Feijóo se alinea con Vox y acusa al Gobierno de “politizar la familia”
Mañueco asegura ante el presidente del PP que la lucha contra la violencia machista se ha “reforzado”en Castilla y León tras su pacto de coalición con la extrema derecha
Ha sido una semana más movida de lo previsto en Génova 13 por el enfrentamiento de su candidata en Extremadura, María Guardiola, con Vox, y el líder del PP decidió cerrarla precisamente en Castilla y León, donde su partido gobierna con la extrema derecha desde hace algo más de un año.
En la primera parte del mitin de su partido el domingo en Salamanca, el presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, vino a decir que su acuerdo con Vox no había sido para tanto: “Desde que formamos Gobierno se han oído muchas cosas, pero la única realidad es que seguimos creciendo en derechos sociales, en la igualdad entre hombres y mujeres y hemos reforzado la lucha contra la violencia machista”. El pacto de Castilla y León fue el primero en el que, a demanda de Vox, se eliminó el concepto de violencia machista para sustituirlo por el de “violencia intrafamiliar”. Santiago Abascal insistió el domingo, entrevistado por El Debate, en que “la ley de violencia de género solo sirve para criminalizar al hombre y tiene como objetivo la lucha de sexos”.
En la segunda parte del mitin de Salamanca, Feijóo —que no mencionó el pacto con Vox en Castilla y León—, se alineó con las tesis de la extrema derecha al acusar al Ejecutivo de “politizar la familia” y dividir los distintos modelos en “correctos e incorrectos”. “En estos cinco años de Gobierno de Sánchez, hemos visto un listado interminable de tipos de familias y un listado muy pequeño de ayudas a las familias”, dijo. El PP recurrió, y perdió, ante el Tribunal Constitucional la ley —aprobada en 2005, bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero— que permite a las personas del mismo sexo contraer matrimonio y adoptar; es decir, formar su propia familia. “La filiación adoptiva” decía el recurso de los populares, “tiene como referencia la filiación biológica y, por consiguiente, el ámbito natural en el que se desenvuelve el menor es la unión heterosexual”.
Y en el descanso del mitin, durante una charla moderada por Carmen Fúnez, vicesecretaria de políticas sociales del PP, la portavoz de la Agrupación de Madres de Adolescentes y Niñas con Disforia Acelerada (Amanda) dijo: “El 80% son chicas que rechazan la idea de convertirse en mujeres porque rechazan los estereotipos sexistas y están aterradas ante el contenido que descubren en el porno […] Se convierte a los docentes en detectores de transexualidad y deben alertar de un posible caso de infancia trans si una niña solo quiere jugar al fútbol. […]. Nadie está libre. Mañana, puede llegar su hija y decirle: ‘Mamá, he descubierto que soy trans’. Les dirán que elijan entre un hijo trans o una hija muerta. No caigan en la trampa: el suicidio es 19 veces más probable si alientan la transición de su hija”.
Fue en ese escenario, zona cero de los pactos con Vox y donde hace unos meses se discutía si había que obligar a las mujeres que habían decidido abortar a escuchar el latido fetal, en el que Feijóo quiso exponer sus propuestas en materia de familia y asuntos sociales. Siguiendo la estela de Isabel Díaz Ayuso, quien planteó, ya en 2019, considerar al “concebido no nacido” como un miembro más de la unidad familiar para solicitar el título de familia numerosa o una plaza escolar, Feijóo prometió aumentar la cuantía de la prestación por hijo a cargo, “que se podrá cobrar desde el quinto mes del embarazo”. También “bonificar a los empleadores y empresas cuando contraten a una trabajadora madre de forma indefinida”. En 2012, el Gobierno del PP eliminó las bonificaciones mensuales de las cuotas empresariales a la Seguridad Social por contratos indefinidos de las mujeres que regresaban a su puesto de trabajo tras la maternidad o excedencia por el cuidado de los hijos.
