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Cuando la casa es el único pasaporte para una vejez digna

Los productos que monetizan la vivienda crecen, a pesar de sus riesgos, por la necesidad de ingresos de las personas mayores

Vivienda
Miguel García, de 84 años, posa en el salón de su vivienda en Madrid, sobre la que recae una hipoteca inversa.Andrea Comas
Sandra López Letón

Ricas en ladrillos, pobres en ingresos. El acertijo define a más de nueve millones de personas mayores de 65 años, casi el 21% de la población española. Este colectivo ha ahorrado durante toda su vida, pero se lo ha jugado todo, o casi todo, a una sola carta: la vivienda. La mayoría de ellos (el 89%) tiene al menos una vivienda en propiedad. El 85% del ahorro generado a lo largo de sus vidas está ahí, entre esas paredes, mientras que solo el 14,9% está colocado en productos financieros canalizadores del ahorro.

Sin embargo, el dinero que entra por la puerta no siempre basta para mantener la calidad de vida que tenían antes de la jubilación. Sin olvidar que, inexcusablemente, a mayor edad, más cuidados y más gastos. “Más de la mitad de los jubilados no logran llegar a fin de mes. Tienen el ahorro inmovilizado en su vivienda”, señala Ángel Cominges, consejero delegado de Óptima Mayores. La sal en la herida es la inflación, del 9,8% en marzo, que provoca una pérdida de poder adquisitivo que está aún por ver si se va a compensar con la revalorización de las pensiones.

El problema es evidente. Con los ladrillos no pueden pagar la asistencia en el domicilio, una residencia, cambiar la bañera por una ducha, arreglarse la dentadura, cancelar deudas o llenar el cada vez más caro carro de la compra. Por no hablar de cosas que hasta hace dos días eran habituales, como hacer un viaje, asistir al teatro o ir a la peluquería una vez por semana. “Hay millones de pensionistas que necesitan un complemento de pensión ya y no lo pueden tener porque no han hecho ahorro para la jubilación”, dice José Antonio Herce. Este doctor en economía experto en longevidad da cuenta de que el valor del parque de viviendas en España equivale a 3,5 veces el PIB y se pregunta si “tamaña riqueza no podría servir al bienestar financiero de sus propietarios en su fase vital tras la jubilación”.

La solución existe desde hace años: pasa por convertir esos ladrillos en euros con productos como la hipoteca inversa, la nuda propiedad o la vivienda inversa. Todos permiten que el mayor pueda seguir viviendo en su casa hasta su fallecimiento, algo que desean encarecidamente y que no es posible con las fórmulas tradicionales del alquiler o la venta del inmueble. Es lo que querían Miguel, Enrique, Santiago y otros cientos de personas, cuya historia se contará a lo largo de estas líneas.

Ellos son la excepción, puesto que estas fórmulas que monetizan la vivienda nunca han tenido demasiado éxito en España. Entre otras razones porque hay desconocimiento y “una desconfianza brutal hacia productos en los que medie la vivienda”, cuenta Pedro Serrano, profesor de Economía Financiera de la Universidad Carlos III y autor junto a Juan Ángel Lafuente, catedrático de Finanzas y Contabilidad de la Universitat Jaume I, del libro Cómo complementar la pensión utilizando la vivienda en propiedad. También porque en España dejar el piso como herencia ha sido siempre un gesto sagrado. Aunque Herce lanza un aviso: “Las personas que ahora tienen 55 o 70 años van a tener que utilizar su vivienda para generar liquidez; cuanto antes se diga alto y claro, mejor”. Y parece que cala entre algunos aludidos: “El 60% de los que nos llaman son los hijos, a pesar de que heredarán menos”, dice Cominges.

El crédito al revés

El listado de soluciones arranca con la hipoteca inversa, “la única fórmula de monetización que permite mantener la propiedad de la casa, seguir viviendo en ella o alquilarla y dejar el patrimonio a tus hijos”, resume Nuria López Catalán, directora de Hipoteca Inversa de Caser. Este producto financiero, pensado para que los mayores de 65 años o dependientes puedan obtener un complemento a sus ingresos, se dejó de vender en España a partir del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Tras años intentando despegar sin mucha fortuna, ahora se reaviva.

El punto de inflexión de este raquítico mercado ha sido el anuncio, el 22 de febrero, de la entrada del Banco Santander y la aseguradora Mapfre. Lo hacen creando una sociedad para la comercialización de hipotecas inversas. Los expertos están convencidos de que habrá un antes y un después. “La alianza diluye el riesgo reputacional, por lo que habrá una reacción en cascada de competidores”, cree Lafuente.

