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“Peleamos mucho para ingresar a algunos ancianos”

En Cataluña no hubo una orden del Govern de prohibir el traslado de mayores con covid-19 en hospitales, pero familias y residencias denuncian problemas para derivarlos

Traslado de una anciana procedente de un geriátrico a una residencia medicalizada en Barcelona.
Traslado de una anciana procedente de un geriátrico a una residencia medicalizada en Barcelona.Marta Pérez (EFE)

La pandemia se cebó con los ancianos. Eran los más vulnerables al virus: mayores, frágiles y con enfermedades de base que complicaban todo lo demás. Tampoco ayudó encontrarse con unos centros sanitarios tensionados hasta rozar el colapso y residencias sin recursos para enfrentar la crisis sanitaria. Familiares de ancianos y directores de residencias en Cataluña denuncian las dificultades para derivar ancianos a los hospitales durante los peores días de la pandemia. Aunque no han existido directrices del Govern para restringir el acceso de mayores, como sí ha ocurrido en Madrid, el sector relata que, en la práctica, sí hubo reticencias y negativas para trasladar a los hospitales, sobre todo desde las residencias.

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“En el momento más álgido de la pandemia empezamos a notar que llamabas al Sistema de Emergencias Médicas (SEM) o al 061 y no venían. Hubo 20 días en que las derivaciones eran escasas y no podíamos acceder a los hospitales con los ancianos”, explica Cinta Pascual, presidenta de la patronal de residencias ACRA. Un tercio de los 12.450 fallecidos con covid-19 en Cataluña, eran ancianos que vivían en estos centros.

Algunos familiares recuerdan su indignación cuando recibieron un correo electrónico de la dirección de las residencias donde estaban sus mayores. En él les explicaban que, aunque habían valorado y aprobado el traslado del usuario a un hospital, la derivación no se podía llevar a cabo porque el centro sanitario lo impedía. Eran residentes de edad avanzada y con patologías previas. “Impidieron el traslado de personas que no estaban tan enfermas y tenían menos de 80 años”, asegura Juan Alcázar, que tiene a su padre en la residencia Ramon Berenguer de Barcelona. Este familiar defiende la gestión del centro, pero recuerda que han muerto más de 35 personas allí y en las primeras semanas no se derivó a nadie. “Te queda la duda de si algunos de los que no se derivó se podría haber salvado”, lamenta.

Fuentes de residencias públicas explican que no existieron directrices por escrito del Govern que señalasen las condiciones para el traslado. Lo que sí hubo fue el cumplimiento de unos criterios que, ya antes de la pandemia, se tienen en cuenta en pacientes graves. “Por criterio médico no se puede derivar al hospital a todo el mundo”, explica una directora de un centro residencial, que prefiere mantener el anonimato. El criterio médico de las residencias, acordado con el Departamento de Salud, señala que los usuarios que están calificados como pacientes crónicos complejos (PCC) o como pacientes con enfermedad crónica avanzada (MACA) no se derivarán al hospital por las complicaciones que puede traer el propio traslado. “Es inhumano llevarlos al hospital, porque se mueren en la ambulancia”, dice.

Esta directora asegura, sin embargo, que sí notó problemas para trasladar a algunos ancianos. “Noté mucha reticencia al principio de todo, en la semana del 20 de marzo. Los hospitales no querían admitir pacientes de residencias, y no solo los PCC o MACA”, explica. En su centro se derivaron 10 personas, tres de las cuales murieron en el hospital. “Nos negaron un traslado aprobado por nuestro doctor. Otros dos casos los negaron también, pero el doctor se plantó y fueron aceptados. Peleamos mucho para ingresar a algunos ancianos”, detalla.

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Salud insiste en que no se restringieron los traslados. “No hemos dado directrices discriminatorias. En una pandemia como esta, que lleva al colapso contenido, al coordinar las derivaciones de pacientes a hospitales, puede darse la situación, en un centro concreto, de dilatar el acceso al hospital”, asume Sebastià Santaugènia, director del Programa de Prevención y Atención a la Cronicidad.

Las fuentes consultadas coinciden en que en Cataluña no ha habido ninguna directriz del Govern para prohibir los ingresos en hospitales de personas mayores. Lo más controvertido fue un protocolo del SEM en el que avalaban limitar la ventilación mecánica en las emergencias médicas a los pacientes de más de 80 años sospechosos de coronavirus y con una insuficiencia respiratoria grave si así lo consideraban, bajo criterio clínico, los facultativos.

Sobre el traslado a los hospitales, este documento admitía que atender a los pacientes solo en el domicilio o en residencias geriátricas podía ser “complejo”. Sin embargo, si se observaba que las medidas terapéuticas eran inútiles, se podía dejar en su domicilio “siempre que se pueda asegurar con la red de atención primaria un seguimiento y cuidados paliativos”. En caso contrario, se recomendaba trasladarlo.

El presidente de la Sociedad Catalana de Geriatría de la Academia de Ciencias Médicas, Marco Inzitari, asegura que, sobre el papel, el protocolo del SEM era buena idea, “porque tenía en cuenta condiciones de fragilidad y comorbilidades”. “El planteamiento teórico era bueno pero, con los hospitales colapsados, puede que no se pudiese cumplir porque no había sitio en los centros”, valora. Para Cinta Pascual, en cambio, protocolos como el del SEM “dejaron a los mayores fuera del sistema”. “Si no queremos decir que hubo días en el que el sistema colapsó, no lo digamos. Pero hay que asumir que se cerraron puertas. Si tenían una enfermedad activa y no los trasladaron fue porque no había camas”, zanja. Y denuncia que tampoco se reforzaron las residencias. “Puedo entender que en un momento de tensión del sistema, consideren que se tienen que quedar en las residencias. Pero dadnos recursos para atenderlos, equipos de protección, PCR...”, protesta.

