Hombre rico, hombre pobre
El dinero no da la felicidad, pero el origen condiciona la vida y agrava las desigualdades
El año pasado, EL PAÍS tituló uno de sus editoriales “Emancipación postergada”, haciéndose eco del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. Si bien el informe de este año muestra una mejora del 1,1% en la tasa de emancipación de 2023, el editorial es de plena vigencia. Los jóvenes en España se emancipan cuando dejan de serlo, a los 30,4 años, cuatro años más tarde que la media europea, y un 83% no puede hacerlo. Entre los principales motivos está el acceso a la vivienda.
Teniendo en cuenta, como también menciona el informe, que el precio de las viviendas en alquiler se ha incrementado 2,5 veces más que los salarios de los jóvenes, acompañado de una subida de los suministros durante 2023, sorprende esta mejora.
La explicación: el régimen de tenencia de las viviendas.
Los datos muestran un leve incremento del alquiler, del 0,3% respecto a 2022, situándose en un 48%. Sin embargo, desciende el número de jóvenes que acceden a una vivienda mediante hipoteca, mientras aumenta el de aquellos que cuentan con propiedades libres de cargas, cesiones gratuitas o alquileres por debajo del mercado. Es decir, aquellos que cuentan con apoyo financiero familiar, situación también observada en informes anteriores, incidiendo en la desigualdad intrageneracional y convirtiendo el origen familiar en un factor determinante de acceso a la vivienda.
El estudio de nuestra fundación, Finanzas de los hogares 2000-2022, pone de manifiesto una serie de factores relativos a la evolución demográfica y la tenencia de la riqueza que vienen al caso: la brecha de riqueza entre generaciones, con la riqueza concentrada en los más mayores; la reducción del tamaño de los hogares que son ahora más pequeños y viejos; el incremento significativo del número de hogares de un solo miembro, que suponen un 26,3%, y la vivienda como instrumento clave de ahorro, entre otros.
Es imperativo trabajar en soluciones imaginativas. Más allá de apostar por la construcción de un parque de viviendas sociales y fomentar el alquiler, ¿por qué no plantear medidas que faciliten el acceso de los jóvenes a la vivienda, paliando la soledad de los mayores, especialmente acuciante en las grandes ciudades? ¿Por qué no atreverse con políticas que minimicen el riesgo de que la vivienda se convierta en instrumento financiero? ¿Por qué no apoyar más efectivamente una formación financiera sobre alternativas para ahorrar con vistas al futuro?
El dinero no da la felicidad, pero, como plasmaba el libro que da título a este artículo, el origen condiciona la vida y agrava las desigualdades.
Demografía y vivienda, dos temas clave para la agenda de inicio de curso.
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