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Beatriz de Silva, la cineasta preseleccionada para los Oscars que sufrió ‘bullying’ y reivindica la sororidad

Con ‘Tula’, Beatriz de Silva ha logrado 18 premios nacionales e internacionales en nueve meses. Tras sufrir ‘bullying’ en el instituto, la guionista y directora vascoextremeña reivindica en su primer corto una educación emocional y sexual desde la niñez

La guionista y directora Beatriz de Silva, sentada en una mesa de un aula en un instituto madrileño. Foto: MATÍAS URIS

¿Cuántas cosas pueden pasar en unos baños públicos? De todo. Confesiones y confusiones. Situaciones absurdas, escenas de terror, delaciones, sexo, cotilleos, envidias… En el cortometraje Tula, la guionista y directora Beatriz de Silva (Cáceres, 25 años) convierte los baños de un instituto en un refugio, “en ese lugar seguro donde más somos nosotros”. “Las personas se desnudan como en ningún otro espacio”, explica la joven cineasta.

El corto, estrenado en febrero de 2022, trata de complicidad, sororidad y educación sexual, y ya ha logrado 18 premios nacionales e internacionales. En septiembre se hizo con el de mejor cortometraje en lengua extranjera en el Lady Filmmakers Film Festival de Los Ángeles y ha pasado el corte de cualificación para los Oscar.

Y todo porque, en menos de 13 minutos, De Silva desmenuza en tono de comedia el riesgo que supone para la salud física y mental de las adolescentes la falta de información sexual. Tula es limpiadora en un colegio de chicas. En plena faena, entra en el baño una alumna —la hija de la directora— y le confiesa que está embarazada. El corto es un diálogo entre espejos, lavabos e inodoros.

“Yo también acabé confundida. En Badajoz, en un centro del Opus solo para niñas, el sexo lo demonizaban, y cuando fui a hacer el bachillerato a un instituto mixto de Vitoria me vinieron a decir que todo valía”, comenta la cineasta.

Para mejorar el aprendizaje emocional y sexual, Beatriz de Silva apuesta por talleres de teatro en los colegios: “Ayudan a crecer personalmente, a poner nombre a las emociones, a entenderte y entender a los demás. Y el sexo es eso, comunicación, cuanto mejor te entiendas, mejor entenderás a la otra persona y mejor funcionará”.

Hija de guionista y productor, ha mamado el cine desde pequeña. “En Badajoz no me dejaban ver la televisión a diario, pero durante el finde podía ver todas las películas que quisiera”. De ahí pasó a la lectura compulsiva y luego a escribir. “Lo hago desde los 11 años. A los 13 escribí mi primera novela y a los 15 un diario novelado”. También tiene dos poemarios, Mármol (2017) y Barro (2018). Cuando le tocó hacer el bachillerato se adelantó a la mudanza de sus padres y viajó a la capital alavesa, de donde era originariamente su familia. Estaba sola y en un instituto nuevo. “Llegué de chica extrovertida y terminó siendo muy duro. Me llamaban puritana, monja y prepotente, y sufrí bullying. De ser la más popular a retraerme y quedarme aislada”. En el recreo los estudiantes salían a la calle. Bea no tenía cuadrilla y se quedaba leyendo en el váter. Allí se olvidaba del acoso. Y así dos años.

La presión acabó en Pamplona, donde estudió Publicidad. Descubrió los grupos de teatro. La primera oportunidad laboral le llegó como becaria de dirección en Akelarre, película de Pablo Agüero. Y de ahí a auxiliar de dirección en Baby, un thriller de Juanma Bajo Ulloa. En enero de 2021 y tras pasar por la Escuela de Cine de Praga, todo se aceleró. Tula se estrenó el pasado febrero en el Festival de Medina del Campo y desde entonces el palmarés se ha completado con más de un galardón por mes. Hoy, Beatriz de Silva ya sabe quién es y qué quiere.

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