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Si invierte en Bolsa, le conviene saber las enseñanzas que dejaron las últimas recesiones

Los expertos ven similitudes con la crisis del petróleo y la dura intervención de la Fed a finales de los años ochenta

Recesiones
Un empleado de Lehman Brothers sale de la sede del banco con sus cosas tras la quiebra de este, en septiembre de 2008.Chris Hondros (Getty Images)

Pocas veces en la historia de la economía ha habido tanta luz y taquígrafos para anunciar la llegada de una recesión. La caída del PIB se ha producido siempre de forma sorpresiva (estallido de la burbuja puntocom, caída de Leh­man Brothers o parálisis por la covid-19), por citar las más recientes. En la crisis económica actual, la mano dura de los bancos centrales para atajar la inflación no temblará aunque se ponga fin al crecimiento económico. Y, además, el mercado de bonos estadounidense ofrece desde hace meses su indicador de recesión más popular y certero: los tipos a plazo de dos años están al 4,32%, mientras que los del bono a 10 años se encuentran en el 3,87%. Esta curva de tipos invertida siempre ha sido el prólogo de una recesión económica.

Técnicamente, Estados Unidos está en recesión ya que para definir esta destrucción de riqueza bastan dos trimestres consecutivos de crecimiento en negativo y se han cumplido de enero a junio de este año. Aun así, sigue abierto el debate. La OCDE prevé que Alemania entre en recesión en 2023, aunque espera un modesto crecimiento en Estados Unidos para el próximo año. Axelle Pinon, de Carmignac, apunta que en Estados Unidos “la fuerte dinámica de los ingresos laborales debería permitir que se evite una auténtica recesión hasta la segunda mitad de 2023″. Y añade: “En Europa, la recesión podría producirse ya a finales de 2022 debido al shock energético. Aunque el apoyo fiscal sea masivo, no será suficiente ante la violencia del choque sobre las materias primas”, explica.

Los analistas están divididos y asignando porcentajes de probabilidad de caídas de las economías. Laurent Denize, de ODDO BHF, asume una recesión moderada en Europa acompañada de una desaceleración global. Paolo Zanghieri, economista de Generali Investments, apunta a que el riesgo de recesión en Estados Unidos para el primer semestre de 2023 se acerca al 50%. Y desde Goldman Sachs consideran que “el BCE tiene que ajustar menos que la Fed para acabar con la inflación, por lo que el riesgo de una recesión inducida por el banco central es mayor en Estados Unidos que en Europa. No obstante, es probable que la crisis energética de Europa empuje a la región a la recesión”. La firma de asesoría económica Oxford Economics también ve inevitable una recesión económica en Europa, y Deutsche Bank espera una caída del PIB de la eurozona del 3% hasta el verano de 2023.

La memoria es frágil y las pérdidas de los mercados tanto de acciones como de bonos son difíciles de sobrellevar. En renta fija las caídas se califican de históricas, y en las acciones las grandes Bolsas han entrado en un periodo bajista con descensos superiores al 20% en lo que va de año. Según datos facilitados por el experto en mercados Juan Ignacio Crespo, la caída este año de las Bolsas, la renta fija, el crédito y las criptomonedas ha provocado ya unas pérdidas conjuntas de 30 billones de dólares, lo que equivale a un 30% del PIB global. De ellas, 12,2 billones corresponden a la renta fija.

Estas situaciones siempre parecen nuevas y únicas, pero la historia se repite, aunque con matices. Desde el famoso crash de 1929, la recesión actual (si finalmente se concreta) ocupará el puesto duodécimo de la lista de periodos de contracción económica en Estados Unidos con la consiguiente caída de su índice S&P 500. Según un reciente estudio sobre estos periodos complicados, el más duro fue precisamente el de 1929, que provocó una caída del índice del 86% y se prolongó por un periodo de 33 meses, seguido de los problemas financieros que comenzaron en mayo de 1937 y se evaporó el 60% del valor bursátil. De media, las recesiones han durado 21 meses y han provocado un descenso del S&P 500 del 42%.

La crisis del petróleo de 1973 que puso de moda el concepto de estanflación (inflación sin crecimiento) ha sido recurrente para comparar el difícil momento actual por los graves problemas energéticos, derivados en un principio de la pandemia y posteriormente de las sanciones a Rusia. La crisis de los setenta provocó un descenso del principal mercado mundial del 48% y las caídas en Bolsa duraron 21 meses. Otro periodo de referencia ha sido la dura intervención de la Fed estadounidense para controlar la inflación a finales de 1980 bajo el mandato de Paul Volcker. Las subidas de tipos se sucedieron y provocaron un mercado bajista de 21 meses que se llevó el 27% del valor de este índice.

Además del fuerte paréntesis de la covid-19 que terminó con un febril rebote de los mercados, la crisis anunciada con la caída de Lehman Brothers ha sido la más dura de este siglo. Su duración fue de 17 meses, según el estudio de JP Morgan, pero provocó una caída del 57% en el índice S&P 500. La crisis del mercado inmobiliario acabó de llevarse por delante la salud del sistema financiero. Algo que ahora no ocurre, según explica Ben Laidler, estratega de eToro: “No nos enfrentamos a una recesión sistémica como la de 2007 ya que los hogares se han desapalancado, los mercados laborales son fuertes y las empresas se acercan a beneficios de récord. Los bancos también están bien capitalizados. El riesgo es alto, pero no se trata de una recesión en la que no se pueda invertir”.

Asumido que los tipos seguirán subiendo, las dudas ahora para Goldman Sachs se encuentran en cómo afectarán a los beneficios empresariales unas economías en retroceso. Eso sí, espera, de momento, una recesión leve. Mientras el consenso del mercado habla de un crecimiento del beneficio por acción en Europa del 15% para este año y del 4% para 2023, el banco estadounidense apunta una subida del 7% este año y del 0% para el próximo.

Un catálogo muy variado

¿Aterrizajes bruscos o suaves de las economías? Ahí está la clave de cómo podrán comportarse los mercados los próximos meses y mucho depende a qué tipo de recesión nos enfrentemos. Ben Laidler, de eToro, explica que vamos hacia una recesión cíclica. Estas son las más comunes y responden a la intervención de los bancos centrales para enfriar la inflación. Duran una media de 10 meses. Luego están las recesiones de shock, como la pandemia de 2020 o la crisis del petróleo de 1973, que son poco comunes, de corta duración, pero a menudo tienen el mayor impacto en el PIB. Y, por último, las recesiones sistémicas, como la crisis financiera mundial, también son poco habituales, pero tienen el mayor impacto en los beneficios empresariales (-28 %), con grandes caídas del PIB (-3%). También duran tiempo.

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