Mapfre reconoce haber estudiado la hipoteca inversa en varias ocasiones, pero “nunca hemos encontrado el momento”, dice Begoña Magaz, directora del Área Técnica de Personas de Mapfre España. Ahora sí. “Porque la mayor longevidad hace que los ahorros y el poder adquisitivo de los mayores se vayan perdiendo con el tiempo. El hecho de que vivas más, hace que los consumas antes”, cuenta Magaz. Espera comenzar a vender la hipoteca inversa en verano, pero no da detalles sobre cómo será el producto. “No tenemos cerrada la configuración, se adaptará a cada cliente”.

El paso adelante de Santander y Mapfre refuerza la idea de que el sector va a ensancharse en los próximos años. Recorrido tiene. En 2021 apenas se firmaron 197 hipotecas inversas por una cuantía promedio de 476.107 euros, según el Consejo del Notariado. Es un 77,4% más que en 2020 (111) y un 337,7% más que en 2018, cuando solo hubo 45 hipotecas sénior. El año dorado fue en 2009, con 780 contratos. En el Reino Unido, el mercado más maduro, se hicieron 42.000 préstamos en 2021 por 4.400 millones de libras.

Según un informe del EPPARG, asociación europea que agrupa a proveedores y asesores de hipotecas inversas, y la consultora EY, el mercado global se triplicará en diez años. El documento, con datos de 13 países, concluye que ahora se liberan más de 15.000 millones de dólares al año con las distintas modalidades de hipoteca sénior y que en 2031 se superarán los 50.000 millones de dólares anuales. Este producto “puede desempeñar un papel mucho más importante en España, pero también en Italia, Francia, los Países Bajos e Irlanda, si se consigue una financiación suficiente para promover el crecimiento del mercado”, señala Steve Kyle, secretario general del EPPARG, que destaca la fuerte implantación del producto en el Reino Unido y Suecia. Interés hay. “Cada vez más bancos y aseguradoras, incluso fondos de inversión extranjeros, están interesados en comercializar hipotecas inversas en España”, defiende Ángel Cominges, el también presidente del Consejo Español de Hipoteca Inversa. La consultora EY apunta en la misma línea: “Todos los grandes bancos han iniciado el análisis de qué producto dar a sus clientes, aunque esperan a que el mercado evolucione”.

De momento, son reacias a publicitar nada que tenga que ver con estos préstamos. No ofertan hipotecas inversas abiertamente, solo si algún cliente las solicita expresamente. La banca va con pies de plomo porque están en juego dos temas extremadamente sensibles: la tercera edad y la casa. También porque cargan con algunas sentencias judiciales por hipotecas sénior firmadas en el pasado y declaradas nulas. “Temen el riesgo reputacional”, sostiene Serrano.

Si hace 15 años operaban una veintena de entidades, la oferta hoy es escasísima. Caser, la única aseguradora que vende hipotecas inversas en España, lo hace desde 2019. Un año después, firmó el 48% de todas las operaciones. Luego hay unos pocos bancos que se cuentan con los dedos de una mano. Uno de ellos es el banco portugués BNI Europe, que comercializa el préstamo a través de Óptima Mayores. También vende hipotecas inversas desde 2008 Catalana Occidente, aunque lo hace a través de una entidad financiera de crédito del grupo, Bilbao Hipotecaria, y “su demanda no ha sido muy importante hasta la fecha”. Seguros Santalucía estudia “la mejor propuesta para que nuestros clientes puedan hacer líquido su patrimonio inmobiliario, no solo con hipoteca inversa, sino con cualquier solución de monetización”.

Enrique Rojo posa junto al edificio en el que se encuentra su vivienda, en Majahadonda,  sobre la que ha hecho una hipoteca inversa.
Enrique Rojo posa junto al edificio en el que se encuentra su vivienda, en Majahadonda, sobre la que ha hecho una hipoteca inversa.Andrea Comas

Miguel García bromea con su edad. Al otro lado del teléfono explica que tiene dos: la optimista son 48 años, la pesimista sube hasta los 84 años. A pesar de contar con patrimonio suficiente, “los bancos no me daban una hipoteca o un crédito y tenía necesidades puntuales”. Entonces, Miguel cayó en manos de un prestamista: 170.000 euros con un interés del 20%. La cosa se complicó. Conocía la existencia de la hipoteca inversa por unos familiares y decidió que era la mejor solución para sanear sus cuentas. La hizo hace tres años sobre su vivienda habitual de Madrid. Aunque tasaron su casa en unos 800.000 euros y le ofrecían más de 300.000, solo pidió 200.000 euros de una sola vez. “Solo veo ventajas. Me dan un dinero y no me tengo que preocupar de devolverlo”. A sus siete hijos les pareció bien.