Mientras, Ayuso, dejó caer en una entrevista en El Mundo que su compañera María Guardiola debería reconsiderar su veto a la extrema derecha: “En este momento decisivo para España, hay que encontrarse con Vox pese a discrepar”, dijo, y añadió para subrayar su argumento: “Me he encontrado con cargos sensatos en Vox que no quieren ni acabar con las mujeres ni con los homosexuales”. La postura del líder del PP al respecto, de momento, es que depende. Después de que su candidata en Extremadura dijera que no podía meter en su Gobierno a quienes “niegan la violencia machista, deshumanizan a los inmigrantes y tiran a la papelera la bandera LGTBI”, el líder del PP explicó las diferencias con otros territorios, como la Comunidad Valenciana, donde su socio mantiene idéntico espíritu y programa: “El PP de Extremadura obtuvo casi el 39 % de los votos y Vox, el 8%. El PP es un partido que tiene principios y que no va a mimetizarse con las políticas de Pedro Sánchez. Los resultados en Valencia son totalmente distintos: Vox no tiene el 8%, tiene el 12%. Y es evidente que ante esa necesidad de número de diputados en Valencia distinta a la de Extremadura se ha optado de manera correcta”. Es decir, el precio de los principios es el 12%. El último barómetro de 40dB. para EL PAÍS da a Vox un 13,8% de estimación de voto en las generales del 23 de julio.
Feijóo ridiculizó la iniciativa de Sánchez de “entrevistar a sus ministros” y aseguró que, además de “un gran actor”, es “un gran presentador”. Algunos momentos de la intervención del líder del PP recordaban a esos monólogos de comedia stand up que dejan una pausa para que el público se ría: “Tenemos muchos compañeros al sol. Espero que el servicio de dermatología del hospital Clínico mañana no incremente su lista de espera. Y, en consecuencia, una crema hidratante después de esta exposición solar es lo que sin duda prescribiría cualquier dermatólogo [Risas]”. “Oye, estos pájaros que están pasando por aquí, ¿son vencejos o golondrinas? La primera cigüeña que vi en mi vida fue en León y me quedé tan sorprendido que se reían de mí [más risas]”. El chascarrillo político, muy tentador en campaña, casi nunca sale bien. Lo han aprendido, a las malas, también dirigentes socialistas, como Emiliano García-Page, que vio pertinente hacer bromas sobre la vida sexual de sus hijos en un mitin reciente.
Fue a una de las ministras de Sánchez, Nadia Calviño, vicepresidenta de Economía, a quien el PSOE le encargó su acto principal de precampaña el domingo, antes de la entrevista del presidente del Gobierno con Jordi Évole en La Sexta. Mercedes González, secretaria general de los socialistas en la ciudad de Madrid, también tiró de juegos de palabras: “Nosotros tenemos a Nadia. ¿Qué tiene el PP? Nada”. Calviño, a la que le salió una frase rajoyniana —“con las cosas de comer no se juega y los experimentos hay que hacerlos con gaseosa”— recogió el capote: picó a Feijóo para que resuelva el misterio y les diga ya quién es su apuesta económica “en caso de que lleguen a gobernar con Vox” para que pueda debatir con ella o él.
La vicepresidenta aseguró que si el PP llega al poder, los fondos europeos corren peligro: “Supondría un frenazo porque hay unos compromisos que vamos cumpliendo y que nos permiten seguir teniendo este flujo de recursos del presupuesto comunitario que se interrumpiría, como está ocurriendo en Italia, si un nuevo Gobierno decide cambiar radicalmente de rumbo”. Durante su intervención, en el Puente de Vallecas, una mujer la interrumpió varias veces para preguntarle qué iban a hacer con los okupas. Calviño le respondió en directo y después se fue a hablar con ella y con su marido, que padecen esa situación en su bloque de viviendas. Fuentes del equipo de la vicepresidenta afirman que le aclaró que la ley de vivienda no favorece la okupación y que el adelanto electoral frustró un intento de agilizar los trámites de desalojo.
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