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Tribuna
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Núñez Feijóo: una coronación reversible

Los líderes sobre los que deberá apoyarse el futuro líder del PP le jalearán a cambio de cederles poder en sus respectivas regiones y listas electorales

De izquierda a derecha, Díaz Ayuso, López Miras, Moreno Bonilla y Núñez Feijóo durante la última junta directiva nacional del PP.
De izquierda a derecha, Díaz Ayuso, López Miras, Moreno Bonilla y Núñez Feijóo durante la última junta directiva nacional del PP.Andrea Comas
Juan Rodríguez Teruel

Cuando Alberto Núñez Feijóo alcance la presidencia del PP el próximo mes de abril, para muchos se habrá restablecido el orden debido. Su carrera política y su formación se asemejan más a la de Aznar, Rajoy y algunos de quienes aspiraron a sucederles en el pasado. Es cierto que Casado nunca lo tuvo fácil con la ‘pesada herencia’ recibida: los estudios sobre liderazgos de partido señalan que quienes suceden a dirigentes de larga duración o a presidentes del gobierno salientes tienen muchas probabilidades de acabar mal y ser reemplazados en breve tiempo.

Pero las circunstancias en que Feijóo se hará con el liderazgo no se lo pondrán menos difícil. Feijóo, poco amigo de las improvisaciones en política, interpreta estos días el guion de una conspiración sobrevenida que no ha escrito él. Pocos han reparado en cómo Díaz Ayuso pronto tomó un segundo plano tras lanzar su órdago, dejando que otros hicieran el trabajo sucio en la defenestración a cámara lenta de Casado.

Forzaba así al político gallego a asumir un escenario imprevisto en condiciones desfavorables: Feijóo encabezará la oposición con un grupo parlamentario que no seleccionó, con un mapa de dirigentes autonómicas ajenos, y con una estructura provincial del aparato forjada por quienes acaba de tumbar.

Tendrá una oportunidad de revertir parte de ese cuadro en el congreso extraordinario, pero tampoco llega a él en las mejores condiciones. La aclamación interna que le ha aupado no significa otra cosa que una coronación a cobro revertido: todos esos líderes sobre los que deberá apoyarse le jalearán a cambio de cederles poder en sus respectivas regiones y listas electorales. Con ello, asistiremos a un cambio latente del modelo organizativo del PP, que remplazará la tradicional centralización presidencial construida por Aznar por una lógica más federal, esa misma lógica que caracterizaba al PSOE y que Pedro Sánchez casi ha eliminado. La medida definitiva de a cuánto poder está dispuesto a renunciar estará precisamente en la presidencia de Madrid, donde comprobaremos si aceptará el pacto de Fausto al que todos sus antecesores se resistieron.

Incluso su posición institucional será equívoca. En ausencia de escaño en el congreso, tendrá incentivos para mantener la presidencia autonómica por un tiempo, aunque para ello se enfrente a una irresoluble doble lealtad cuando deba fijar posiciones en la reforma de la financiación autonómica o los debates territoriales: ¿priorizará el interés del PP nacional o el de la Junta de Galicia?

Además, Feijóo deberá clarificar el paradójico desenlace de esta crisis. En último extremo, Casado ha caído tras ser empujado por aquellos que discutían su aversión hacia Vox y su (a menudo confuso) pragmatismo. Si aquellos no querían caldo, Feijóo les dará dos tazas, aunque algo indigestas: si su primera decisión quizá tenga que ser refrendar el pacto con la derecha radical en Castilla y León, deberá contraponerla con una relación más fluida ante el Gobierno en temas de Estado.

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Por último, y quizá más importante, Feijóo se hace con la presidencia del partido sin que ello implique necesariamente, por los motivos anteriores, convertirse en el candidato a la presidencia del Gobierno. A pesar de todos los compromisos que sin duda habrá exigido, esa decisión final dependerá de incógnitas aún por resolver en la evolución de la legislatura, incluyendo las próximas elecciones autonómicas y municipales.

Quizá todo ello le convierta en líder del PP con menor poder desde los tiempos de Hernández Mancha. Pero a diferencia del andaluz, Feijóo puede aún transformar ese cúmulo de debilidades en la base de su fuerza, si consigue persuadir al electorado decepcionado del centroderecha de que sabrá conducir mejor el malabarismo político que hoy sostiene a Sánchez en la Moncloa.

Juan Rodríguez Teruel es profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia y fundador de Agenda Pública.

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