Enrique Rojo tiene 74 años, está casado, tiene dos hijos y tres nietos y una pensión por jubilación que define como “suficiente”. Aun así, firmó la hipoteca inversa hace cinco meses. Este ingeniero de caminos jubilado no tenía más compromisos de pago que una hipoteca tradicional que quería cancelar y “necesitaba mejorar mi equilibrio de ingresos y gastos”. La inversa se lo permitió: 170.000 euros, no llegó al 30% del valor de su vivienda. “Tuve una conversación larga con mi hijo y me dijo que, si me resolvía la vida, adelante”.

Tanto Miguel como Enrique contrataron su producto a través de Óptima Mayores, el principal intermediario del mercado de hipotecas inversas en España. Este asesor independiente ha distribuido más de 50 millones de euros desde 2005, ha asesorado a más de 35.000 clientes (a los que debe presentar tres ofertas distintas) y ha comercializado 17 productos de hipoteca inversa. Para este año, tiene previsto intermediar en 700 firmas por valor de 100 millones de euros. Y para los próximos cinco años espera 8.000 hipotecas senior y 1.000 millones prestados.

Se abre una nueva oportunidad (¿será la definitiva?) para este producto regulado en España desde 2007 (Ley 41/2007). El crédito funciona al revés que una hipoteca tradicional, puesto que la deuda aumenta con los años. El cálculo de lo prestado se asienta en dos pilares: el valor de la vivienda y la esperanza de vida del solicitante. El producto que más se comercializa presta una media del 33% del valor de tasación de la vivienda, aunque se mueve entre el 25% y el 45%. A más edad, más cuantía. Cuanto más cara sea la casa, más capital. Así, para una vivienda valorada en 600.000 euros el prestatario puede obtener 200.000 euros de una sola vez o como renta mensual.

Al capital hay que sumar los intereses, que son compuestos —se van sumando al capital inicial, sobre el que se van generando nuevos intereses— y se sitúan entre el 5,5 y el 5,95%. Esto engorda la cuenta, aunque las entidades y aseguradoras dicen hacer el cálculo para que la deuda total (capital más intereses) no supere el 70% del valor de tasación de la vivienda, cuenta el profesor Serrano. Esa cuantía se reclama a los herederos pasado un año desde el fallecimiento del titular y una vez hayan heredado la casa. “No es exigible ni principal ni intereses hasta después del fallecimiento. Sin embargo, se puede cancelar en cualquier momento”, dice Iñigo Hernández, director de Desarrollo de Negocio de Óptima Mayores. Es entonces cuando los herederos pueden optar por vender el inmueble para cubrir la deuda. O pueden devolver el dinero al banco (también podrían constituir una hipoteca tradicional) y seguir manteniendo la propiedad.

Ahora bien, como todo producto financiero tiene sus riesgos y aquí el mayor riesgo se llama longevidad. En caso de que la persona mayor supere la esperanza de vida calculada para su hipoteca inversa (con un plazo de entre 10 y 15 años) dejará de percibir los ingresos a partir de ese momento, pero seguirá acumulando intereses. Para evitar esa situación, tendría que contratar con una aseguradora un seguro de rentas vitalicias que garantice el mismo nivel de ingresos de por vida. El segundo riesgo si viviera más años de los pronosticados o el mercado inmobiliario se depreciara es que la deuda acabe siendo superior al valor de tasación de la casa. En este caso, la deuda que rebosa va contra la masa de la herencia.

En el pasado, las entidades comercializaron productos combinados de hipoteca inversa más una renta vitalicia diferida que fueron el origen de la crisis reputacional del producto, al contener los contratos cláusulas abusivas o ausencia de consentimiento. Además, la prima se solía financiar con la hipoteca inversa e incrementaba la deuda desde el momento de la contratación.

