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Toques de campana a difuntos y llantos por el sacristán Diego Valencia, muerto en el ataque en Algeciras

Mil personas guardan cinco minutos de silencio en la ciudad gaditana por unos sucesos que han conmocionado a las comunidades católicas y musulmanas

Mujeres musulmanas muestran sus condolencias y repulsa al ataque a dos iglesias católicas en Algeciras (Cádiz), en el que falleció un sacristán.Foto: MARCOS MORENO | Vídeo: EPV

El toque de campanas a difuntos corta el, ya de por sí, frío aire de la plaza Alta de Algeciras (Cádiz). El corro apelotonado de políticos, mandos policiales, medios de comunicación y vecinos se articula en torno a las velas y flores que, al mediodía de este jueves, no paran de crecer. Allí, a pocos pasos de la puerta principal de la iglesia de La Palma cayó desplomado este miércoles el sacristán Diego Valencia después de ser agredido mortalmente supuestamente por Yasine Kanjaa. El joven marroquí, de 25 años, fue detenido poco después, tras recorrer con un machete un camino de terror que le llevó por dos iglesias y en el que agredió a varias personas, entre ellas al sacerdote salesiano Antonio Rodríguez, hospitalizado grave pero estable.

“Que este ataque sea el primero, el único y el último”, ha exclamado el alcalde Jose Ignacio Landaluce tras los cinco minutos de silencio en una plaza abarrotada por unas 1.000 personas, según estimaciones de la Policía Local. Tras azuzar el avispero de la ausencia de efectivos policiales en la ciudad —desmentida por el Gobierno, que asegura que han pasado de tener 1.201 agentes en el municipio en 2018 a los 1.363 actuales—, el alcalde del PP ha optado por un perfil bajo y no ha querido hacer declaraciones tras el sobrecogedor silencio. Tan solo ha dado las gracias a quienes protegen la ciudad y ha hecho una leve referencia a que “sean más”, luego se ha acercado a los medios para confirmar que la capilla ardiente del sacristán Valencia se instalará en la iglesia de La Palma este jueves, a partir de las 18.00.

Ataque en Algeciras
Concentración en la plaza Alta de Algeciras (Cádiz) en repulsa por los ataques a iglesias en lo que un hombre mató al sacristán Diego Valencia.Marcos Moreno

El silencio se ha roto con un espontáneo “¡va por ti, Diego!”, pronunciado por uno de los vecinos congregados. Para ese entonces, el párroco de La Palma, Juan José Marina, contenía las lágrimas como podía mientras parecía musitar un rezo. Al homenaje también se han sumado poco después familiares del fallecido, hermana y sobrinos, incapaces de contener las lágrimas, mientras eran consolados por algunas de las autoridades presentes en el acto.

La ministra de Transporte, Raquel Sánchez —que tenía previsto un acto institucional en la ciudad—, el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, o la consejera de Fomento de la Junta de Andalucía, Marifrán Carazo, también han optado por un perfil bajo, después de que espontáneos congregados en la plaza comenzaran una leve pugna dialéctica sobre las supuestas disensiones entre las comunidades católicas e islámicas de la ciudad. El Consistorio cifra esta última entre 12.000 y 15.000 personas, en una ciudad de 121.400 habitantes. “No le conocíamos. En nombre de la comunidad musulmana condenamos un acto asesino contra una persona religiosa y noble. Que no se ponga en tela de juicio la convivencia de Algeciras”, ha exclamado Dris Mohamed, portavoz de la comunidad islámica de El Saladillo. Tanto él como otros musulmanes congregados en la plaza han realizado un breve rezo por la víctima mortal, poco después de acabar el acto.

Mohamed ha confesado sentir preocupación por “los mensajes de odio” que ha comenzado a recibir por redes sociales. Son los mismos que unos pocos aislados han aireado en la plaza —azuzados por una convocatoria que Vox había realizado en la plaza una hora antes—, quejosos por la congregación de migrantes en situación irregular en la ciudad. Sin embargo, no era ese el mensaje preponderante en una plaza en la que el párroco de La Palma ha resaltado la convivencia pacífica entre los distintos cultos y cómo “muchas de las familias que reciben ayuda de Cáritas son musulmanas”. “Conocía mucho a Diego. Era una persona que ayudaba a la ciudad y que desde la sacristía siempre estaba ayudando precisamente a ellos [por las personas musulmanas sin recursos]”, ha explicado una vecina de 90 años feligresa de La Palma que ha preferido mantener el anonimato.

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“Queríamos estar aquí para dar nuestro apoyo a la familia”, explicaba una hora antes de la concentración Bouchar El Hazani, marroquí de 46 años casada con un español, y con una hija. “Tengo el corazón mitad de España mitad de Marruecos. Y estas cosas no deben pasar, estamos absolutamente en contra”, subrayaba la mujer. A su alrededor había una nube de periodistas y decenas de cámaras de televisión en una plaza tomada por la Policía Nacional con tres furgonetas y una veintena de agentes fuertemente armados. Un puñado de velas encendidas junto a un ramo de flores ejercía de pequeño altar en recuerdo a la víctima.

Aziz Hamdi, también residente en Algeciras desde que llegó para estudiar hace dos décadas, se acercó minutos antes de la concentración para mostrar su repulsa a lo ocurrido. “En casa no hemos podido dormir. Yo no soy nadie, pero desde la comunidad musulmana pedimos perdón a su familia, a la que debemos todos apoyar al máximo”, sostenía Hamdi, que destacaba la buena convivencia en la ciudad. “No hay problemas”, señalaba. “Aquí nos llevamos bien con todos. Hay mucha gente buena. Hay personas malas de todos los colores y en todas las religiones”, añadían José y Pilar, matrimonio algecireño, media hora antes del minuto de silencio. “Aquí nos queremos todos, nos respetamos, llevamos muchos años de buena convivencia. Nada de esto debería pasar”, señalaba Pepi Valencia, prima de la víctima. “Es como si hubiera perdido a un hermano”, se lamentaba emocionada.

“Ahora tenemos miedo. Cuando nos enteramos de lo que pasó, decidimos cerrar el negocio. Nadie sabía qué podría pasar”, contaba Najat Sadik, de 52 años, que regenta una tienda de segunda mano en el barrio de La Caridad, muy cerca de donde vivía el sacristán fallecido. “Me cruzaba mucho con él, lo he visto muchas veces porque llevo ya 20 años en Algeciras”, afirmaba Sadik.

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