_
_
_
_
_

La soprano militar que moldea al Gran Dragón

Cuando Xi Jinping asuma el mando de China en marzo, Peng Liyuan se convertirá en primera dama La popularidad de esta cantante y general de brigada es tal que podría eclipsar a su esposo Un fenómeno que el Gobierno tendrá que gestionar hábilmente: ¿necesita el país a su Carla Bruni?

La soprano militar Peng Liyuan, interpretando ‘Camino al resurgimiento’ en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, en septiembre de 2009.
La soprano militar Peng Liyuan, interpretando ‘Camino al resurgimiento’ en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, en septiembre de 2009.

Durante más de dos décadas, los espectadores que se sentaban cada año frente al televisor para deleitarse con la gala del Año Nuevo chino se encontraron en la pantalla a una cantante de ópera del Ejército Popular de Liberación (EPL) que les obsequiaba con piezas dulzonas de alto contenido patriótico. Ataviada con vestidos étnicos fastuosos o indumentaria castrense, y armada con su voz de soprano, una amplia sonrisa y un tupé de resonancias elvispresleyrianas, Peng Liyuan salía a escena y atacaba gala tras gala alguna de las muchas piezas que la han hecho famosa, como Gente de nuestro pueblo, Soldado y madre o Elogio de la bandera.

Su salto a la celebridad se produjo en la festividad del Año Nuevo chino de 1983, y, a partir de entonces, se convirtió en una habitual del programa más visto de la televisión china, con una audiencia de cientos de millones de personas. Peng se hizo así una de las personas más populares de su país, y durante mucho tiempo su fama ha superado la de su marido, Xi Jinping, un influyente político que, tras una larga carrera, ocupó el mes pasado la secretaría general del Partido Comunista Chino (PCCh), en sustitución de Hu Jintao, a quien en marzo del año que viene sucederá también como presidente del país. Actualmente, es vicepresidente.

Para decepción de la prensa internacional,

La cantante se ganó la pasión de muchos compatriotas con sus loas melodiosas al ascenso chino, sus coreografías mecidas por decenas de soldados, y sus baladas arropadas con banderas rojas. Pero el avance de su marido hacia el pináculo ha puesto freno a su popularidad y su carrera en los escenarios. Desde que a finales de 2007 Xi Jinping entró en el Comité Permanente del Politburó del PCCh –el máximo órgano de poder del país, ahora integrado por siete miembros- y fue designado para tomar la dirección del partido en el congreso que se celebraría en otoño de 2012, la presencia pública de la soprano militar ha ido perdiendo fulgor, a instancias de los responsables de imagen y protocolo del Gobierno, hasta el punto que su nombre ha llegado a ser censurado en Internet. En los últimos años, Peng Liyuan ha evitado aparecer con su esposo o hablar de él en público, y, prácticamente, ha desaparecido de la televisión. Su estrella ha sido contenida, en beneficio de la de su marido, a quien la mayoría de los chinos desconocía hasta hace muy poco. Peng tiene 50 años. Xi, 59.

A diferencia de Occidente, las mujeres de los líderes chinos han permanecido tradicionalmente fuera de la atención pública, han mantenido una actitud muy discreta, y no han ejercido ningún papel político desde la caída de Jiang Qing, la mujer de Mao Zedong, detenida, tras la muerte del Gran Timonel, por su responsabilidad en el caos de la Revolución Cultural (1966-1976) y su liderato en la llamada Banda de los Cuatro. Los nefastos recuerdos dejados por Jiang Qing -aún muy presentes entre los dirigentes chinos- explican en buena parte esta actitud. La mujer de Hu Jintao, Liu Yongqing, figura lo justo y casi nunca habla en público, y Wang Yeping, esposa del expresidente Jiang Zemin -predecesor de Hu-, fue descrita por los medios de comunicación como “una primera dama invisible y silenciosa”.

Cuando Xi Jinping viajó a Washington en febrero pasado, la prensa internacional aseguró que los estadounidenses se mostraron decepcionados porque Peng Liyuan no formó parte de la delegación china. Esperaban, con curiosidad, ver quién era esa cantante de ópera militar, cuyo currículo se presta a todo tipo de crónicas apasionantes. No en vano, ha sido comparada con Carla Bruni, la cantante y esposa del expresidente francés Nicolas Sarkozy. Probablemente, los consejeros del Gobierno chino quisieron evitar un exceso de atención hacia Peng y la posibilidad de que hiciera sombra a su marido.

A pesar de ello, la esposa del futuro presidente podría acabar con la tradicional posición que ocupan las mujeres de los máximos líderes en China. Todo apunta a que, cuando, en marzo, se convierta en primera dama, tendrá un papel más activo que sus predecesoras. China ha cambiado. Es ya la segunda economía del mundo, cada vez está más integrada en el panorama mundial y sus líderes realizan con frecuencia viajes al extranjero. Además, los ciudadanos chinos reclaman más visibilidad y transparencia a los mandatarios sobre sus vidas y sus familias, catalizados por las redes sociales, donde mujeres como Michelle Obama -esposa del presidente estadounidense, Barack Obama- son fuente de gran interés.

