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ESTO LO DEBERÍA CANTAR SINATRA
Columna
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Teoría económica

Un mecenas único puede ser más interesante que muchos micromecenas, eso aprendió Dita Von Teese en un local de 'striptease' de Los Ángeles

Jordi Soler

De tanto mirar las revistas Playboy que escondía su padre detrás del depósito de agua del retrete, Dita Von Teese desarrolló una fuerte querencia por la lencería ardiente, esa que usan, cuando la usan, las modelos de la revista. Aquella querencia se convirtió en fascinación y Dita acabó modelando para Playboy y probablemente, si confiamos en la circularidad del universo, ese ejemplar terminó escondido por el padre de alguien detrás del depósito de agua de un retrete.

Dita nació en California y hoy es una celebridad. Es actriz de películas, estándar y pornográficas, modelo, diseñadora de ropa y vedette. Hay que añadir, porque aquel suceso esponjó notablemente su carrera, que se casó con el extravagante músico Marilyn Manson, en una ceremonia que ofició, en un castillo irlandés, el no menos extravagante Alejandro Jodorowsky.

Apunto este minibiopic para llegar con información suficiente al momento en que Dita Von Teese pone en práctica su interesante teoría económica: la del mecenas único que aporta más que muchos micromecenas.

A los 19 años entró a trabajar en un club de striptease en Los Ángeles y muy pronto observó que la clientela, unos treinta individuos hasta las cejas de testosterona, daba billetes de un dólar a las chicas que salían a escena en tanga y al final se quedaban completamente desnudas. Calculando que lo que casi se ve vale más que lo que se ve, Dita apareció vestida de corsé, tutú y guantes de satén, y ejecutó un elegante, y parcial, striptease, que terminaba con ella en ropa interior. Veintinueve de los asistentes se quedaban de una pieza ante ese striptease incompleto, pero siempre había uno solo que apreciaba su acto, y le daba un billete de 50 dólares.

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