‘Vocaloid’
Es una de esas cosas demenciales que inventan los japoneses y luego copiamos todos como si fueran normales, como hacer fotos de todo y el karaoke
Ha causado polémica el concierto de Enrique Iglesias en Santander, dicen que fue un bodrio y le abuchearon, aunque lo asombroso es que era por el Año Jubilar Lebaniego. Peregrinaban para verle y quizá alguno tuvo una experiencia religiosa, tal vez la penitencia —como los demás cuando le oyen— o al menos una revelación, que su ídolo era humano, incluso poco de fiar. Pues hala, a casa y a meditar en lo que habéis hecho. Qué querían, depositar tal fe en Enrique Iglesias. Recuerden en cambio al pobre Kiko Rivera, que hacía el deejay por discotecas y le esperaban con menos veneración: iban a tirarle huevos y vasos. Lo gracioso de Iglesias es que no se enteró de nada. “Es un puto honor estar aquí en España”, dijo luego en Instagram. A lo mejor no era él y envió un androide, un replicante pop. Existen, y se llaman vocaloid. Son hologramas de dibujos animados que cantan en el escenario. Lo increíble es que la gente lo sabe, pero aun así va, y paga por ello. Es una de esas cosas demenciales que inventan los japoneses y luego copiamos todos como si fueran normales, como hacer fotos de todo y el karaoke. La vocaloid más famosa es una tal Miku Hatsune. Tiene coletas de metro y medio color turquesa, una edad permanente de 16 años y baila con un puerro (no, no es una errata). No hay quien la aguante un minuto seguido, pero esto ya son gustos y, desde luego, no se engaña a nadie: es mentira de verdad. Otra alternativa es lo que hicieron una vez en La Coruña cuando tocaron los Boney M. Todo bien, hasta que el cantante gritó: “¡Sois de puta madre carallo!”. No solo es que fueran de pega, es que eso nunca lo diría un vocaloid. No por educación, es que no se pueden emocionar.