_
_
_
_
_

El asesino de Algeciras consumió material yihadista en los últimos meses, según el análisis de los dispositivos electrónicos

Los investigadores creen que Yasine Kanjaa pudo radicalizarse de forma exprés. Interior mantiene la cautela y se limita a calificar los hechos como “terrorismo”

La policía acordona la zona en la que se produjeron los ataques de Yasine Kanjaa en Algeciras. Foto: CRISTINA QUICLER (AFP) | Vídeo: EPV
Patricia Ortega Dolz

La investigación acerca de la naturaleza del ataque perpetrado por un joven marroquí de 25 años que mató a un sacristán e hirió gravemente a un sacerdote en Algeciras el pasado miércoles está dando sus frutos. Los últimos análisis realizados por los investigadores en los dispositivos incautados en la vivienda del agresor, un piso okupado en el centro de la ciudad gaditana, evidencian que “consumía material yihadista”, según fuentes policiales. Los agentes no han encontrado dispositivos de memoria, tipo pendrive, con contenido radical, pero sí otros indicios que, aseguran, les llevan a esa conclusión. Fuentes judiciales apuntan a que se trata de consultas y visitas a páginas de redes sociales como Facebook. Y fuentes policiales lo confirman, a la espera de rastrear y analizar el resto de materiales. Hasta ahora, los investigadores carecían de elementos que les permitieran calificar de yihadista el ataque, ya que “no constaba que Kanjaa estuviese radicalizado”, según explicaron y confirmaron este jueves fuentes del Ministerio del Interior. El hallazgo apunta a que el presunto asesino “podría haberse radicalizado” de manera exprés, señalan las mismas fuentes, convirtiéndose así en lo que se llama “un lobo solitario”, es decir, un individuo que actúa solo, por su cuenta, pero respondiendo a la llamada de la yihad.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo el jueves que Kanjaa “nunca ha estado en el radar de un servicio nacional por radicalización, y tampoco en ninguna de las bases de datos de los distintos países amigos cercanos donde haya tenido residencia”. Grande-Marlaska no usó en ningún momento el término “yihadista”. Sin embargo, la Audiencia Nacional y la Fiscalía calificaron desde el principio el caso como un delito de asesinato “con fines terroristas”, y el juez Joaquín Gadea lo vinculó en su auto inicial con el “salafismo yihadista”, la corriente más radical del Islam. Este viernes, tras conocerse los últimos hallazgos de la investigación, fuentes de Interior han ratificado que siguen manteniendo que “la principal hipótesis con la que se trabaja es la de un ataque terrorista”, sin llegar a ponerle el calificativo de yihadista, “a la espera de que el avance de la investigación vaya apuntalando los hechos y clarificando la naturaleza de los mismos”.

“Se está estudiando, investigando con una razonable naturaleza terrorista, pero, como está en ciernes y hay circunstancias concurrentes, no hay nada que pueda descartarse”, matizaba Marlaska, en referencia a otros aspectos de la investigación que sí estaban claros: que el atacante tenía “algún tipo de trastorno mental” y que “actuó solo”. Los compañeros de piso de Kanjaa, también interrogados por los investigadores de los servicios de Información, describieron un cambio muy drástico en su comportamiento desde que había dejado de consumir drogas, y explicaron que les había amenazado en más de una ocasión, que estaba enloquecido, que aseguraba ver al diablo y que había empezado a rezar de manera compulsiva recientemente. También señalaron que había cambiado de indumentaria y se había dejado barba, al mismo tiempo que les increpaba por fumar y beber en la vivienda.

Como ha sucedido en otros casos de ataques yihadistas, al posible desequilibrio mental del autor se une el consumo de contenidos islamistas, que pudieron transformar el comportamiento de Yasine Kanjaa del modo que describen sus asustados compañeros, y detonar las agresiones. Esa parece ser la fina línea que ahora separa la versión del Ministerio del Interior, que mantiene todas las cautelas, de la de la Fiscalía y el juez, que apuntan a que se trata de un ataque yihadista y entienden que debe de ser un médico quien determine si existe o no algún tipo de trastorno mental, al margen de cualesquiera otras diligencias.

En esta tesitura, fuentes de la investigación explican que se siguen analizando los dispositivos incautados, y han pedido una prórroga de la detención “para tener más tiempo para investigar”, que ha sido concedida por el juez este mismo viernes. Yasine Kanjaa, que llevaba en España algo más de un año de manera irregular y que, según fuentes de la investigación, se ganaba la vida “haciendo trabajos esporádicos y chapuzas”, tenía abierto un procedimiento de expulsión desde el pasado junio porque carecía de documentación. Desde este viernes se encuentra ya en dependencias policiales de la Comisaría General de Información (CGI) en Madrid, donde será interrogado en las próximas horas y en cuyos calabozos pasará el fin de semana. Está previsto que el arrestado pase a disposición judicial el próximo lunes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
Antonio Rodríguez, en el centro de la imagen, en su comunidad salesiana tras el alta hospitalaria.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_