Para evitar este riesgo reputacional, Caser ha diseñado un producto distinto. “Al ser una compañía aseguradora, no tenemos que incorporar un seguro de renta vitalicia diferida. Nuestros cálculos ya incorporan el posible riesgo de longevidad y de pérdida de valor de mercado. Eso hace que la evolución de la deuda sea mucho más lenta, pues solo se incrementa por los importes dispuestos con la hipoteca inversa más sus intereses”, describe López Catalán. Pone un ejemplo: “Un matrimonio de 85 y 86 años, con una casa tasada en 450.000 euros recibe 1.192 euros al mes hasta que el más joven cumpla 102 años. La deuda a la esperanza de vida estimada y alargada por nosotros (98,2 años) sería de 292.500 euros, sumando capital más intereses. A los 102 años del más joven sería de 450.000 euros”. El tío de Ignacio Crespo tiene 87 años, su tía 91. “Tienen una pensión media de 1.600 euros al mes y había que buscar alguna solución que pudiera plantearles un alivio económico”. Cuentan con un activo, su vivienda, cuyo valor de tasación ronda los 400.000 euros. Hace cinco meses firmaron con Caser una hipoteca inversa con un plazo de 16 años. Optaron por recibir una renta mensual de 1.100 euros.

Es evidente que en este mercado el crédito se exprime más si el valor de la casa es alto, aunque no es imprescindible. “Podría conseguirla con un valor de tasación de 150.000 euros, aunque el cliente apenas cobrará 50.000″, dice Cominges. Lo que sí es imprescindible es que la casa esté en poblaciones de más de 45.000 habitantes.

Se transmite la casa

La nuda propiedad es otro de esos productos que garantizan un complemento a la pensión. La diferencia es que aquí se pierde la propiedad de la casa, aunque no su uso y disfrute. Se trata de una fórmula más popular que la hipoteca inversa: cada vez hay más anuncios en portales inmobiliarios como Idealista o Fotocasa. Aun así, no deja de ser un mercado minoritario en España (un promedio de casi 2.900 operaciones por año desde 2014).

Cuando una persona mayor vende la nuda propiedad a un inversor lo que está haciendo es reservarse el usufructo hasta su fallecimiento. Y puede alquilarla en el caso de trasladarse a casa de los hijos o a una residencia. Solo cuando el propietario fallece, el inversor adquiere el pleno dominio. Son inversiones a 12 o 15 años vista, por lo que se reduce a un perfil concreto: mayores a partir de 75 o 80 años que quieren continuar viviendo en su casa. De hecho, siete de cada diez vendedores de la nuda propiedad son mujeres con una edad media de 80 años. Sería muy difícil que alguien con 65 años pudiera hacer una nuda propiedad.

Eduardo Molet, fundador de la agencia inmobiliaria que lleva el mismo nombre, es uno de los agentes que más operaciones de este tipo hace en España. “¿Como es posible que una señora de más de 80 años, que tiene una pensión de 500 euros al mes y una casa de 180 metros cuadrados con gastos de comunidad de 200 euros, esté malviviendo?”. Es la pregunta que se hizo Molet cuando comenzó a vender la nuda propiedad en Madrid allá por 2017. Entonces, “a la gente le daba vergüenza y ahora es un concepto normalizado”.

La solución es más usada por mayores sin descendientes, aunque hay de todo. “La mayoría de los hijos quieren que su madre o su padre tenga calidad de vida en los últimos años”, afirma. La venta de la nuda propiedad conlleva un descuento con respecto al precio de mercado de la vivienda. “La persona mayor recibe entre el 55% y el 80%”, explica el agente. La rebaja depende de la edad, la esperanza de vida y la ubicación de la casa. “Una mujer de 80 años con un piso valorado en 200.000 euros va a recibir unos 140.000 euros”, calcula a vuelapluma Molet. En esta operación inmobiliaria no hay obligación de devolución ni de pago de interés, aunque los herederos pierden la propiedad de la casa. Lo más habitual es que el mayor reciba un pago único y, a partir de entonces, solo tiene que abonar los gastos de comunidad.

Hace un par de semanas Carmen García, de 78 años, soltera, sin hijos y con un piso en Madrid, vendió la nuda propiedad. Tiene una pensión de 1.300 euros al mes. No se quejaba, pero “si necesito una dentadura son más de 6.000 euros”, cuenta. Esta auxiliar de enfermería jubilada vio un anuncio de la nuda propiedad que ofrecía la agencia de Molet por la televisión y se decidió a firmar. Por su piso valorado en 300.000 euros le dieron 170.000 euros.

