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24 horas en Cienfuegos, ensueño en el Caribe cubano

Conocida como la Perla del Sur, la ciudad seduce con un centro histórico reconocido por la Unesco, sus palacios de estilo europeo, el segundo malecón más largo del país y, por supuesto, sus animados cabarés

Cienfuegos Cuba
Vista del bulevar de San Fernando, con el Palacio de Gobierno de fondo, en Cienfuegos (Cuba).Alamy Stock Photo

La ciudad de Cienfuegos es una parada obligatoria en el viaje entre las cubanas La Habana y Trinidad. Conocida también como la Perla del Sur, suele decirse que es una de las ciudades más refinadas de Cuba. Veinticuatro horas aquí dan para visitar el teatro en el que cantó el famoso tenor italiano Enrico Caruso, recorrer el segundo malecón más largo de la isla caribeña y nos perdemos en una noche muy recomendable para nostálgicos.

9.30 Un puñado de colonos franceses

En 2020 corrió el rumor en internet de que realmente Cienfuegos no existía, pero lo cierto es que todas las mañanas la ciudad comienza a despertarse mientras los huéspedes del hotel La Unión (1), inaugurado hace más de 150 años, desayunan en su patio colonial y las palomas baten sus alas en el vecino parque José Martí, la antigua plaza de Armas de la Villa Fernandina de Jagua. Con este nombre fue fundada el 22 de abril de 1819 por iniciativa del coronel Luis de Clouet, que había conseguido permiso del rey de España para que 46 colonos franceses provenientes de Burdeos se asentaran a orillas de la bahía, hasta entonces escondite habitual de piratas y filibusteros.

Aquí se levantó poco después el suntuoso Palacio de Gobierno (calle de San Fernando, s/n) (2) y la catedral de la Purísima Concepción, de estilo neoclásico sobrio y con paredes encaladas y tejas rojas, construida en 1869 y que se distingue por sus vitrales tintados franceses (3). Más tarde llegaron el modernista Palacio Ferrer (4) y el Casino Español (5), que ahora aloja el Museo Provincial, que nos habla de la historia de Cienfuegos y despliega antigüedades. Los últimos monumentos en erigirse fueron la escultura del Apóstol de América, el poeta José Martí, (6) y el Arco del Triunfo (7), que los obreros dedicaron a la República de Cuba en 1902 y que en 1957 fue escenario del levantamiento popular del 5 de septiembre contra la dictadura de Batista. Una roseta de mármol marca en el suelo el lugar desde el que se trazaron las calles regulares del centro histórico, declarado en 2005 patrimonio mundial por la Unesco.

El Palacio Ferrer, parte de la zona que ha sido designada por la Unesco como patrimonio mundial.
El Palacio Ferrer, parte de la zona que ha sido designada por la Unesco como patrimonio mundial.Roberto Machado Noa (LightRocket via Getty Images)

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11.30 Reflejos de Europa

Pocos escenarios del Caribe han visto actuar al cantante Enrico Caruso o a la actriz Sarah Bernhardt, por lo que antes de abandonar el parque José Martí debemos entrar en el teatro Tomás Terry (8). Gracias al puerto, que todavía sigue siendo el tercero más importante del país, la burguesía cienfueguera amasó grandes fortunas desde la segunda mitad del siglo XIX. En este contexto, los hijos de un comerciante de esclavos nacido en la venezolana Caracas construyeron en 1890 el coliseo a la italiana que hoy lleva su nombre. El patio de butacas conserva el mismo mobiliario con el que se inauguró. Si los palcos no estuvieran separados por persianas de madera para que corra la brisa del mar, diríamos que nos encontramos en cualquier ciudad europea.

Interior del Teatro Tomás Terry, en Cienfuegos.
Interior del Teatro Tomás Terry, en Cienfuegos.Alamy Stock Photo

13.00 Comer en una casa colonial

Desde el parque caminamos por el bulevar de San Fernando, una calle peatonal con tiendas de artesanía, ropa y regalos en las que entretenerse hasta la hora de comer. Aquí se encuentra La Verja (9), un restaurante que abre sus puertas en una casa de 1929. El salón está dividido por unas celosías en maderas tropicales que son una muestra del lujo con el que vivieron las élites de la ciudad. Si aún no hemos hecho hambre podemos buscar el restaurante Bahía (10), que ofrece comida tradicional cubana y mariscos.

El músico callejor cubano Lázaro Miguel Bernal toca la guitarra junto a la estatua dedicada a Benny Moré.
El músico callejor cubano Lázaro Miguel Bernal toca la guitarra junto a la estatua dedicada a Benny Moré.YAMIL LAGE (AFP via Getty Images)

16.00 Bajo los soportales del Prado

En el cruce del bulevar de San Fernando con el paseo del Prado se encuentra el monumento a Benny Moré (11), el “Sonero mayor de Cuba“, que dedicó una letra a Cienfuegos. Diseñada para el recreo vespertino e inspirada en las alamedas españolas, bajo los soportales de esta preciosa avenida que de norte a sur vertebra la ciudad están la Casa de los Leones (12), la heladería Coppelia (13) y la librería Fernandina (14), una almoneda a veces abierta a horas intempestivas. Aquí la tarde se alarga hasta bien entrada la noche, cuando el público sale del Cabaret Tropi Sur (15) después de haber asistido a alguno de sus espectáculos, en los que lo kitsch se alía con el talento.

17.00 De camino a Punta Gorda

Todavía hay tiempo para acercarnos a Punta Gorda, una lengua de tierra que penetra hasta el centro de la bahía de Cienfuegos y en la que se encuentran un par de playas minúsculas y un pequeño puerto deportivo. Si queremos hacer más ligera la caminata, podemos tomar alguno de los bicitaxis que recorren la ciudad o hacer una parada para beber algo en la terraza de El Gustazo (16), con vistas hacia la ciudad. Justo al lado, en Villa Teresa (17), se encuentra el museo de collares y pulseras precolombinas de Ana María Salas, creadora de Toqui, una marioneta muy popular entre los niños cubanos y ecuatorianos de los años ochenta del pasado siglo. Más adelante nos topamos con el Club Cienfuegos (18), inaugurado en 1920 en un soberbio edificio ecléctico, y después con el Palacio de Valle (19), que recuerda a la Alhambra de Granada y hoy es un restaurante accesible para todos los bolsillos. Con ganas de fiesta es un buen sitio para esperar hasta que comience el Cabaret Guanaroca (20), que está en la misma manzana y debe su nombre a una laguna poblada de flamencos que hay al otro lado de la bahía.

19.30 Anochece en la bahía de Jagua

El malecón de Cienfuegos, el segundo más largo de Cuba, se llena de gente que sale de paseo y a tomar la fresca con la puesta de sol. Si ya hemos cenado, un plan ideal es volver caminando hasta el centro de la ciudad e inaugurar la noche en el chiringuito Piña Colada (21), junto al Muelle Real. Dependiendo de la hora a la que nos levantemos al día siguiente, aún tendremos la oportunidad de visitar el Jardín Botánico (22).

Paseantes disfrutando del Muelle Real de Cienfuegos.
Paseantes disfrutando del Muelle Real de Cienfuegos.Alamy Stock Photo

Pese a la falsedad de los rumores que circularon por internet hace unos años, la sensación de espejismo que se respira en Cienfuegos —tal vez por la presencia constante del agua— hará que todo nos haya parecido realmente un sueño.

Ignacio Vleming es autor del ensayo ‘Fisura’ (Rua Ediciones).

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