Por su parte, Vicente Botella, presidente de la patronal de residencias Upimir, señala que hubo “un desborde total en la capacidad de reacción” del sistema de salud durante el pico de la pandemia. “Hubo un retraso importante para comunicarse con los servicios de emergencia. Nos quedamos sin oxígeno y bombas de perfusión de mórficos durante una semana para atender a pacientes en el final de vida”, señala.

Salud insiste en que no restringió el acceso por cuestiones de edad

A propósito de los traslados de residentes, sin embargo, asegura que se priorizaron las derivaciones “con bases técnicas, no políticas”. “Aquella gente que veíamos que no había manera de sacarla adelante, no la mareábamos enviándola a ninguna parte. En las residencias hay gente muy fastidiada y los familiares tienen que entender que hay unos límites de la vida. La limitación del esfuerzo terapéutico intenta eso, no hacer técnicas invasivas porque sí y acompañar en el final de vida”, zanja.

El Departamento de Salud ha asegurado a EL PAÍS que casi el 38% de las personas que requirieron ingreso hospitalario en planta o en cuidados intensivos superaban los 75 años (el 17% tenía más de 80). La Generalitat no aclara, sin embargo, cuántas personas fueron ingresadas. “En situación de pandemia hemos de priorizar en base a la situación clínica, pero no a la edad. El criterio clínico ha de prevalecer y de acuerdo con la familia”, insiste Santaugènia. Aunque admite que pudo haber casos aptos para ingreso en hospital que no llegaron a trasladarse. “Sería irreal decir que la red no estuvo muy tensionada y que no hubo problemas para acceder a Urgencias desde residencias o domicilios”, asume.

El alto cargo de Salud asegura, no obstante, que de las 4.111 personas ingresadas en la UCI, una de cada 10 tenía más de 80 años y el 60% superaba los 60.

Las fuentes consultadas coinciden en que la situación de las residencias dio un vuelco cuando el Departamento de Asuntos Sociales, que tenía las competencias sobre los centros, se echó a un lado y el Departamento de Salud asumió el mando en la gestión de las residencias. “Pasado el momento inicial de colapso, este flujo de pacientes se redirige: se abren los hoteles Salud y se hacen ingresos en centros intermedios. Madrid esta red no la tiene”, señala Santaeugènia.

La red sociosanitaria en Cataluña, formada por espacios sanitarios de cuidados intermedios o convalecencia, dispone de 97 centros. “Cuando se reaccionó, los sociosanitarios han sido la puerta preferente de acceso al sistema cuando había que sacarlos de las residencias”, asegura Inzitari.

La entrada de la atención primaria en las residencias, que coincidió con la bajada de la curva epidémica, también mejoró los flujos de derivación. “Con la atención primaria se descongestionó el SEM y se puso orden y se afinaron los criterios de derivación”, admite Santaeugènia.

Los sindicatos señalan que buena parte de la responsabilidad del caos en las residencias en las primeras semanas fue de Asuntos Sociales. Acusan a la consejería que dirige Chakir El Homrani de llegar tarde y mal, hasta que tuvieron que traspasar la responsabilidad a Salud. “Convocaban pocas reuniones con los agentes sociales, y muy esporádicas, y era el momento más duro, cuando faltaban equipos de protección individual, personal y más riesgo de contagio por los problemas de aislamiento”, señala Toni Mora, responsable de política sanitaria de CC OO en Cataluña. Mora destaca que cuando entró Salud “se notó un cambio en la agilidad, los trámites, el contacto con los centros…”. Mora, presente en las mesas de trabajo con la Generalitat sobre las residencias, afirma que, al menos en esa mesa, no hubo una orden directa para impedir las derivaciones de pacientes a hospitales.

“Después del cambio, cuando entró Salud [a gestionar la crisis de las residencias], se hicieron 276 ingresos en hospitales desde los centros residenciales”, recuerda la directora de la patronal ACRA. Pero cuestiona: “¿Por qué no hicieron todo esto antes si estábamos haciendo llamadas de socorro?”.

"Fueron fundamentales los bomberos y la UME”

En Barcelona fuentes municipales admiten que las últimas dos semanas de marzo fueron críticas, pero subrayan que la situación dio un vuelco al ofrecerse la alcaldesa Ada Colau para colaborar con la Generalitat. Con las residencias todavía bajo la gestión de Asuntos Sociales, Consistorio y Govern crearon una comisión mixta para gestionar la crisis.

La alcaldesa reprochaba al Govern que no movilizara a sus bomberos en los frentes críticos, como el de las residencias, que son competencia autonómica, recordaba.

En el Consistorio, Marta Clari, la gerente del área de Cultura y Educación, había asumido el plan de extensiones hospitalarias en pabellones; la gerente del distrito de Sant Andreu, Maria Gas, asumió el de las residencias; y la concejal de Salud, Gemma Tarafa, ofrecía los pabellones para trasladar a mayores.

“Ojalá hubiéramos comenzado antes”, admite una fuente de la estructura directiva del consistorio. La comisión mixta mejoró la interlocución cuando llegó Salud y se dedicó a trabajar conjuntamente. “Fue fundamental el papel de los bomberos, la UME y los profesionales de la atención primaria”. Los dos primeros se dedicaron a desinfectar los centros con mayor afectación. Y el personal de los ambulatorios entró a diagnosticar. / CLARA BLANCHAR

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