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Vox quiere ensayar en Madrid un Gobierno de “derecha-derecha” con el PP

El partido ultra intentará contrarrestar los llamamientos de Díaz Ayuso al voto útil

Miguel González
El íder de Vox, Santiago Abascal, durante el mitin que celebró el pasado jueves en el centro de Murcia.
El íder de Vox, Santiago Abascal, durante el mitin que celebró el pasado jueves en el centro de Murcia.Marcial Guillén (EFE)

Vox ha convocado una caravana de vehículos el próximo martes en Murcia para exigir la inmediata celebración de elecciones autonómicas. La iniciativa puede resultar extemporánea, pues la moción de censura del PSOE y Ciudadanos ha quedado neutralizada después de que el presidente Fernando López Miras (PP) se haya asegurado el apoyo de tres de los seis diputados de Inés Arrimadas, incorporando a su Gobierno a los dos que aún no lo estaban. El riesgo de un supuesto “asalto social-comunista” al poder regional que denunciaba Vox parece conjurado, pero aun así insiste en exigir que se pongan las urnas.

También reclama elecciones anticipadas en Andalucía y Castilla y León, a pesar de que allí los respectivos presidentes, Juan Manuel Moreno Bonilla y Alfonso Fernández Mañueco, del PP, han reafirmado su confianza en Cs, que ha descartado un cambio de alianza. En ambos casos, son las elecciones que pide Vox las que podrían hipotéticamente permitir la llegada de la izquierda al poder.

La única que ha seguido los consejos del partido ultra es la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Ante el temor a que sus socios de gobierno pudieran confabularse con los socialistas, lo que las otras dos partes del triángulo niegan con vehemencia, Díaz Ayuso decidió el pasado miércoles cortar por lo sano: disolvió la asamblea regional y convocó elecciones para el 4 de mayo. Vox fue el único partido, además del PP, que aplaudió la decisión y se mostró convencido de que será finalmente avalada por los tribunales.

Si las encuestas publicadas estos días por Abc y El Confidencial aciertan (el PP obtendría una amplia mayoría, pero necesitaría los votos de Vox para gobernar), la apuesta le habrá salido redonda a Santiago Abascal. Ciudadanos desaparecería del mapa político (ningún sondeo le da representación en la Cámara) y el partido ultra se convertiría en el apoyo imprescindible para completar la mayoría absoluta de derechas.

Tras las elecciones locales de mayo de 2019, Ciudadanos vetó su participación en los gobiernos autonómicos y municipales. Vox tuvo que conformarse con apoyar la investidura de Díaz Ayuso o José Luis Martínez-Almeida para cerrar el paso a la izquierda, pero sin conseguir a cambio tocar poder. Ahora, la situación puede ser muy diferente: sin Ciudadanos impidiéndolo y con una Díaz Ayuso que jamás le ha hecho ascos, el cordón sanitario saltará por los aires y el partido ultra puede tener finalmente responsabilidades de gobierno. Es lo que le falta para ganar respetabilidad y convertir sus 3,6 millones de votos en capacidad de gestión e influencia.

Vox quiere hacer de la Comunidad de Madrid el “laboratorio de ensayo de un Gobierno de derecha-derecha” que se trasplantaría tras las próximas elecciones generales a La Moncloa, según fuentes próximas al mismo. Aunque para ello el líder del PP, Pablo Casado, tuviera que tragarse las descalificaciones que dirigió a Abascal en el debate de la moción de censura de octubre pasado.

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Las encuestas mencionadas dibujan un escenario de ensueño para el partido ultra, pero hay otro de pesadilla: que Díaz Ayuso lograra mayoría absoluta y sus votos resultaran irrelevantes. Para Vox resulta muy difícil competir con la presidenta madrileña, cuyo discurso se confunde con el suyo, al contrario que el de los otros barones autonómicos del PP, como Feijóo, Mañueco o Moreno Bonilla, más moderados.

En Madrid, Vox y el PP compiten por el mismo electorado y es difícil hallar argumentos para votar a Rocío Monasterio en lugar de hacerlo por Díaz Ayuso, que representa la opción ganadora. El PP se ha lanzado ya a defender el voto útil, alegando que la división del electorado de la derecha puede acabar dando el poder a la izquierda. Vox intenta contrarrestar este mensaje subrayando que la ley electoral madrileña es casi proporcional y que ningún voto se tira, salvo los que vayan a candidaturas que no superen el listón del 5% necesario para entrar en la Asamblea.

Para frenar la apisonadora del voto útil, Vox se presentará ante los electores como la “garantía” de que el futuro Gobierno de Díaz Ayuso aplica políticas de derechas y no cae en la tentación de hacer concesiones para apaciguar a la izquierda. A Abascal no le importa si en Madrid su ascenso electoral no es tan meteórico como lo ha sido en las elecciones catalanas del pasado 14 de febrero, donde sobrepasó al PP y Cs. Esta vez no quiere tener muchos escaños. Quiere gobernar.

Abascal, irrelevante en la política murciana

Murcia fue la única comunidad en la que Vox ganó las últimas elecciones generales. Sin embargo, Abascal es irrelevante en la política autonómica. Tres de sus cuatro diputados en la Asamblea murciana fueron expulsados del partido por desavenencias con el responsable regional, José Ángel Antelo, impuesto desde Madrid. El presidente de la comunidad, Fernando López Miras, sabe que si quiere asegurarse el rechazo a la moción de censura no le basta con el voto de los tres tránsfugas de Ciudadanos, sino que debe contar con el respaldo de los disidentes de Vox. Su portavoz, Juan José Liarte, tentado por Cs para que apoye la moción, ha dejado clara su disposición a sostener a López Miras, pero advierte de que exigirá hechos y no meras promesas. Abascal, con un solo diputado bajo su disciplina, quiere elecciones cuanto antes para volver a contar en la política regional.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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