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El reloj de Dolce & Gabbana en el que se han empleado 400 diamantes

La colección Manifattura Italiana de la firma combina lo mejor de la alta joyería y de la alta relojería

Por dentro, el movimiento DG.01.01 de 30.50 mm de diámetro no brilla tanto como los diamantes, pero es una joya igual de valiosa.
Por dentro, el movimiento DG.01.01 de 30.50 mm de diámetro no brilla tanto como los diamantes, pero es una joya igual de valiosa.

Sin entrar en disquisiciones matemático-científicas acerca de la posibilidad de la invisibilidad, en el mundo de la alta relojería siempre se ha buscado la ligereza, la luz, los entresijos del mecanismo. Un poco a la manera de esos rascacielos forrados de enormes cristaleras que juegan con el sol y los espacios diáfanos, abiertos a la visión y a los reflejos.

Todas estas líneas vienen a cuento de los relojes esqueleto, en los que el ojo humano vislumbra hasta el intestino del calibre, o de las piezas que utilizan la magia de los diamantes para transportar a su afortunado dueño a mundos más cercanos al mago de Oz que a la vida cotidiana. Esta segunda opción es la que ha llevado a Dolce & Gabbana a crear The Invisible Setting, una obra de arte llevada a cabo por las expertas manos de los orfebres de la Manifattura Italiana, la manufactura puesta en marcha por la firma con el objetivo de recuperar la sabiduría de esos maestros en el arte del grabado, incrustación y el corte de piedras preciosas.

Precisamente para el engastado de esta joya han empleado 400 diamantes de primera calidad, en varias tallas y sin utilizar ningún tipo de engarce. El resultado, apabullante, digno de las creaciones más extremas y barrocas de la casa, es un cóctel de la creatividad italiana y de las maestría de los relojeros suizos (movimiento automático, reserva de marcha de 58 horas). Forma parte de una colección exclusiva inspirada en “la energía de Milán, la belleza de Roma, el encanto de Venecia, la historia de Palermo, la tradición orfebre de Florencia y la pasión de Nápoles”. Un país en la muñeca.

Hace años que Stefano Gabbana y Domenico Dolce decidieron que la tradición italiana desempeñara un papel capital en su firma. Sus colaboraciones con artesanos de las artes decorativas, el textil o la orfebrería no solo generan objetos preciosos y refinados, sino todo un homenaje a la estética y la ética del país transalpino.
Hace años que Stefano Gabbana y Domenico Dolce decidieron que la tradición italiana desempeñara un papel capital en su firma. Sus colaboraciones con artesanos de las artes decorativas, el textil o la orfebrería no solo generan objetos preciosos y refinados, sino todo un homenaje a la estética y la ética del país transalpino.

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