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La caída del Rey del Gas, dueño de un imperio de bombonas ilegales en el sur de España

Después de tres años siguiendo sus pasos, el Seprona detiene a los cabecillas de la mayor red europea de tráfico de productos gaseosos refrigerantes que se vendían a precio de ganga

Patricia Peiró

La bombona de gas salía de China, se aparcaba temporalmente en el puerto de Valencia y acababa en un taller de Albacete, Cuenca o Córdoba. El Rey del Gas o El Ucraniano, como lo llamaban sus compinches, se hizo de oro con estos bidones de colores chillones. Desde su lujosa casa a las afueras de Valencia, N. B. dirigía la mayor red de tráfico ilegal de gases refrigerantes de Europa. Pero hace dos semanas, todo se vino abajo cuando los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) entraron en su chalet e hicieron estallar su negocio. Desde entonces, permanece en prisión junto con otras cinco personas, sus más estrechos colaboradores.

El entramado era complejo, pero estaba bien engrasado. La gran mayoría de los detenidos en esta operación, 34 en total, tenían antecedentes por tráfico de drogas y por robo de vehículos. Esta vez, usaban las mismas vías y logística, pero cambiaban el producto. Los gases con los que traficaban son de curso legal, su trampa estaba en que los introducían en España sin declararlos. Estos bidones están gravados en las fronteras nacionales mucho más que otros menos contaminantes y son muy apreciados por muchos pequeños y medianos negocios que todavía no se han renovado para operar con gases menos dañinos para el medio ambiente. En resumen, hay empresas con cámaras frigoríficas, aire acondicionado, supermercados, secaderos de jamón o talleres mecánicos que prefieren jugársela y comprar este producto en el mercado negro, antes que renovar su sistema para funcionar con los que ahora son más baratos. España es uno de los cinco países de la Unión Europea (UE) que más gases refrigerantes consume.

La trama se aprovechaba de esta legislación propia de España. “Muy pocos países de la UE tienen este impuesto a los gases más tóxicos, por eso era el lugar perfecto para enriquecerse con este negocio”, explica el comandante del Seprona Carlos Astrain. Al ser una normativa novedosa, que data de 2018, el control era todavía escaso. Hacía tiempo que diversas voces en el sector alertaban de la actividad de estas mafias, especialmente porque los ingresos derivados de los nuevos impuestos se estaban quedando muy por debajo de las previsiones iniciales. Ahí había un hueco por el que se iba el dinero, una oportunidad de negocio que no desaprovechó el Rey del Gas.

La red, que operaba principalmente en el sur de España, abastecía a sus clientes de bidones muy contaminantes a precio de ganga. “En China una de estas bombonas puede costar 60 euros y cuando llega a España, de forma legal, sube hasta los mil. Esta red los vendía a 500, un auténtico ahorro para los compradores con un amplio margen de beneficio para ellos”, resume el comandante. “Esta red ahogaba a los empresarios que venden gases refrigerantes pagando todo lo que hay que pagar en aduanas”, recalca Astrain.

El día que el Seprona dio el golpe mortal a la organización se incautó de 120 toneladas de gases, que en ese momento estaban almacenadas o a punto de ser distribuidas. Estos bidones sumaban en el mercado un ingreso de más de nueve millones de euros, de los que 3,5 millones deberían haber sido para Hacienda. Esta cantidad contamina el equivalente a realizar 3.960 veces el vuelo entre Madrid y París, según los cálculos de la Guardia Civil. Si eso es lo que encontraron en esta foto fija, las cuentas para calcular lo que movieron en los últimos años son astronómicas.

Los agentes descubrieron que los bidones llegaban al puerto de Valencia, donde vivían los cabecillas. De allí viajaban a los centros de distribución en Granada, donde los recibían los que los investigadores llaman “los emprendedores”. Ellos los distribuían a sus intermediarios, que acababan vendiendo el producto final a pequeños negocios en 17 provincias. “Son los reyes del gas, lo que tienen es oro”, se escucha a los investigados de Granada decirse en las llamadas telefónicas. En las conversaciones interceptadas también detallan las justificaciones que darían en caso de que les hicieran inspecciones de sus bidones.

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Sin precedentes

Astrain es uno de los investigadores que ha seguido todos los pasos del líder de esta red y de su círculo más cercano desde hace tres años, uno de los que tenía que comer un bocadillo en un coche mientras esperaba a que el ahora detenido acabara la comilona en un restaurante de lujo del Levante. Horas y horas de seguimiento y de escuchas telefónicas para apuntalar una acusación sin precedentes en España por traficar con gas. Se aprendieron de memoria todos los coches de lujo que el líder, de origen ucranio y marroquí, había comprado para blanquear los millones que entraban en sus 20 cuentas bancarias, ahora intervenidas.

El líder tenía un conocimiento tan profundo de la burocracia y el papeleo propio de estas importaciones que era capaz de justificar la punta del iceberg de sus operaciones y mantener a todo trapo un próspero negocio bajo la superficie. “Lo que hacía era recibir su mercancía en tránsito en el puerto de Valencia, donde justificaba con documentación que solo estaba de paso y que el destino final era Rusia”, detalla Astrain. Por este motivo, también se investiga si tenía secuaces en Moscú que le ayudaban a aparentar que la mercancía sí había llegado allí.

Igual que Al Capone acabó en la cárcel por sus delitos económicos antes que por sus homicidios, los investigadores se centraron aquí en demostrar el fraude y la estafa, aunque sin olvidar las infracciones medioambientales. En la operación se han intervenido efectos por valor de más de 1,2 millones de euros entre dinero en metálico, una veintena de cuentas corrientes y 14 coches. Además, han comprobado que la organización no había dejado atrás del todo su pasado con el narcotráfico porque los investigadores también hallaron un laboratorio para el corte de cocaína. Un imperio de polvo y gas que se ha desmoronado.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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