo ha podido ocurrir algo de tal magnitud. Aún huele a humo y de vez en cuando asoman nubes grises, motivo por el que los funcionarios de lucha contra el fuego piden máxima atención.

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La fallecida, de nombre Teresa Bergondo, llevaba varios años residiendo en el inmueble afectado. Sus conocidos explican que se había quedado viuda pocos meses después de divorciarse. Una de sus tres hijos alertó durante la noche de que su madre no respondía a sus llamadas y se personó en Goya, desesperada, temiéndose lo que a las seis de la mañana confirmaron las autoridades cuando lograron enfriar el piso y acceder en busca de posibles víctimas mortales. Junto a ella, los restos de tres de sus cuatro gatos (uno ha sobrevivido, lo han hallado a mediodía), tres perros y dos hurones que la acompañaban. El concejal de Vivienda, Ignacio Zarandona, ha anunciado que el Ayuntamiento está analizando con los técnicos si será necesario demoler el bloque y ha señalado la vivienda de la difunta como probable foco de los hechos.

Unos bancos a la sombra sirven como cobijo a Julia Salamanca, de 75 años, aún nerviosa ante la deflagración que la sorprendió en la cama, viendo la televisión, en su casa del 4ºC. “Este susto no se me va en la vida”, solloza con apósitos en los brazos para cubrirle algunas heridas. Los bomberos la evacuaron en camisón y esta mañana se ha comprado un vestido para aguantar el tiempo necesario hasta volver al hogar con garantías. “Van a derribar una parte, nos quedamos sin casa, sin nada”, exclama por teléfono poco antes de agradecerle a un bombero que le haya traído de su vivienda la prótesis dental olvidada en la mesilla al huir casi a medianoche.

La explosión pilló a Joaquín Fernández, de 75 años, viendo una película de acción. Aún recuerda el susto y el temor por su vida: de haber estado “cacharreando” en un “despachito” que tiene junto a la ventana, quizá las esquirlas de cristal y cascotes lo hubieran herido. Alejandro Angulo, de 90, observa en el bloque de enfrente cómo en cuestión de minutos sucedió la tragedia. Más tranquila se muestra Ana María Manzano, de 90 años, asomada al portón que antecede a un patio donde con densas higueras. “Soy una moderna”, presume, con una cocina de carbón y otra de gas alimentada por bombonas almacenadas a pocos metros del inmueble destrozado. “¡No me da miedo, las tengo un poco alejadas de la casa por si acaso explotan!”, comenta como si nada ante el frenesí ocasionado por el impacto por, a falta de las últimas ratificaciones, el gas conservado en una bombona naranja como las suyas.

Explosion Valladolid
Los bomberos trabajan en la extinción del incendio de anoche en Valladolid.CLAUDIA ALBA (Europa Press)

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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