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La caída del chat europeo del crimen complica la vida a los narcos del Estrecho

La infiltración de policías en EncroChat ha derivado en miles de mensajes que incriminan a traficantes como El Pantoja y ya enredan su futuro legal

Clan de los Pantoja
Agentes de la Guardia Civil acompañan a un detenido durante la última operación, del pasado 2 de marzo, en la que se investiga a Jesús Heredia, 'El Pantoja'.A.Carrasco Ragel (EFE)
Jesús A. Cañas

El inicio del verano de 2020 fue mucho más convulso de lo que seguramente esperaba el narco Jesús Heredia, Pantoja, uno de los grandes capos del Estrecho que, por aquel entonces, aún quedaba por detener. A finales de mayo, pillaron a 36 miembros de su banda y él acabó en busca y captura. Algo más de un mes después, lo apresaron mientras comía en un restaurante italiano de Chiclana de la Frontera. Entre esos dos acontecimientos, el 13 de junio, EncroChat, el Whatsapp del crimen organizado europeo, lanzó una alerta a sus usuarios en la que avisaba de que habían sido “infiltrados” por la policía. Fue justo en los días en los que varios miembros de esa red se intercambiaban mensajes en los que comentaban la foto de una de las noticias de los líos policiales del Pantoja. Esa conversación ha resultado ahora clave para señalar al narco como cliente de EncroChat, mantenerlo en prisión provisional y ensombrecer, aún más, su ya de por sí enmarañado futuro procesal.

De golpe, se incorporaron “unos 3.000 mensajes” procedentes de EncroChat a la instrucción de la Operación Barros que, hasta ese momento, ni contaba con El Pantoja como principal investigado, según reconoce su abogado, Manuel Morenete. Sin embargo, los chats lo señalan como un posible usuario de la red —con seudónimo— en conversaciones que hablaban sin tapujos ni rodeos de alijos, portes desde Marruecos y dinero. La consecuencia ha sido que, el pasado marzo y pocos días después de acabar detenido por otro caso de narcotráfico, la Fiscalía Antidroga de Cádiz consiguió el visto bueno del juez para mantener al Pantoja en prisión provisional, dadas las nuevas pruebas que lo acorralan.

No es el único al que le ha impactado de pleno la onda expansiva de EncroChat. La fiscal antidroga de Andalucía, Ana Villagómez, cuantifica en al menos seis las causas abiertas contra narcos que se han visto nutridas por los mensajes interceptados en esta red privada y otra, Anon: dos causas se instruyen en Algeciras, otras dos en Chiclana, una en Málaga y otra más en la Audiencia Nacional. En todas las investigaciones, la información ha llegado después de que la Audiencia y la Fiscalía Antidroga solicitasen, a través de órdenes europeas de detención, la información a Francia, cuya policía, junto a la holandesa, fueron claves para poder infiltrarse en el chat. Los datos, descargados con copia segura, han acabado en manos de la policía y la Guardia Civil “para que intenten averiguar los usuarios de esos teléfonos”, tal y como apunta la fiscal Villagómez.

Circunloquios para ocultar el delito

Algunas veces han sido mujeres. Otras, fresas. Incluso también se han valido de las referencias al tiempo y las mareas. La lista de circunloquios que los narcos han usado para referirse a lo que realmente querían decir, narcolanchas atestadas de hachís desde Marruecos, es larga. Por eso, en esta ocasión a los investigadores les sorprendió el nivel de detalle de las transcripciones de Encrochat: “Sale mucha información que pensaban que era segura. Embarcaciones en el agua, fotos de hachís, de dinero. Todo lo que ellos pensaban que nunca se les iba a intervenir”, apuntan fuentes judiciales cercanas al caso. El paquete de miles de mensajes arranca en abril a junio de 2020, momento en el que los responsables de la red alertaron a los usuarios de que habían sufrido una brecha de información “por entidades gubernamentales”.

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Hasta ese momento, EncroChat se vendía como una comunicación cifrada y anónima que se producía en un móvil encriptado equipado con una aplicación de mensajería. “El servidor estaba en Francia. La empresa garantizaba el anonimato, todos los usuarios eran con nick [un alias], no tenía ni ubicación, ni dirección IP. Cobraban más de 2.000 euros por servicio”, resume la misma fuente. La supuesta presencia de narcos del Estrecho de Gibraltar confirma el nivel de poderío económico y de medios técnicos de los que gozan los traficantes de la zona, siempre empeñados en ir varios pasos por delante de los investigadores.

De los 3.000 mensajes que complican ahora la defensa legal de El Pantoja, han resultado ser clave unas “conversaciones entre terceros que hacen mención a una noticia de prensa en la que sale él” en el inicio del verano de 2020, apunta Morenete. Sin embargo, para el abogado no está tan claro siquiera que su cliente participase en la red bajo seudónimo: “Pongo en duda que el usuario sea él, pero aunque lo fuera, son alijos que no son atribuibles a él”. Y no es la única reticencia que plantea el letrado, receloso de que la forma en la que se pretenden incorporar los datos a las investigaciones ya existentes sea válida o legal. “Está muy verde. Sobre todo, después de la sentencia del 5 de abril del Tribunal Europeo que determina que el almacenamiento masivo es ilegal”, puntualiza.

Lo cierto es que aún está por ver la utilidad legal que tendrán los mensajes intervenidos a los narcos. Por el momento, como explica Villagómez, ya se han planteado recursos de las defensas de otros casos por considerar que los datos obtenidos suponen una investigación prospectiva —contra la persona, más que contra un hecho concreto—, algo que está prohibido en España. “Hasta ahora, la Audiencia Nacional lo ha considerado válido, porque la forma en la que se obtuvieron los datos en Francia es legal”, apunta la fiscal. Pero Morenete no está de acuerdo con esa interpretación: “Pongamos que el 90% sean presuntos narcos, pero habrá otra gente que no. La Guardia Civil ha expurgado lo que les ha llegado y en las investigaciones que tenían las han colado. Eso no es lo que dice el sistema judicial español”.

Con la duda de qué pasará, por ahora, la Audiencia Provincial de Cádiz ha rechazado el recurso contra la prisión provisional de El Pantoja, sustentada precisamente por todos los mensajes de Encrochat que han dado un giro a la causa por la que se le investiga. Por ahora, los magistrados han rechazado que estén en el momento de valorar si son pruebas nulas o no. “Pero a priori, le da validez”, apunta Morenete. Habrá que esperar tanto a ese juicio, como a los que llegarán de otras causas también enredadas con EncroChat, para confirmar si el chat europeo del crimen ha acabado por convertirse en un dolor de cabeza más —de los muchos que se les amontonan— para los narcos del Estrecho.

Un narco cada vez más acorralado

J. A. Cañas

Jesús Heredia, Pantoja, tiene cada vez más causas abiertas. El pasado mes de marzo acabó detenido después de acabar vinculado a la banda de El Titi de la Janda, un viejo conocido de la Guardia Civil por su poderío en logística del narco. A la vez, Heredia está pendiente de sentarse en el banquillo en septiembre —tras dos aplazamientos— en Algeciras por la Operación Caniche-Rubio, la misma por la que estuvo fugado y acabó detenido en junio de 2020. Además de la Operación Barros, que es la que le ha llevado ahora a mantenerse en prisión provisional a cuenta de las nuevas pruebas localizadas en EncroChat, El Pantoja también está investigado por la causa del Rúa Mar, el pesquero que se hundió a principios de 2020 aparentemente atestado de fardos de hachís y dejó seis fallecidos. 

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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