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Un viaje en el primer bus sin conductor que circulará en tráfico abierto en España

El Gobierno de Asturias y Alsa ponen en marcha una línea que conectará un parque tecnológico cercano a Oviedo con la estación de tren de Lugo de Llanera

Miembros del Gobierno de Asturias y de Alsa, durante las pruebas del bus en Oviedo.
Miembros del Gobierno de Asturias y de Alsa, durante las pruebas del bus en Oviedo.Diego Sánchez y Borja Larrondo (The Kids Are Right)
J. A. Aunión

Aunque pueda parecer lo contrario, la experiencia de pasear por primera vez subido a un autobús autónomo, para alguien razonablemente asustadizo, no da ningún miedo. Probablemente, porque estamos acostumbrados a ponernos en manos de personas o cosas que no vemos —ni entendemos muy bien— para desplazarnos por tierra, mar o aire. El caso es que, a bordo de un pequeño autobús de Alsa para 12 personas que se desplaza a 20 kilómetros por hora guiado por unos 60 satélites, más que en la seguridad, uno piensa en las molestias de un viaje que puede resultar bastante trompicado. Con cada obstáculo imprevisto detectado por los sensores que rodean el vehículo y la cámara que lo corona —por ejemplo, uno de los incontables coches mal aparcados en el Parque Tecnológico de Asturias, cerca de Oviedo— el bus se detiene. Habrá que ir ajustando, dicen algunos responsables de la empresa de transportes asturiana que este año cumple 100 años, junto al viceconsejero de Infraestructuras, Movilidad y Territorio de la comunidad, Jorge García López.

Estamos en una de las jornadas de puesta a punto de la primera línea de autobús autónomo que va a circular en España en tráfico abierto: conectará las empresas del parque tecnológico con la estación de tren de Lugo de Llanera, a unos cuatro kilómetros. Un paso más en un camino lleno hasta ahora de proyectos aislados e incontables experiencias piloto desperdigadas desde hace años por todo el mundo.

Los elevados costes de un producto que requiere desarrollos técnicos tan avanzados limitan claramente su generalización, pero también una tecnología que todavía no ha resuelto del todo “cómo desenvolverse adecuadamente en un tráfico complejo”, lo que en la práctica hace que estos autobuses acaben siempre funcionando “con un operador presente”, explica Bård Torvetjønn Haugland, investigador de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología de Trondheim.

El servicio que se está poniendo en marcha en Asturias también llevará un operador a bordo, por exigencia de la DGT —que también colabora en el proyecto, junto a Idepa, la Agencia de Desarrollo Económico del Principado—, pero aseguran los responsables de Alsa que en el futuro un solo trabajador podría seguir desde una central el funcionamiento numerosos autobuses de este tipo y responder remotamente a los problemas que se puedan presentar: sin ir más lejos, oprimiendo el botón que le dice al autobús que no pasa nada porque haya un coche mal aparcado delante, que solo tiene que rodearle y continuar, tal y como acaba de hacer un señor para seguir la marcha por el parque tecnológico.

En cuanto a los esfuerzos presupuestarios, el viceconsejero García López explica que este servicio cuesta lo mismo que valdría ofrecerlo con un autobús convencional —eléctrico o de gas— de 70 plazas, lo que por otra parte supondría una sobreoferta y derroche de recursos, asegura. Al final, añade, se trata de ir abriendo nuevas vías de transporte público sostenible que, además de seguir empujando la innovación del sector, den soluciones a problemas muy concretos, en este caso, atender una demanda no muy alta, con necesidades horarias muy extendidas a lo largo del día, pero que podría suponer un gran alivio en una zona saturada de coches si una parte de los 2.500 empleados del parque decidiera ir y volver al trabajo en tren y autobús. “Si esta prueba sale bien, podríamos replicar el servicio en el recinto Hospital Central, en Oviedo”, señala.

Pero para ver si sale bien, primero tiene que empezar, lo cual ocurrirá previsiblemente a mediados del mes de mayo, con una frecuencia de media hora para hacer un recorrido, de la estación al parque, de unos 10 minutos, y otros tantos de vuelta. La gran prueba de fuego será el tramo que circula por una vía de servicio y las calles de Lugo de Llanera, donde se han tenido que modificar todos los semáforos para aumentar el tiempo que se mantienen en rojo justo antes de pasar al verde.

Puede que en un futuro cercano solo veamos autobuses que realmente circulen sin conductor en “áreas simples y estructuradas” y a “una escala muy limitada”, como cree el especialista en vehículos autónomos e inteligencia artificial Javier Ibáñez-Guzmán, miembro del Institute of Electrical and Electronics Engineers. No obstante, “la tecnología resultante nos está permitiendo ya fabricar coches mejores y más seguros, aprovechando al máximo los avances tecnológicos”, añade.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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