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Drones para proteger el patrimonio arqueológico

Luis Jaime Castillo (izquierda), durante un ensayo con el dron DJI hantom 4 Pro al norte de Nasca, en Perú.
Luis Jaime Castillo (izquierda), durante un ensayo con el dron DJI hantom 4 Pro al norte de Nasca, en Perú.Diego Ochoa

El arqueólogo peruano Luis Jaime del Castillo recorre los Andes estudiando el patrimonio precolombino con ayuda de ingenios voladores

EL PERSONAJE DE ESTA historia ya era el gran experto mundial en la cultura moche —una civilización precolombina que se expandió por la costa norte de Perú entre los siglos I y VI de nuestra era— cuando ocupó la cartera de viceministro de Patrimonio de 2013 a 2015 en el Ministerio de Cultura peruano. Ahí, Luis Jaime Castillo descubrió la que ahora es su nueva especialidad y en la que se ha vuelto a convertir en una autoridad internacional: el uso de drones y multicópteros para la arqueología y la protección del patrimonio arqueológico, materia en la que impartió un seminario en la Universidad de Harvard, ­Drones, Photogrammetry and 3D Modeling in Archaeology, en 2015.

Entre 1991 y 2013 Luis Jaime Castillo dirigió el programa arqueológico de San José de Moro, un yacimiento moche donde fueron halladas las momias de dos sacerdotisas que permitieron conectar las representaciones iconográficas halladas en otras célebres tumbas como la del Señor de Sipán o la Señora de Cao con las pinturas murales de la Huaca de la Luna, los dibujos de los ceramios atesorados en el Museo Larco y hasta con los testimonios de la tercera parte de la Crónica del Perú (circa 1553), de Pedro Cieza de León. Sin embargo, una cosa era tener la responsabilidad de proteger el enclave de San José de Moro y otra muy distinta todos los asientos arqueológicos peruanos, algunos de los cuales ocupaban miles de hectáreas (solo el santuario de Machu Picchu tiene una superficie de 325,92 kilómetros cuadrados). Así fue como Luis Jaime Castillo incorporó el uso de drones en la rutina de los arqueólogos, con la finalidad de proteger, delimitar y documentar los principales enclaves del patrimonio precolombino peruano.

En menos de cinco años, la utilidad arqueológica de los drones se ha incrementado geométricamente, pues se usan para fotografías aéreas, para levantar maquetas tridimensionales, para tomar ortofotos, para medir digitalmente la elevación del terreno y, sobre todo, para documentar los santuarios históricos y poder protegerlos mejor. Así, Luis Jaime Castillo es uno de los exploradores mundiales patrocinados por National Geographic, y sus trabajos de documentación lo mismo han servido para medir el impacto del fenómeno del Niño en la costa norte que para identificar todas las ruinas incaicas del Valle Sagrado del Cusco que todavía permanecen cubiertas por la jungla, pues, como sostiene el arqueólogo, “documentar supone proteger”.

Castillo forma parte del proyecto GlobalXplorer, promovido por Sarah Parcak, arqueóloga satelital empeñada en acabar con los saqueos en la materia perpetrados por todo el planeta. Parcak es egiptóloga, pero como los santuarios de Egipto, Mesopotamia y Asia Menor se encuentran en zonas conflictivas, las investigaciones de Castillo en los Andes son imprescindibles para desarrollar la metodología, el software y los recursos técnicos que los arqueólogos del siglo XXI utilizarán para trabajar desde el aire cuando la paz se entronice en Oriente Próximo. ¡Lo que habría dado Schliemann por disponer de semejantes recursos cuando buscaba las ruinas de Troya en 1874!

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