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La pesada carga de ser un Kennedy

La hija de Robert Kennedy es detenida por conducir bajo los efectos de las drogas días después de que se conociera que la tumba de su cuñada se trasladó de ubicación

Eva Saiz
Kerry Kennedy.
Kerry Kennedy.JUAN MABROMATA (AFP)

Hace mucho tiempo que el apellido Kennedy va asociado irremisiblemente a la tragedia: magnicidios, muertes, divorcios, suicidios... Los acontecimientos que la semana pasada volvieron a llevar el ilustre apellido a los titulares de las portadas no son una excepción. Este viernes, Kerry Kennedy, la séptima hija de Robert Kennedy, fue arrestada por conducir bajo los efectos de las drogas.

Días antes, había transcendido que los restos de su cuñada y mejor amiga, Mary Richardson Kennedy -que se ahorcó el pasado 16 de mayo-, habían sido exhumados para ser enterrados en un lugar más apartado que el del resto de las tumbas de los Kennedy, en el cementerio de Cape Cod (Massachusetts), donde en un principio se había colocado su féretro. Otro de los hermanos de Kerry, Douglas Kennedy, se enfrentará a un juicio por amenazas a principios de agosto.

Probablemente, si sus protagonistas no compartieran genes con un presidente de EE UU y un fiscal general, sus accidentes, avatares personales y encontronazos con la justicia pasarían desapercibidos

Probablemente, si sus protagonistas no compartieran genes con un presidente de Estados Unidos y un fiscal general, sus accidentes, avatares personales y encontronazos con la justicia pasarían desapercibidos. Sin embargo, el encanto de Camelot -como designó a la presidencia de John F. Kennedy su propia esposa, Jacquelyn- no lo ha hecho inmune a la prensa. Vivir en esa corte no es precisamente un cuento de hadas para sus inquilinos.

A primera hora de la mañana del viernes pasado, varios conductores alertaron a la policía de un coche que circulaba de manera errática por una carretera a las afueras de Nueva York. Instantes más tarde, el vehículo, un Lexus, chocaba contra un camión, continuaba su camino, pese a tener un neumático pinchado, y se salía de la autopista para parar en el arcén. Cuando llegaron los agentes, encontraron adormilada sobre el volante a Kerry Kennedy.

Kerry Kennedy voluntariamente se sometió al test de alcoholemia y se hizo pruebas de sangre y orina que dieron negativo en alcohol y drogas" Portavoz de la familia

En un primer momento, según fuentes citadas por la revista Forbes y The New York Times, la hija del malogrado fiscal general de EE UU alegó que se dirigía al gimnasio y que, por equivocación, había tomado Ambien -un medicamento que ayuda a dormir- en lugar de su pastilla para la tiroides. No obstante, el sábado, una portavoz de la familia, negó categóricamente que ésta estuviera conduciendo bajo los efectos de la drogas: “Kerry Kennedy voluntariamente se sometió al test de alcoholemia y se hizo pruebas de sangre y orina que dieron negativo en alcohol y drogas. Ella firmó la denuncia antes de conocer los resultados”.

No es la primera vez que un Kennedy apela a la ingesta de Ambien para justificar su conducción errática. Su primo, el excongresista Patrick Kennedy, fue el primero de la saga en llamar la atención sobre los efectos de ese medicamento cuando, en 2006, estampó su Mustang contra una valla cercana al Capitolio. El político dijo a los agentes que había tomado una de esas pastillas. El suceso derivó en una demanda colectiva contra el fabricante que, desde entonces, incluye en el prospecto de Ambien que, entre sus efectos secundarios, cabe la posibilidad de que los pacientes “hagan llamadas telefónicas, coman o conduzcan sin ser conscientes de que están realizando esa actividad”.

A la espera de que se aclare si conducía o no bajo los efectos de las drogas, Kerry Kennedy permanece recluida en su casa, a solo unas manzanas de donde se quitó la vida Mary Ricahardson, la todavía esposa -estaban en trámites de divorcio- de su hermano Robert F. Kennedy. “Eramos inseparables, compartíamos amistad, armario y tarjeta de crédito”, escribió su cuñada en un artículo para The Huffington Post, tras su muerte. La semana pasada transcendió que los restos de Mary Richardson se habían trasladado a 200 metros de su ubicación original por expreso deseo del sobrino de John Fitzgerald Kennedy, quien ni si quiera avisó a la familia de su mujer del cambio de tumba.

El de Kerry es el penúltimo ejemplo de cómo un apellido asociado a la fama y al glamour se ha convertido en una losa para sus herederos. En un par de semanas, Douglas Kennedy, otro de sus hermanos, se sentará en el banquillo acusado de dos cargos de amenazas y uno de puesta en peligro de la salud infantil, por un incidente que tuvo el mes de enero con dos enfermeras del Hospital Northern Westchester, cuando quiso coger a su hijo recién nacido en contra de las indicaciones de aquéllas. En la corte de Camelot la vida, después de todo, no es tan sencilla.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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