Lucía Ugena, de 69 años, se emociona a cada rato hablando de su padre Santiago, fallecido hace tres meses. “La pensión era escasita, de unos 800 euros, y llegó un momento en el que necesitaba ayuda en casa. Una interna más el resto de gastos suman más de 2.000 euros”. Lucía conoció la nuda propiedad en 2019, cuando su padre tenía 94 años, también a través de un anuncio en la televisión, y probó suerte, aunque sin muchas esperanzas. “Pensaba que la casa no serviría, al ser un tercero sin ascensor situado en una zona modesta de Madrid”, en el barrio de Lucero. Pero la cosa fue rápida. En un par de meses consiguieron una pareja de inversores. “La casa se valoró por menos de 200.000 euros y se vendió ante notario con un descuento del 20%”, comenta Lucía, que tiene otros dos hermanos. Año y medio después, el estado físico y el deterioro cognitivo de Santiago aconsejaron su traslado a una residencia. Falleció en enero pasado, tres años después de la firma de la nuda propiedad.

Lucía Ugena hizo la nuda propiedad para su padre.
Lucía Ugena hizo la nuda propiedad para su padre.Andrea Comas

Vivienda inversa

La vivienda inversa es una fórmula relativamente nueva en España. Llegó en 2017 de la mano de la socimi Inversa Prime (antes Almagro Capital), que cotiza desde 2019 en BME Growth y suma 1.193 accionistas. Esta solución consiste en que la socimi compra la vivienda de la persona mayor, a quien se la alquila de por vida y por una renta fija. El descuento al que compra se calcula en función de la edad y del estado de la vivienda: va del 15% al 45% del valor de tasación con el objetivo de maximizar la rentabilidad de los inversores. Una parte del beneficio es constante y deriva del alquiler retenido en origen; y otra parte tendrá lugar con la venta del activo, lo que sucederá cuando el inquilino abandone la casa, ya sea por decisión propia o por fallecimiento. A una persona de 86 años con una longevidad estimada en seis años y una vivienda valorada en 600.000 euros le quedarán 400.000 euros de capital tras retener 60.000 euros de alquiler (en caso de abandonar la vivienda, el importe no consumido se devuelve al mayor o a sus herederos).

El alquiler es flexible y vitalicio. “En cualquier momento el inquilino puede decidir no seguir pagando, nos entrega las llaves y se dejan de devengar rentas sin penalización”, arguye Enrique Isidro, vicepresidente ejecutivo de Inversa Prime. Y el día que el inquilino cumple su esperanza de vida “le bonificamos la renta y pagará exclusivamente gastos de comunidad y suministros. Es decir, estamos ofreciendo una operación cerrada desde la firma”, añade.

La socimi se centra en mercados y viviendas prime con liquidez inmobiliaria, imprescindible para rotar los inmuebles. Además de Madrid, la solución está en Asturias, Barcelona, Valencia, Málaga y Sevilla. Desde su nacimiento y hasta el 31 de diciembre de 2021 contaba con 172 activos en los que han invertido 73 millones de euros. El objetivo es alcanzar los 250 millones de inversión en 2023. “Estamos creciendo, pero sobre una base minúscula”, apunta Isidro.

Para dependientes

Cambio de tercio. La fórmula de Pensium nada tiene que ver con el resto, puesto que se centra en los mayores en situación de dependencia, aunque no la tengan reconocida. Hay más de 1,2 millones de personas en España en esta situación y difícilmente pueden asumir con su pensión el coste de una residencia, que se mueve entre 2.000 y 2.500 euros mensuales. “La mayoría son viudas con ingresos de entre 700 u 800 euros”, dice David Igual, director de Operaciones de Pensium. “Es un target muy amplio y es donde se centra la verdadera necesidad de dinero de las personas, mayores”, añade Igual, que recuerda que la mitad de los mayores de 80 años tiene problemas de dependencia.

La start-up, que nació en 2017 y tiene entre sus socios a Atresmedia, Mediaset España, Banco Sabadell, Mutualidad de la Abogacía, Mutual Médica y diferentes family offices, permite la financiación de los gastos asistenciales. Lo hace asumiendo el pago de la residencia o de los cuidados a domicilio hasta un plazo máximo de 10 años. A cambio, el mayor cede la gestión del alquiler de su vivienda vacía a Pensium. Normalmente, el alquiler no es suficiente para cubrir el gasto, así que la empresa avanza los importes necesarios (unos 1.200 euros de media al mes, es decir, el doble de lo que obtiene por el alquiler de la casa). Esto genera una deuda con un interés del 5,7%. Cuando la persona mayor fallece o se le asigna una plaza en una residencia pública, la empresa mantiene en alquiler el tiempo suficiente como para cubrir los pagos anticipados y sus intereses. Con esta solución, no se pierde la propiedad. “Nosotros nunca nos podemos quedar con la vivienda, la deuda no va contra la persona, ningún heredero ni ningún familiar tiene que pagar con sus recursos; es la vivienda la que activa los pagos”, sostiene Igual. Pensium gestiona unas 250 casas. El único requisito es que sean alquilables y el coste de las obras se puede incluir en el programa.

