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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Tribuna
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Pensar la ciudad

Cuidarla implica imaginarla de nuevo: tres retos para el futuro

Nueva York.
Nueva York. JOHANNES EISELE (AFP)
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A día de hoy nadie puede negar que el estado es la unidad de poder sobre el que pivota el orden mundial establecido. Asumimos su papel central tanto en la organización territorial interna como en su función fronteriza. Es, además, la fuente competencial de las principales funciones públicas, así como el actor privilegiado en el marco de las relaciones internacionales. Pero una mirada retrospectiva revela que la primacía del Estado en la historia es casi anecdótica. Las formas organizativas y el modo en el que la soberanía de los pueblos es expresada territorialmente evoluciona con el paso del tiempo: del nomadismo primitivo a las primeras comunidades agrarias, pasando por las ciudades-estado o los asentamientos feudales alrededor de un castillo como núcleo protector e integrador de la comunidad de vasallaje.

Las ciudades acumulan día a día un mayor porcentaje de la población mundial, mientras que su interdependencia e híper-conectividad crece de manera exponencial. Con todo ello, un nuevo foco de soberanía local emerge en paralelo a una tensión creciente entre niveles de gobierno en temas como la gentrificación, la acogida o el cambio climático. Nueva York, Barcelona, Hong Kong y Londres son más líderes en las respuestas a los retos actuales y dependientes entre ellas por la variedad de flujos que se generan (comerciales, financieros, culturales etc.) y por su especialización en la cadena productiva que de sus respectivos gobiernos nacionales. Sin embargo, sus competencias son a veces insuficientes para desempeñar responsabilidades y no se corresponden ya con su papel en el desarrollo económico, así como su responsabilidad respecto al calentamiento global, la congestión (movilidad) o desigualdad rampante.

Las ciudades son un lugar de ebullición de nuevas ideas y prácticas por la acumulación de los factores humano, trabajo y capital. Son el motor de la riqueza cultural, social y económica de las naciones. Pero son también el lugar donde se generan las peores experiencias de pobreza extrema, contaminación y desigualdad que el capitalismo, la globalización y los cambios de paradigma económico generan.

Las ciudades son un lugar de ebullición de nuevas ideas y prácticas por la acumulación de los factores humano, trabajo y capital. Son el motor de la riqueza cultural, social y económica de las naciones. Pero son también el lugar donde se generan las peores experiencias de pobreza extrema, contaminación y desigualdad que el capitalismo, la globalización y los cambios de paradigma económico generan. Debemos redefinir sus competencias para que tengan la autonomía (también fiscal) suficiente para potenciar el intercambio de ideas y la experimentación, así como para frenar las externalidades negativas de la ciudad motor como paradigma del capitalismo global. Para aquellas ciudades amenazadas de morir de éxito, ello pasará necesariamente por acomodar la dimensión interna que hace de la ciudad un lugar atractivo para ser habitada y vivida, con la dimensión externa que la sitúa como un lugar de alto valor añadido, atractiva para la generación de riqueza e inversión para competir a nivel global, adaptándola al cambio demográfico, la revolución tecnológica de los datos y la inteligencia artificial.

En este sentido, marcamos tres ejes que deben constituir e impregnar los programas electorales:

El coche a motor, que colonizó el espacio urbano durante la segunda mitad del siglo XX, debe de dejar espacio a modos de transporte no contaminantes antes de llegar a la segunda mitad del XXI
Urge pensar también en los cuidados como eje central de la ciudad futura.

Hace falta valentía, pero la línea de actuación para proteger la relación interna-externa ya está marcada: abrazar el desarrollo mientras se garantiza el derecho a la ciudad, actuando sobre las fuerzas del mercado (vivienda, tecnologías, turismo, etc.) cuando éste no sea capaz de ofrecer soluciones equilibradas (como en el ámbito de la vivienda) o aliándonos con esas mismas fuerzas cuando nos permitan conseguir mejor nuestros objetivos.

El modo en que pensemos la ciudad está en nuestras manos. Será determinante para construirla.

Guillem Pujol es politólogo y doctorando en filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona y co-autor del libro Cartha on Making Heimat, Ed. Park Books

Carlos Mascarell es politólogo y asesor en gobierno y ciudadanía del Consejo Europeo de Municipios y Regiones en Bruselas.

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