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IFM: el fondo de pensiones australiano quiere invertir otros 8.000 millones de euros en España

La firma ‘aussie’, que ya tiene intereses en Naturgy, Aqualia y Aleática, se reúne con Pedro Sánchez en La Moncloa para transmitirle su compromiso con el país. El Gobierno le pide su ayuda para desarrollar proyectos en áreas como los chips y el hidrógeno

Kyle Mangini (izquierda), responsable de infraestructuras de IFM, y Jaime Siles, director ejecutivo de la gestora en España, en un hotel de Madrid.
Kyle Mangini (izquierda), responsable de infraestructuras de IFM, y Jaime Siles, director ejecutivo de la gestora en España, en un hotel de Madrid.Samuel Sánchez

Esta semana, IFM Investors hizo una exhibición de fuerza en Madrid. El gestor de pensiones australiano celebró en la capital su reunión anual con clientes. La firma austral maneja 143.000 millones de dólares (datos a 30 de junio), pero sus 665 inversores institucionales suman activos valorados en un billón de euros, es decir, casi el tamaño del PIB nacional. Una tarjeta de presentación que abre muchas puertas. A los aussies les gusta España —acumulan 8.000 millones invertidos en Naturgy, Aqualia y Aleática— y quieren más. Están dispuestos a desembolsar una cantidad similar en los próximos años.

“Nuestra experiencia ha sido muy buena y buscamos nuevas oportunidades para hacer más cosas en España”, reconoce Kyle Mangini. El responsable global de infraestructuras de la gestora —una de las tres áreas de inversión de IFM junto a la deuda y el capital riesgo— y Jaime Siles, director ejecutivo, concedieron una entrevista en exclusiva a EL PAÍS. Ambos son conscientes de que cualquier movimiento futuro, y más si tiene lugar en un área tan sensible como las infraestructuras, deberá contar con el visto bueno del Gobierno. Además, ese plácet de La Moncloa es aún más necesario porque la aspiración del fondo a medio plazo es promover la colaboración público-privada para financiar las dos grandes transiciones en marcha: la energética y la digital.

“Es evidente que cuando operas en sectores estratégicos tienes que dialogar con todos los stakeholders [grupos de interés], y eso incluye al Gobierno. Tenemos intención de comunicarle al Ejecutivo que nuestra apuesta por España es firme”, explica Siles. Su gran baza de persuasión, además de los ingentes recursos que manejan, es su horizonte temporal, alejado del que tienen los fondos más especulativos. “Invertimos durante décadas, no solo para unos años”, subraya Mangini, que este viernes se ha reunido con Pedro Sánchez para exponer sus planes en España. El encuentro duró más de una hora y el tono fue de cordialidad. El presidente del Gobierno en funciones pidió a los responsables de IFM que les ayuden a desarrollar proyectos en dos áreas concretas: chips e hidrógeno, según fuentes conocedoras del contenido del encuentro. La gestora australiana, por su parte, se comprometió a estudiar oportunidades en ambos campos.

La presencia de IFM en España se remonta a 2017 cuando le compró a OHL su división de concesiones (rebautizada luego como Aleática). Un año después, adquirió a FCC el 49% de Aqualia, su filial de gestión de agua. Sin embargo, el nombre de la gestora australiana se hizo famoso en el mundillo de los negocios patrio cuando, en enero de 2021, lanzó una opa parcial sobre Naturgy. Su oferta, que aspiraba a hacerse con hasta el 22,7% de las acciones, pinchó y solo recibió mandatos de venta por el 10,8% de los títulos (su participación actual es del 14%), pero no la retiraron. Desde un punto de vista económico, la operación ha sido positiva para IFM: la opa la lanzó a 22 euros por acción y ahora Naturgy cotiza por encima de los 26 euros (a lo que hay que añadir los más de dos euros por título que ha cobrado desde entones en dividendos) gracias, en buena medida, a la subida de los precios del gas tras la invasión rusa de Ucrania.

Doble patinazo

Sin embargo, su aterrizaje en la compañía se ha producido en un momento convulso: a los intereses contrapuestos del resto de accionistas —Criteria Caixa (26,7%), CVC (20,4%) y GIP (20%)— hay que sumarle dos sonoros tropiezos, como el intento de división de Naturgy en dos compañías (Proyecto Géminis) y el fallido fichaje de Ignacio Gutiérrez-Orrantía como consejero delegado (Francisco Reynés sigue centralizando todo el poder ejecutivo). Siles, que ocupa un puesto en el consejo, resta importancia, al menos públicamente, a las desavenencias. “Naturgy cotiza y debo de ser muy prudente. No nos hacemos eco de especulaciones, nos basamos en hechos. Cuando invertimos estaba el equipo directivo actual y nos sentimos muy cómodos. Todos los miembros del consejo están alineados en la misma dirección”, dice Siles.

Sin embargo, leyendo entre líneas sus declaraciones, quizás haya cosas que se podrían cambiar. El pay out (parte del beneficio que se paga a los accionistas) es una de ellas: “Somos unos creyentes del crecimiento orgánico de las compañías donde estamos. No tenemos la obligación de pagar un porcentaje de dividendos determinado y por eso animamos a los directivos a que hagan propuestas para ver cuál es la forma más eficiente de gastar la liquidez de la empresa”, desliza el responsable del fondo en España.

Su entrada en Naturgy, tumultuosa al principio, pero suavizada con el paso de los meses, es la carta de presentación de IFM para sus próximas operaciones en España. Algunas de ellas, según se infiere de sus palabras, a muy corto plazo. “No tenemos un objetivo numérico en particular: es una cuestión de dónde están las oportunidades. Pero, ciertamente, no estamos ni mucho menos cerca de nuestra capacidad [de inversión aquí] y seguimos buscando oportunidades para hacer más cosas: queremos estar mucho, mucho tiempo”, sentencia Mangini. Con una máxima: “Activos que sean importantes en el día a día de la gente”.

Aunque la energía centra buena parte de su interés, el fondo no renuncia a otros sectores. “Miramos todo el espectro: puertos, carreteras de peaje, electricidad, gas, telecomunicaciones, agua… En todo el mundo, y también en España”, subraya Siles. “Estamos abiertos a todo, y animamos a nuestros partícipes a invertir también”. Al margen de las renovables, sin embargo, una industria parece centrar sus prioridades más inmediatas: el agua, en la que ya hicieron una incursión con la entrada en la filial hídrica de FCC. “En España hay un claro déficit de inversión en agua. Pero tenemos que ser muy disciplinados en nuestras inversiones: no podemos cometer errores, porque no es nuestro dinero el que gestionamos… Es el dinero de otros”, concluye.

Biogás y queroseno limpio

Las compras de IFM en España pueden ser grandes o pequeñas —con una inclinación indisimulada por las primeras: el tiempo de análisis de la inversión es prácticamente el mismo y el retorno potencial, mucho menor—, pero serán a largo plazo y con la transición energética entre ceja y ceja. “Va a ser la mayor inversión de nuestras carreras: ni siquiera el bum de las tecnológicas será equiparable. Queremos ser parte de ello”, sentencia Kyle Mangini. El jefe del área de infraestructuras marca una preferencia clara por el biogás y por la producción de combustibles limpios de aviación, en parte, por su experiencia inversora en aeropuertos. Y pone sordina sobre la revolución del hidrógeno verde: “Va a tomar tiempo, su coste de generación sigue siendo alto”, sentencia.

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