Nacida en Yuncheng (provincia costera de Shandong), Peng Liyuan entró en el Ejército cuando tenía 18 años. Era llamada por sus admiradores El hada peonía. Su talento vocal la llevó pronto a cantar en las bandas militares “para impulsar la moral de la tropa”. Con tan solo 20 años, triunfó en la televisión. Durante su carrera ha actuado en medio centenar de países, en ciudades como Nueva York, Tokio y Viena. En la actualidad, es miembro civil del EPL, como soldado-artista, y tiene rango de general de división. Es reconocida como “intérprete nacional de primer grado”. Fue una de las primeras cantantes en obtener en China la maestría en música tradicional étnica. También es presidenta de la compañía de actuaciones artísticas del departamento político del Ejército Popular de Liberación.

La soprano Peng Liyuan, en una actuación dentro de los fastos de conmemoración del 80º aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación, el brazo armado del Partido Comunista Chino, en Pekín, en julio de 2007.
La soprano Peng Liyuan, en una actuación dentro de los fastos de conmemoración del 80º aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación, el brazo armado del Partido Comunista Chino, en Pekín, en julio de 2007.XINHUA (LANDOV)

Mao Zedong dijo en una ocasión que “la mujer sostiene la mitad del cielo”. Esa mitad del cielo femenina parece que en China, en lo que respecta al poder, solo contempla el papel de consorte. Antes del congreso del PCCh, el mes pasado, se especulaba con la posibilidad de que una mujer, Liu Yandong, entrara a formar parte del Comité Permanente del Politburó. No lo logró. El comité no ha tenido ninguna mujer desde 1949 –año de la fundación de la República Popular China-, y los ancianos del partido -grupo de antiguos dirigentes, como el expresidente Jiang Zemin, que ejercen un gran poder tras las bambalinas- no querían cambiar esto, según fuentes sin identificar, citadas por la agencia Reuters. La situación en el Politburó -el siguiente máximo órgano de poder, compuesto por 25 personas- no es mucho mejor. Tan solo han sido incluidas dos mujeres: la propia Liu Yandong, consejera de Estado, y Sun Chunlan, jefa del partido en la provincia de Fujian.

En los últimos años, Peng ha basculado de su trabajo como cantante a una faceta más cercana a la de otras primeras damas en Occidente. En mayo de 2008, visitó la provincia de Sichuan, que sufrió un terremoto devastador, y dio conciertos benéficos. La única hija del matrimonio, Xi Mingze, de 16 años entonces, trabajó como voluntaria en las labores de ayuda. Posteriormente, ha promovido el Día Mundial Sin Tabaco con el magnate estadounidense Bill Gates, y desde junio de 2011 es embajadora de la Organización Mundial de la Salud en la campaña contra la tuberculosis y el virus del sida (VIH). En diciembre del año pasado, le fue concedido uno de los primeros premios Artes de China, dotado con un millón de yuanes (124.100 euros).

¿Aportará Peng Liyuan, en su papel de primera dama, un aire diferente al rígido protocolo chino? De entrada, ha ayudado a potenciar y ha imprimido un cierto glamour –aun siendo un glamour de uniforme- a la imagen de su esposo. También ha proyectado cierto tono de normalidad sobre la vida del matrimonio. Poco antes de que en 2007 Xi Jinping entrase en el Comité Permanente del Politburó, habló en público de su relación con él, algo casi inconcebible en China. “Cuando vuelve a casa, no pienso en él como líder. A mis ojos, es tan solo mi marido. Cuando yo vuelvo a casa, él no piensa en mí como una estrella famosa. A sus ojos, soy simplemente su esposa”, aseguró en el diario de la tarde Zhanjiang, según el periódico de Hong Kong South China Morning Post.

Peng Liyuan quiere proyectar cierta normalidad sobre su vida matrimonial. Ha afirmado que, cuando Xi está en casa, le cocina los platos que le gustan “para ayudarle a relajarse”

Peng ha intentado trasladar en entrevistas concedidas a la prensa china en el pasado una imagen casera de sí misma. Ha dicho que tiene gustos sencillos y disfruta “yendo al mercado en bicicleta y regateando con los vendedores”. También ha afirmado que, cuando Xi está en casa, le cocina los platos que le gustan “para ayudarle a relajarse”.

Peng Liyuan ha colmado de alabanzas a Xi -el “marido ideal”-, con quien tiene una hija -Xi Mingze- que estudia en Harvard (Estados Unidos). Dice que cuando le conoció en 1986, le pareció “pueblerino” y “mayor”, pero luego se dio cuenta de que era muy inteligente. “Es sencillo y honesto”, confesó en una ocasión al semanario Noticias de China, y añadió que Xi Jinping le dijo una vez: “Menos de 40 minutos después de conocerte, ya sabía que serías mi esposa”. En 1987, se casaron.

Han pasado 25 años desde entonces, y la soprano de los vestidos rojos y los uniformes militares ha colgado prácticamente su carrera para ocupar el lugar de primera dama en un país en el que este título ha estado tradicionalmente rodeado de misterio. Si Peng Liyuan es capaz de arrojar un poco de luz sobre este arcano y presentar una imagen más cercana de la familia del hombre más poderoso de China, será una señal de que Xi Jinping pretende ser -como algunos esperan- un líder muy diferente de quienes le precedieron.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_