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Senegal recuerda a sus migrantes muertos en el aniversario de los sucesos del Tarajal

Colectivos de la sociedad civil denuncian la “política mortífera” de fronteras en la simbólica isla de los esclavos de Gorée

Homenaje a las víctimas de la migración en Gorée (Senegal) el 5 de febrero de 2022.Foto: JOSÉ NARANJO | Vídeo: EPV
José Naranjo

El joven senegalés Babacar Diouf pasó cuatro años dando tumbos entre Marruecos, Argelia, Libia y Túnez con la mirada puesta en Europa. “Viví momentos terribles, durmiendo en la calle o en los bosques, en prisión, pidiendo para comer. Nuestros hermanos africanos sufren lo indescriptible”, asegura. El pasado sábado acudió a la emblemática isla de los esclavos de Gorée, en Dakar, para denunciar la brutalidad de las políticas de fronteras que cierran el paso a jóvenes como él. Allí se celebró un homenaje a las víctimas de las migraciones coincidiendo con el octavo aniversario de la muerte de 15 jóvenes cuando trataban de entrar en Ceuta a través de la playa de Tarajal mientras la Guardia Civil les disparaba pelotas de goma.

Por primera vez en Senegal, medio centenar de colectivos de la sociedad civil se reunieron para conmemorar los sucesos de la frontera ceutí, grabados a fuego en la memoria colectiva de los migrantes. El lugar escogido por Boza Fii, la asociación que organizó el homenaje, no podía ser más simbólico: la plaza del Memorial de Gorée que recuerda a los millones de esclavos africanos que fueron embarcados a la fuerza rumbo a América durante más de tres siglos. “Nuestros ancestros resistieron de todas las formas posibles a aquella brutalidad. Hoy son las políticas europeas las que nos matan, tenemos la obligación de resistir y denunciar”, asegura Saliou Diouf, representante de Boza Fii.

Bajo un sol inclemente, el activista Ndiaga Diallo recordaba que “el océano se ha convertido en un cementerio, y eso es culpa de un sistema desigual y violento”. Más de 1.200 personas fallecieron en 2021 tratando de entrar en España desde el continente africano, muchos de ellos senegaleses, según la Organización Internacional de las Migraciones. La ONG Caminando Fronteras eleva esta cifra a 4.404 personas entre muertos y desaparecidos. “Cuando los europeos se desplazan por África no necesitan visado o les resulta muy sencillo conseguirlo, pero a nosotros se nos prohíbe la movilidad. ¿Qué significa eso de emigración clandestina o irregular? Eso son textos que han escrito los hombres, no significan nada”, añade el responsable de Boza Fii.

Moustapha Diouf, de la Asociación de Repatriados de Thiaroye sur Mer, repite dos palabras: “Estamos cansados”. Solo en su pequeño barrio a las afueras de Dakar han desaparecido más de 300 jóvenes en el mar o tragados por las arenas del desierto desde 2006. “Las políticas europeas y las de los gobiernos africanos están detrás de esas muertes. La pesca, por ejemplo: vienen todos esos barcos españoles o chinos y esquilman nuestras aguas. ¿Qué vamos a hacer?, ¿quedarnos de brazos cruzados?”, pregunta. Boza Fii trabaja para hacer un censo de fallecidos y honrar su memoria.

Bajo una carpa, una gran pancarta recordaba todos los naufragios de los últimos años. La lista parecía interminable. El acto conmemorativo concluyó con una ofrenda floral en el Atlántico, en la pequeña playa de Gorée, la misma que vio zarpar durante 300 años a los barcos cargados de esclavos rumbo al Nuevo Mundo. “Cada uno de nosotros conoce a un padre o a una madre que ha metido a su hijo en un cayuco, esos que en España llaman luego menores no acompañados. El trabajo empieza en la educación, la escuela debe implicarse para alertar de los riesgos de un viaje mortal”, aseguraba Samba Ba, de la ONG Diáspora, Desarrollo, Educación y Migración (Diadem).

“Migrar para vivir, no para morir. Ni olvido, ni perdón; verdad, justicia y reparación. Hacemos una promesa, la de no olvidar a quienes han muerto y luchar contra las fronteras que los han matado”. Bajo este lema registrado en un cartel que dominaba el improvisado escenario, los miembros de colectivos de la sociedad civil senegalesa fueron desfilando para pedir vías legales y seguras para las migraciones hacia Europa y el fin de lo que llamaron políticas represivas y mortíferas. El actor Pape Sidi Sy, de la compañía Teatro Forum de Thiaroye, convirtió en arte escénico esta reivindicación. “Se llevan nuestros recursos, el oro, los diamantes, el pescado. Pero no quieren a los africanos”, remataba Sy.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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