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Migrados
Coordinado por Lola Hierro
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No roban empleos ni lastran la economía: así contribuyen los migrantes al desarrollo de Europa

Barreras legales y falsos mitos impiden que los países de acogida aprovechen el potencial de la inmigración, alerta el proyecto Casa común de Cáritas

Un migrante recién llegado en Malta.
Un migrante recién llegado en Malta. DARRIN ZAMMIT LUPI (REUTERS)
Tiziana Trotta
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No hay estudios que avalen que los inmigrantes roban puestos de trabajo a los lugareños en las sociedades de acogida, ni que los países europeos están sufriendo una invasión. Aún así, algunas personas siguen convencidas de lo contrario. Los aportes de los migrantes en el Norte global son múltiples, según el proyecto Casa común, coordinado por Cáritas para investigar la relación entre migraciones y desarrollo en 11 países europeos. Pero aún existen muchas barreras y falsos mitos que impiden aprovechar de pleno su potencial en los países de destino, alerta la organización.

La serie de estudios muestra que los migrantes desempeñan un papel central en las actividades económicas tanto de los países de origen como los de acogida, además de enriquecer los ámbitos políticos, sociales y culturales de la sociedad. En Austria, por ejemplo, su contribución a la seguridad social supera con creces lo que reciben en ayudas, mientras que su presencia en el mercado de trabajo alemán compensa el envejecimiento de la población.

“Aunque tengan un impacto positivo, algunas personas seguirán pensando que no es así”, explica Jean-Michel Lafleur, docente de la Universidad de Lieja y coautor del informe Casa común sobre Bélgica, durante las Jornadas Europeas de Desarrollo, celebradas en Bruselas el 18 y 19 de junio. El 44% de los belgas que contestaron a la última Encuesta social europea, por ejemplo, sostiene que la migración afecta de manera negativa la economía. Pero la realidad es otra.

El informe desmiente el falso mito según el cual los inmigrantes roban puestos de trabajo a los nativos. “Esta convicción se basa en la idea de que el número total de empleos en una economía sea limitado y que la llegada de migrantes obligue los trabajadores a competir”, explica. “En primer lugar, este pensamiento no toma en cuenta el efecto de la inmigración en la demanda de trabajadores, ni que, como consumidores, los migrantes crean demanda de bienes y servicios en el país de destino y, por lo tanto, también de mano de obra, lo que conduce a la creación de empleos. Además, no reconoce que los migrantes y los trabajadores nativos no son perfectamente sustituibles, ya que generalmente tienen habilidades diferentes; ni que muchos de ellos son empresarios y crean sus propios empleos”.

El 44% de los belgas cree que la inmigración tiene un impacto negativo en la economía del país

Otro de los grandes beneficios de la migración, según el estudio, consiste en la circulación de información sobre los sistemas de mercado de los países de origen y de residencia, algo que favorece el comercio bilateral.

Uno de los falsos mitos más recurrentes sobre migración tiene que ver con el impacto fiscal. En Bélgica, en 2013, los migrantes contribuyeron a alrededor del 0,8% del producto interior bruto, pero cerca de la mitad (48%) de la población encuestada en el sondeo europeo cree que los migrantes afectan de manera negativa las finanzas públicas.

Esta percepción errónea, argumenta el estudio, se basa en que los migrantes son más golpeados por el desempleo y presentan una tasa de nacimientos mayor que los belgas. “Esto lleva a algunos a creer que los migrantes son los mayores beneficiarios de la asistencia social, las prestaciones por desempleo y las familiares. Y es cierto. Sin embargo, están subrepresentados en las dos categorías más importantes de gasto gubernamental: las pensiones públicas y los beneficios por discapacidad”. Los autores lo vinculan con el hecho de que los inmigrantes en Bélgica son mucho más jóvenes que los nacionales.

Los movimientos de población benefician también a los países de origen. En 2017, las remesas globales hacia las regiones menos adelantadas ascendieron a 466.000 millones de dólares, una cifra que triplica la Ayuda Oficial al Desarrollo. “A menudo se habla de fuga de cerebros, pero es un estereotipo que hay que mitigar”, matiza el profesor Lafleur. “Es cierto que las personas que se desplazan suelen ser las más calificadas, pero esto se traduce también en mayores remesas hacia el país de origen. Además, en el extranjero adquieren ulteriores competencias con las que contribuir al desarrollo de su país si deciden regresar”.

Para que las sociedades de acogida se beneficien del potencial de la inmigración, concluye el informe, hay que derribar obstáculos como la falta de caminos legales y seguros para alcanzar los países europeos y asegurar el acceso de los migrantes a una vivienda digna y el respeto de todos los derechos sociales, así como acabar con la discriminación.

El 10% de los belgas cree que los migrantes representan más de la mitad de la población del país, cuando en realidad en 2017 rondaban el 16%. El lenguaje escogido por los medios para abordar este fenómeno es una de las múltiples causas que contribuyen a originar una percepción distorsionada de la realidad, señalan los autores. Los sondeos europeos muestran que un porcentaje elevado de población (65%) cree que los migrantes incrementan el crimen en el país, roban trabajo a los que allí nacieron (38%), tienen un impacto negativo en la economía (44%) y son una amenaza para la cultura belga (25%).

“La integración es un proceso dual que requiere esfuerzos tanto por parte del migrante como de la sociedad de acogida. Sin embargo, hay una minoría de la opinión pública a la que no podemos llegar", sostiene Lafleur. Se trata de personas que se dejan guiar por los prejuicios y no van a cambiar de idea incluso si leen datos que demuestran una realidad distinta. “Incluso con datos a la mano, si han tenido una experiencia negativa, van a generalizar. Lo que parece funcionar en estos casos es generar otra experiencia positiva. Si establecieran un contacto más directo con los migrantes y escucharan sus historias, muchas de estas ideas desaparecerían”. La escuela, según el profesor, representa un óptimo terreno para fomentar estos encuentros.

Sobre la firma

Tiziana Trotta
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, principalmente en Planeta Futuro y en la Mesa Web. Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Urbino (Italia), Máster en Ciencias Históricas, Filológicas y de las Religiones por la Universidad Sorbona (Francia) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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