Las cuentas pendientes

La merma de ingresos es una preocupación creciente entre los pensionistas españoles. Y no va a mejor. España será uno de los países más envejecidos del mundo en 2050. Para entonces, el 40% de la población española tendrá 65 años o más. Es la razón de que la hipoteca inversa se haya vuelto a poner encima de la mesa como una alternativa viable para complementar las pensiones públicas.

Ahora bien, parece que aún tiene asuntos pendientes. Uno es el precio. Es un producto caro que complica su contratación masiva. Los intereses, que pueden alcanzar hasta el 6%, “son obscenamente caros, es una barbaridad”, opina José Antonio Herce, experto en longevidad. Y pone un ejemplo: “Una hipoteca inversa que te ofrezca 10.000 euros cada año capitalizado al 6% durante 15 años son 246.725,28 euros”. En cambio, en el Reino Unido los intereses se mueven entre el 2% y el 2,5% anual, añade Pedro Serrano, profesor de Economía Financiera de la Universidad Carlos III.

Otro asunto que preocupa es el marco regulatorio de la hipoteca inversa (Ley 41/2007). “La regulación es deficiente, necesita una que sea más avanzada, que sea más protectora del titular del contrato y la mejor protección es que el producto sea asegurador y no financiero”, piensa Herce. El marco legal existente ya exige garantías para proteger al consumidor, como la firma ante notario o contar con un asesor independiente que explique con claridad y transparencia la operación. Sin embargo, “la hipoteca inversa está excluida de la ley de crédito inmobiliario, que permite a los notarios intervenir en la fase precontractual y, además, productos vinculados como el seguro de renta vitalicia no son objeto de formalización ante notario”, detalla Teresa Barea, portavoz del Consejo del Notariado.

Algunas entidades financieras creen que es necesaria una ley más exhaustiva. La respuesta de CaixaBank así lo indica: “Esperamos a que el marco normativo esté más avanzado para tener un producto específico”. El banco lanzó una prueba piloto en 2019 en parte de sus oficinas de la mano de Vidacaixa, pero ahora mismo dice no vender el producto.

Otra de las cuentas pendientes es quitarse de encima la mala imagen de su etapa anterior, cuando se comercializaron productos que han dado lugar a sentencias judiciales. Juan Carlos Burguera, socio director de Burguera Abogados, lleva media decena de casos de afectados por hipotecas inversas firmadas entre 2006 y 2008. Los herederos se encuentran con que “la deuda se come el valor del piso porque la capitalización de intereses no pagados genera a su vez nuevos intereses”, dice el abogado, que añade: “Estaban trufadas de cláusulas abusivas”. Juan Ignacio Navas Marqués, socio fundador de Navas & Cusi Abogados, ha llevado una treintena de casos. Se trata de hipotecas inversas firmadas hace años y cuyos titulares van falleciendo. “Los herederos denuncian que la liquidación que les hacen de intereses es abusiva. Además, algunas entidades les hacían suscribir un seguro de rentas vitalicio caro, de unos 45.000 euros”. Y añade: “Los herederos se encuentran con deudas que se mueven entre 160.000 y 170.000 euros y piden a los tribunales la nulidad del contrato y que la deuda se reduzca a la justa, porque hay casos en los que había una desproporción de 45.000 euros”.

La Asociación para la Defensa de Consumidores y Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae) cree que es un producto de riesgo que no cuajó en su día por su complejidad. La asociación no se opone a este producto, pero sí a que se haga de la misma manera que se venía haciendo, porque no era transparente y “los costes y las condiciones no eran favorables a los herederos”, señala Manuel Pardos, su presidente.

César Díaz, abogado de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) dice que “la hipoteca inversa es un producto complejo, cuyo destinatario, la mayoría de las veces, es un consumidor vulnerable, por lo que si se encuentra en una necesidad económica acuciante sugerimos que valore las distintas opciones de financiación y cuente con el asesoramiento adecuado”. Y, “si hay herederos, hablar con ellos”.


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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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