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Canadá suspende de forma definitiva las labores de búsqueda de los 12 tripulantes desaparecidos del ‘Villa de Pitanxo’

Las autoridades aseguran que han prolongado el rescate más allá del tiempo señalado por las tablas de supervivencia tras el naufragio del buque gallego en el Atlántico norte, en aguas de Terranova

El barco 'Rio Caxil', el miércoles en aguas de Terranova en busca de los desaparecidos del 'Villa de Pitanxo'.Foto: EL PAÍS | Vídeo: EL PAÍS
Diego Fonseca Rodríguez

Unas 39 horas después de que se perdiese la señal del Villa de Pitanxo en aguas de Terranova (Canadá), un barco congelador de 50 metros de eslora que naufragó el martes a 450 kilómetros al sureste de la isla canadiense con 24 tripulantes a bordo, las autoridades del país norteamericano suspendieron de forma definitiva las tareas de búsqueda y rescate de los 12 desaparecidos del pesquero gallego, del que se lograron rescatar a tres personas y se localizaron nueve cadáveres. Javier Touza, presidente de la Cooperativa de Armadores de Pesca del Puerto de Vigo (ARVI), a la que pertenece el buque hundido, ha explicado a este diario este miércoles por la noche que el Centro de Coordinación de Rescate Halifax en Canadá no seguirá con los rastreos debido al mal tiempo en la zona, con temperaturas de hasta menos siete grados —y una sensación térmica superior—, olas de siete metros y agua gélida: “Es una malísima noticia, porque el apoyo logístico que nos estaban dando sus helicópteros, sus aviones, su flota, era muy importante en estas circunstancias. Alegan las dificultades de trabajar en estas condiciones de mal tiempo y mala visibilidad. Nuestros pesqueros siguen rastreando cualquier mínimo indicio, aunque no sé por cuánto tiempo. Quiero transmitir a las familias apoyo absoluto”.

Touza se refiere a los pesqueros que pertenecen a la cooperativa de armadores de Vigo que el miércoles se acercaron a la zona para contribuir a las tareas de auxilio, entre los que está el Playa Menduiña Dos, donde se encuentran alojados los tres rescatados de una balsa salvavidas el martes en plena crisis de hipotermia. Tanto este buque español como los demás que pertenecen a ARVI siguen en la zona en busca de los cuerpos de los tripulantes, pero las posibilidades de hallarlos son mínimas. Roberto Sotelo, capitán del barco de bandera española Rio Caxil, otro de los que participan en las labores de rastreo, explicaba el miércoles por teléfono a EL PAÍS que casi no hay esperanza: “No encontramos nada, de momento somos incapaces. El mar está muy revuelto, muy mal”.

Las autoridades canadienses han prolongado las operaciones de búsqueda y rescate más allá del tiempo señalado por las tablas de supervivencia en las condiciones extremas que se dan en las aguas del Gran Banco de Terranova y que indican que tras 24 horas no existen opciones reales de encontrar a los pescadores con vida. Las propias autoridades del país norteamericano han confirmado poco después en Twitter que abandonan las labores de rastreo. “Lamentablemente, a las cuatro de la tarde [hora local], debido a los resultados de la búsqueda exhaustiva de los aviones y los buques de Canadá durante más de 36 horas en una superficie de 900 millas náuticas cuadradas [3.086,9 kilómetros cuadrados], la búsqueda de los 12 marineros desaparecidos del Villa de Pitanxo se ha suspendido. Nuestros pensamientos y nuestros sinceros pésames van a las familias, amigos y la comunidad pesquera. El caso ahora será entregado a la policía como un caso de personas desaparecidas en el mar”, ha escrito en dos mensajes en esta red social el propio Centro de Coordinación de Rescate Halifax. Canadá había movilizado desde el martes aviones y helicópteros de la guardia costera y varios buques, entre ellos el Nexus y el Cignus.

