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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Horror en la sincronizada

El testimonio de quince exnadadoras retrata a una seleccionadora tirana que insultaba y humillaba a las atletas

MARCOS BALFAGÓN

Dice el Consejo de Europa que el deporte de élite en edades precoces es un peligro para la salud. En el caso del equipo español de natación sincronizada parece que tales riesgos han sido mucho peores, y no solo porque las atletas se vean sometidas a largas e inhumanas inmersiones en el agua en posiciones imposibles con una pinza en la nariz. Anna Tarrés, la misma seleccionadora que llevó a la cúspide al equipo, podría ser también la que infligía el peor de los daños a sus nadadoras a base de insultos, coacciones y humillaciones. Así lo aseguran, al menos, 15 exnadadoras, que solo se han atrevido ahora a contar su experiencia, cuando Tarrés ha caído en desgracia y ha sido destituida por la Real Federación Española de Natación (RFEN).

Paola Tirados, medallista en Pekín, se ha alegrado del cese. Dice que no tiene nada bueno que decir de Tarrés en el terreno personal. Según Tirados, que ahora es arquitecta, Anna Tarrés le arrancó de las manos aquella medalla recibida en el podio porque consideró que la nadadora no se la merecía.

Cristina Violán también se ha alegrado del cese. Dice que la exseleccionadora le negó igualmente su mérito a pesar de lograr la medalla del Mundial de Montreal 2005. A Laura López, ahora entrenadora, le ocurrió algo similar, pero otras salieron peor paradas. A una la llamaba gorda —fue bulímica después—, a otra, de solo 14 años, la acusó de haberse follado “todo lo que se mueve”, y a una tercera le recomendó tragarse el vómito en vez de interrumpir un momento el entrenamiento por sus náuseas.

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Vistas así las cosas, lo de la natación sincronizada española parece más un relato de terror que una historia de éxito, y llama la atención la actitud de la RFEN. Su presidente, Fernando Carpena, ha destituido a Tarrés sin dar explicaciones, lo que no es admisible. Si la seleccionadora era una tirana cruel hay que explicar por qué no se ha resuelto el asunto hasta ahora. Si no lo era, es de ley aclararlo. Las palabras de otra exnadadora indican que en este horror pudo haber más de una culpable. “La federación sabía cómo nos trataba Anna Tarrés, pero como había resultados...”.

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