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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa
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La jungla urbana

Este edificio de viviendas está envuelto por un tapiz vegetal con prestaciones arquitectónicas

Edificio Play Time de Suma Arquitectura
Edificio Play Time de Suma ArquitecturaJesús Granada

La idea de radicalizar el jardín vertical y convertirlo en el acabado de las cuatro fachadas de un edificio nació de intensificar la demanda que les hizo el cliente: “Nos pidió un oasis urbano: siete viviendas de alquiler, para periodos cortos, capaces de proporcionar una experiencia singular”, explican los arquitectos. Elena Orte y Guillermo Sevillano (Suma Arquitectura) respondieron construyendo “siete cabañas en un árbol”. Envolvieron un edificio de siete apartamentos en una red de cables metálicos que busca desaparecer bajo un manto vegetal cambiante.

El inmueble, de aspecto entre vegetal y carcelario, está ubicado en el barrio de Ciudad Lineal, al norte de Madrid. A esa altura de la ciudad, antiguas viviendas populares, de una única planta, conviven con bloques de pisos de hasta cinco o seis alturas, según el momento en el que fueran construidos. La trama urbana es por lo tanto dispersa, pero está, sin embargo, bastante esponjada. Los inmuebles no nacen constreñidos por las medianeras sino que gozan de un perímetro que les permite respirar. Fueron ese marco anodino y ese perímetro de posibilidades lo que les dio a esta pareja de proyectistas la idea para levantar este proyecto.

De la voluntad de que cada piso pudiera tener una terraza derivó la idea de un jardín perimetral y de ese otro concepto de envolvente, nació la decisión de la organización en espiral. El resultado es una subversión de la tipología que ni es apartamento al uso ni es vivienda aislada. Se trata más bien de una especie de zigurat compuesto por la suma apilada de los pisos (dos por planta salvo la más alta) y envuelto en un tapiz vegetal hilado con 40 especies de plantas trepadoras –caducifolias y perennes, de floración en distinta época y de diversa forma y color-. Este manto vegetal se convierte en un problema cuando todavía es poco más que urdimbre. Pero uniformizará y singularizará el edificio cuando brote. Tendrá, además, prestaciones arquitectónicas como el control solar o la salvaguarda de la intimidad. Es evidente que tanta singularidad también construye una identidad: servirá para que los clientes, de corta estancia, consigan identificar fácilmente el lugar donde se encuentra su apartamento.

Presupuesto por metro cuadrado, según arquitectos: 1.000 euros espacios interiores y 600 los exteriores.

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