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José Cañellas (Fergus Hotels): El ‘outsider’ del sector hotelero

Con solo 32 años puso en marcha una de las pocas cadenas hoteleras que no pertenece a las grandes familias que controlan el sector turístico mallorquín

Jose Cañellas Fergus Hotels
José Cañellas, fundador de Fergus Hotels.

La primera incursión de José Cañellas en el mundo laboral tras terminar la carrera de Turismo en la Universidad de las Islas Baleares se frustró cuando en Globalia le descartaron para un puesto en su centro de llamadas al considerar que estaba sobrecualificado. Este mallorquín de 45 años no desistió y dos meses después aceptó un puesto como técnico de marketing y ventas internacionales que le permitió meter la cabeza en el sector y conocer las costuras de una gran empresa turística. Casi 25 años después es el fundador y único propietario de Fergus Hotels, una cadena que cuenta con 21 establecimientos repartidos por Baleares, Andalucía y Cataluña y que el año pasado facturó 94 millones de euros. Es un caso singular en el mar de las cadenas hoteleras españolas, gestionadas en su mayoría como empresas familiares.

El recorrido hasta llegar a Fergus Hotels no fue fácil. “Con 23 años tuve que regresar de Alemania donde estudiaba idiomas por la muerte repentina de mi madre. Diez años antes había muerto mi padre y, tras quedar huérfano, el trabajo se convirtió en mi refugio y vía de escape”, cuenta. Se marchó a México tras ofrecerle Miguel Fluxà, propietario de Iberostar, un puesto en un turoperador que el grupo tenía en aquel país. De pensar en ir a la paradisíaca Cancún se plantó en Ciudad de México, donde estuvo tres años trabajando para los Fluxà. Esa experiencia en el extranjero y el interés por seguir formándose en finanzas le llevaron a participar con 29 años en el germen de lo que hoy es World2Meet, una de las principales agencias turísticas y banco de camas del mundo, de la que fue director ejecutivo hasta 2018. Con apenas 32 años ya había fundado Fergus Hotels.

La aventura empresarial llegó en plena crisis económica, cuando los bancos aplicaban una fuerte restricción al crédito en la industria turística. “El propietario de un establecimiento hotelero me vino a ver y me dijo: ‘Me tienes que comprar el hotel, sólo me fío de ti”, cuenta Cañellas, que vio la posibilidad de adquirir el hotel y pagar a plazos. Compró ese establecimiento y otro del que gestionaba el alquiler y fue capaz de reposicionarlos y hacerles ganar lo suficiente como para ir repagando los plazos comprometidos con la caja que generaban. Los turoperadores, por aquella época, también estaban dispuestos a financiar a compañías que invertían en productos acordes a la demanda, como era el caso de aquellos hoteles. “La financiación bancaria llegó sola una vez que demostramos al mercado que cumplíamos con nuestros compromisos”, recuerda el empresario.

La anécdota del poni

El nombre de la cadena surgió cuando compró esos dos primeros hoteles. “Mentiría si dijera que gastamos 250.000 euros en una campaña de marketing para buscar un nombre”, admite riendo. La idea irrumpió mientras iba dándole vueltas en un taxi en Ciudad de México, descartando palabras como “sol” o “playa”, que ya estaban muy manidas. Al llegar al hotel vio un letrero enorme con el nombre del establecimiento, dos palabras cortas y claras, lo que le llevó a recordar el apelativo de un poni que vivía en unas cuadras que visitaba cuando era pequeño que se llamaba Fergus. “Lo busqué y era un nombre irlandés que significa seleccionado. Pensé que era perfecto para un hotel, así que compré el dominio por 15 euros y nunca más volví a darle media vuelta al asunto”.

Ser propietario de varios hoteles con apenas 32 años, muy joven para la media en el sector, le hizo pasar por situaciones surrealistas, de gente que le decía que “esperaba otra cosa” o que preguntaban si el director de la empresa no había podido asistir a la reunión, porque no creían que la estuviera dirigiendo un chico en la treintena con un equipo de gente de su edad. “He discutido con gente que me aseguraba haber tenido reuniones con mi padre en algún hotel nuestro, cuando lo más cerca que estuvo mi padre de un hotel fue trabajando de camarero”, dice Cañellas, que cree que esta situación propició que tuvieran que ser “extremadamente serios” para no perder credibilidad.

Fergus Hotels está asentada en el mercado y cuenta actualmente con tres líneas de negocio diferenciadas: hoteles de 4 y 5 estrellas de tipo familiar; hoteles renovados y ubicados en lugares con un abanico importante de oferta complementaria que ofrecen en el alojamiento servicios limitados, y, por último, una gama de hoteles afiliados, una gestión de marca blanca que Fergus se encarga de dirigir. En total son 21 establecimientos en la costa de Andalucía, Baleares y Cataluña que les sitúan en el top 20 de cadenas hoteleras en España por volumen de camas, según Hosteltur. En noviembre de 2022 contaba con casi 5.500 habitaciones y ahora tienen 1.000 más. Su previsión para este año pasa por alcanzar un volumen de negocio de 127 millones de euros, frente a los 94 millones con los que cerraron el pasado 2022 y que supuso un crecimiento de casi el 80% con respecto a lo que facturaron en 2019, la última temporada antes de la pandemia. El objetivo inmediato de expansión pasa por las islas Canarias, donde quieren comenzar a tener presencia, y aunque Cañellas no cierra la puerta a dar el salto a otros países en el futuro, por el momento cree que en el Mediterráneo español y Canarias tienen “bastante recorrido todavía”.

El caso de Fergus Hotels es cuando menos singular en Mallorca, pues la isla cuenta con las mejores empresas turísticas de hostelería vacacional del mundo y la mayoría de ellas son familiares: desde Iberostar, de la familia Fluxà, hasta Riu, pasando por Meliá, de los Escarrer, Piñero o Barceló. Aunque algunas han preparado con éxito el cambio generacional, lo cierto es que otras no han sabido hacerlo. “Somos una rara avis, pues a pesar de ser una empresa hotelera mallorquina y 100% propiedad mía, hoy por hoy no hay ningún miembro de mi familia trabajando en ella”. Y es que sus dos hermanas mayores dirigen la zapatería familiar que durante años regentaron sus padres en Palma.

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