El motivo del naufragio del Villa de Pitanxo es un misterio. El barco estaba prácticamente nuevo —construido en 2004— y la tripulación era experta. La zona al este de Terranova, en el Atlántico norte, es una de las más complicadas por sus características, con poca visibilidad, fuertes corrientes, vientos intensos y aguas gélidas. “Pero aunque las condiciones climatológicas no eran buenas en ese momento, tampoco eran extremas. Y era un barco muy moderno. Nos va a ayudar muchísimo poder hablar con el patrón, que es el testigo de lo que ha pasado, pero los supervivientes estaban en un estado de crisis hipotérmica y de momento solo han podido hablar con familiares directos muy poco tiempo”, explica Javier Touza.

El arrastrero contaba con dos balsas salvavidas y ambas fueron localizadas el martes. Una estaba vacía y en la otra estaban los tres supervivientes con cuatro de los fallecidos, es decir, los expertos temen que los 12 desaparecidos hayan quedado atrapados en el buque hundido o que hayan caído al mar.

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La notificación del fin de las operaciones de búsqueda y rescate se ha producido poco después de que el Centro de Coordinación de Rescates confirmase que al final se han recuperado nueve cuerpos y no 10, como se informó en un principio. El error es fruto de una confusión durante la comunicación con uno de los barcos pesqueros portugueses que participaba en las tareas de rescate. Tras la aclaración de las autoridades canadienses, los cadáveres recuperados son nueve y los desaparecidos ascienden a 12.

Los tres supervivientes son el patrón del barco, Juan Padín, su sobrino Eduardo Rial y un marinero originario de Ghana, Samuel Kwesi Koufi. Los tres viajan en el pesquero español Playa de Menduíña Dos, que también recuperó seis cadáveres. Otro cuerpo se encuentra en el pesquero portugués Franca Morte, y los dos cadáveres restantes han sido recogidos por el buque canadiense Nexus. Está previsto que los navíos lleguen a la costa canadiense —al puerto de San Juan (Terranova)— este próximo viernes a las 11.00 hora española.

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, afirmó el miércoles que la tragedia es la peor que sufre la comunidad pesquera en la región desde hace más de cuatro décadas, cuando en enero de 1978 el Mabel naufragó en las inmediaciones de las islas Cíes, a la entrada de la ría de Vigo. El suceso terminó con nueve supervivientes y 27 muertos, muchos de los cuales jamás se llegaron a encontrar, como ha pasado en otros naufragios, y provocó manifestaciones de cientos de personas en varias localidades gallegas para protestar por la falta de seguridad de los marineros, una de las profesiones de mayor riesgo, según reconoce la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, que este jueves viajará a Galicia para expresar su solidaridad y apoyo a los familiares y compañeros de las víctimas, ha dicho en el Congreso que es la “mayor tragedia” en el sector pesquero desde hace 38 años, en referencia al hundimiento del buque onubense Islamar III a unas 15 millas de la costa marroquí, en el que 22 marineros se dieron por desaparecidos y otros cuatro fueron hallados muertos. “Lo ocurrido en Canadá nos señala hasta qué punto es una actividad de extremo riesgo”, ha apuntado el ministro.

El barco Villa de Pitanxo, con base en Marín (Pontevedra) y propiedad del armador gallego Manuel Nores —dueño del grupo Nores—, llevaba 24 tripulantes a bordo, de los cuales 16 son españoles, cinco peruanos y tres ghaneses. El navío, que estaba faenando en los caladeros de la Organización de Pesquerías del Atlántico Noroeste (NAFO, por sus siglas en inglés) en busca de fletán y otras especies, emitió dos alertas durante la madrugada del martes, a las 5.24 hora española. Las recibió el Centro Nacional de Coordinación de Salvamento Marítimo (CNCS) de Madrid, que intentó contactar con ellos, sin éxito. La señal de la caja azul del barco —el sistema de geolocalización, que se comunica con la estación que lleva el seguimiento del buque, muy parecida a la caja negra que utilizan los aviones— se perdió en torno a las seis de la madrugada sin que de momento se haya localizado el navío en las profundidades del Atlántico norte.

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Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Deportes de EL PAÍS, en donde ha estado en otras secciones. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la USC, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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