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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El español digital

Ni los Gobiernos ni las grandes tecnológicas deben escatimar recursos para que, en tiempos globales, el español mantenga sus buenas formas

Decenas de personas esperan a ingresar al Teatro San Martín  durante el octavo Congreso de la Lengua Española, en Córdoba (Argentina).
Decenas de personas esperan a ingresar al Teatro San Martín durante el octavo Congreso de la Lengua Española, en Córdoba (Argentina). JUAN IGNACIO RONCORONI (EFE)

El éxito llegó a La Cazuela, la forma popular con que se designa al Teatro San Martín de Córdoba (Argentina), donde el sábado cerró sus puertas el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española. Lleno total, asistencia masiva de un público intergeneracional a más de un centenar de actos con más de un millar de ponentes, debates sobre cuestiones importantes —retos en la educación y la información, formas inclusivas, desarrollo en las redes— y, como atmósfera general, la celebración de la vitalidad de una lengua que sigue sumando y que ya hablan cerca de 500 millones de personas en el mundo. Las cifras son contundentes y, por lo que se refiere al lema que presidió la cita —“América y el futuro del español. Cultura y educación, tecnología y emprendimiento”—, revelan, sobre todo, dos cosas: la primera, que la proyección de esta lengua va a darse sobre todo al otro lado del Atlántico, y la segunda, que es en Internet donde su uso se ha incrementado de manera vertiginosa: entre 2000 y 2017, el crecimiento fue del 1.686% y es el tercer idioma que se utiliza en la Red.

De ahí el acierto de las Academias de la Lengua y del Instituto Cervantes por poner el foco en el mundo digital. La velocidad de las innovaciones y el lugar cada vez más central de las transformaciones tecnológicas en la vida cotidiana de los hablantes exigen multiplicar los esfuerzos para velar por el buen uso de la lengua. ¿Hablan los robots correctamente el español? ¿Existe alguna vigilancia para conservar la unidad de esta lengua en las interfaces de voz, cuyo uso se generalizará cada vez más en el llamado Internet de las cosas? ¿Se han establecido mecanismos que reaccionen ante el riesgo de que los algoritmos viralicen errores que podrían llegar a consolidarse con el tiempo? ¿Cómo se puede contribuir a que las máquinas no empobrezcan la riqueza de un idioma que se habla con matices diferentes en distintos lugares del mundo? Son muchas las cuestiones que están sobre la mesa en un entorno donde resulta demasiado frecuente llegar tarde o fracasar por falta de recursos.

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Como ocurre en tantas iniciativas que las tecnologías han acercado a millones de usuarios a través del móvil, también la regulación en el uso del español es imprescindible. Y es ahí donde las Academias tienen la última palabra. Ni los Gobiernos ni las grandes tecnológicas deben escatimar recursos para que, en tiempos globales, el español mantenga sus buenas formas.

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