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CLAVES
Columna
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La belleza de las naciones

El ejemplo favorito de los secesionistas catalanes, Noruega, perdió algunas economías de escala al independizarse de Suecia en 1905, pero ganó una población cohesionada

Víctor Lapuente
Manifestación convocada por la ANC y Omnium en Barcelona.
Manifestación convocada por la ANC y Omnium en Barcelona. © Massimiliano Minocri

Small is beautiful. Es el lema de los independentistas ilustrados. Las naciones pequeñas no ganan mundiales de fútbol, pero sus ciudadanos son más felices. Por ello, ¿no sería una Cataluña independiente mejor para todos, catalanes y resto de españoles?

La querencia por comunidades políticas pequeñas está enraizada en el pensamiento occidental. Quizás como reacción al despotismo de los imperios orientales. Para Platón, el tamaño ideal de un Estado eran 5.040 familias. Y tanto Montesquieu como Rousseau preferían las repúblicas pequeñas porque el poder está más cercano a sus ciudadanos y estos se controlan los unos a los otros.

Hoy en día, los países con pocos millones de habitantes, como Dinamarca, Noruega, Austria o Suiza suelen liderar los ránquines mundiales de desarrollo. Y, teniendo en cuenta todo tipo de factores, los países pequeños tienen un Estado de derecho más sólido, mayor estabilidad política y menor corrupción que los países grandes.

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Sin embargo, que una Cataluña separada de España pudiera ser un país próspero no quiere decir que separarse de un Estado, tras siglos de unión, sea una decisión óptima. Alterar los millones de interacciones diarias entre catalanes y el resto de españoles causaría, como hemos podido intuir tras el 1-O, un terremoto económico de efectos imprevisibles. Navegar a Ítaca no tiene sentido si naufragas en el camino.

Además, como señalan los expertos, la ventaja de los países grandes son las economías de escala y la de los pequeños la cohesión social. Per cápita, las naciones pequeñas deben gastar más en defensa, embajadas, justicia o sanidad. Pero sus ciudadanos van más a la una, como en Fuenteovejuna.

El ejemplo favorito de los secesionistas catalanes, Noruega, perdió algunas economías de escala al independizarse de Suecia en 1905, pero ganó una población cohesionada. Lo atestigua el referéndum de independencia, ganado con un 99% de síes y un 85% de participación. Todos, excepto los 184 ciudadanos que votaron no, se sentían exclusivamente noruegos.

Por el contrario, una Cataluña independiente nacería fracturada en dos mitades. Ni grande ni bella. @VictorLapuente

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