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MIRADOR
Columna
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Nanonobel

El futuro es obra de visionarios. Los grandes científicos del siglo XX han creado el XXI

Javier Sampedro
J. Fraser Stoddart, premio Nobel de Química.
J. Fraser Stoddart, premio Nobel de Química.JIM YOUNG (REUTERS)

Hay dos orígenes de la nanotecnología, la nueva ingeniería que diseña máquinas moleculares y persigue la construcción de robots de una milésima del grosor de un cabello. El primer origen es la visión de un genio, Richard Feynman, uno de los mayores físicos teóricos del siglo XX, que no solo predijo las máquinas moleculares en los años cincuenta, sino que propuso formas prácticas de construirlas en una conferencia de 1984. Y el segundo son unos cuantos químicos traviesos que estaban ya por entonces jugando a dibujar moléculas con forma de eslabones encadenados, y después nudos en forma de trébol, cruces célticas, anillos de Borromeo y nudos de Salomón. Este es el origen artístico de la nanotecnología, el que se llevó ayer el premio Nobel de Química.

Esta nueva ingeniería a escala de nanómetros (millonésimas de milímetro, de ahí el nano de nanotecnología) ha conseguido ya artefactos asombrosos, motores moleculares, chips moleculares y un nanocoche con sus cuatro nanorruedas y su nanomotor. Pero el gran objetivo del sector es construir un nanorrobot. Porque los robots de escala molecular serán ideales para construir otras nanomáquinas y nuevos materiales de diseño, pues estarán trabajando en su zona de confort; podrán inyectarse en tu sangre para buscar y destruir tus células cancerosas, o para reparar las enfermas; podrán, finalmente, sacar copias de sí mismos, evitando así el engorro de tener que fabricar nuevos nanorrobots todo el rato. Sí, este es uno de los escenarios del apocalipsis preferido por los agoreros.

Si Feynman predijo la nanotecnología, el concepto de robot autorreplicante fue obra de otro genio del siglo XX, el matemático de origen húngaro John von Neumann. Ambos se conocieron como empleados del proyecto Manhattan para construir la primera bomba atómica en los años cuarenta, pero ¿quién no estaba allí por entonces? Von Neumann predijo que cualquier máquina autorreplicante debía consistir de dos partes: el replicador y el constructor. Aún no sabemos si la emergente nanotecnología tendrá que obedecer esa ley de Von Neumann. Sabemos, sin embargo, que la biología la obedece. Cada una de nuestras células consta de un replicador (el ADN) y de un constructor (las proteínas, o nanomáquinas que ejecutan todas las tareas celulares).

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El futuro es obra de visionarios. Los grandes científicos del siglo XX han creado el XXI. Tiene gracia que uno de los premiados ayer, Fraser Stoddart, se criara en una granja escocesa donde no había ni electricidad. Se pasaba todo el rato haciendo puzles.

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