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Los países productores pugnan por situar al gas natural como energía sostenible para la transición

La cumbre de Argel reúne a exportadores, entre ellos Rusia, Irán y Venezuela, que suman el 70% de las reservas globales en un intento de estabilizar los precios

Juan Carlos Sanz
El presidente de Irán, Ebrahim Raisí (izquierda), saluda a su homólogo argelino, Abdelmnayid Tebún. el sábado en Argel.
El presidente de Irán, Ebrahim Raisí (izquierda), saluda a su homólogo argelino, Abdelmnayid Tebún. el sábado en Argel.Algerian Presidency (via REUTERS)

Estabilizar el precio del gas natural, que ha fluctuado entre enero de 2023 y febrero de 2024 entre los 30 y los 50 dólares el megavatio hora, después de haber superado hace dos años los 200 dólares al comienzo de la invasión rusa de Ucrania, ha sido uno de los objetivos centrales del Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG), concluido este sábado en Argel, cuyos miembros poseen el 70% de las reservas mundiales probadas y controlan la mitad de las exportaciones globales. Los principales productores han pugnado además en la cumbre celebrada en la capital argelina por situar al gas natural como energía sostenible para la transición ecológica

El Foro ha reunido esta semana a representantes de Rusia, Venezuela e Irán, cuya delegación fue encabezada en la sesión final del sábado por el presidente Ebrahim Raisí, junto con mandatarios como el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani, o el presidente de Bolivia, Luis Arce. En las conclusiones de la denominada Declaración de Argel, una docena de países se han comprometido a impulsar el diálogo entre compradores y productores para revitalizar su comercialización.

El texto final ha incluido reproches a las sanciones impuestas por Occidente a Venezuela, Irán y Rusia, el presidente de Irán advirtió de que su país está dispuesto a “convertirse en el centro energético de la región y una ruta segura para la distribución y tránsito de gas”. La Declaración de Argel ha rechazado además “las restricciones económicas unilaterales sin aprobación previa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”.

El exministro argelino Abdelatif Rahabi precisa que el cónclave gasístico reunido en su país no representa “una organización más del sur global”. “El FPEG es ante todo una organización económica, y no hay que olvidar que Estados Unidos y Noruega [no integrados en el foro] están entre los principales exportadores de gas del mundo”, destaca este veterano diplomático, que participó hace cuatro décadas en la negociación de los acuerdos de suministro de gas de Argelia a España. “En esta cumbre se ha considerado que el gas es una materia prima relativamente limpia y con futuro”, puntualiza, “mientras los países occidentales, que habían marcado a esta energía como contaminante, han cambiado de opinión cuando la producción mundial se ha visto alterada por la guerra de Ucrania”.

La reunión de países productores en Argel ha hecho hincapié en establecer acuerdos a largo plazo. “El gas se ha convertido en un asunto geoestratégico”, concluye Rahabi. “Por ejemplo, las relaciones entre Argelia y España han resistido a todas las crisis diplomáticas bilaterales. La presencia de Irán o Venezuela en esta cumbre no condiciona la política exterior de Argelia, ya que la geografía nos impone una agenda comercial con Italia (que cubre el 40% de sus necesidades de gas) y España (30%)”.

La energética española Naturgy y la gasista estatal argelina Sonatrach mantienen desde hace dos décadas un acuerdo de compraventa del gas natural que viaja a través del Medgaz, que entra a España por la costa almeriense y que, tras el cierre en 2021, por decisión de Argel, del Magreb-Europa, que conectaba ambos países vía Marruecos, es el único activo entre África y la península Ibérica. Ese contrato garantiza el suministro hasta 2030, pero la negociación de los precios se hace año a año, casi siempre a ejercicio vencido. En octubre del año pasado, ambas empresas llegaron a un acuerdo para 2022, con una sustancial —aunque no cuantificada— revisión al alza. Este año, la negociación de precios —que discurre en paralelo a una compleja relación diplomática— aún no ha concluido.

El gas como “solución sostenible”

“El gas es una solución”, proclamó el ministro argelino de Energía, Mohamed Arkab, al presentar la declaración final, que resalta la importancia del gas para alcanzar una “transición energética justa, equitativa, ordenada, inclusiva y sostenible”. Constituido en 2001, el FPEG está compuesto por una docena de miembros permanentes (Argelia, Rusia, Venezuela, Bolivia, Trinidad y Tobago, Egipto, Guinea Ecuatorial, Libia, Nigeria, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Catar) y siete países observadores (Perú, Irak, Azerbaiyán, Malasia, Mauritania, Angola y Mozambique), a los que ahora proyectan sumarse Senegal y Mauritania

Abderramán Mebtul, exdirector de estudios del Ministerio de Energía argelino y uno de los principales expertos en gas del país magrebí, señala que la cumbre de Argel ha tenido como objetivo “favorecer la inclusión del gas como materia prima sostenible en la transición energética destinada a combatir el calentamiento global”. Estima que entre 2035 y 2050, entre el 65% y el 70% de la energía estará constituida por una combinación gas natural y de energías renovables.

En Argel, los países exportadores han buscado restaurar la confianza con los países compradores para asegurarse la estabilidad del mercado, en medio de las sanciones europeas contra Rusia por la Guerra de Ucrania y de la tensión bélica que afecta al transporte marítimo en el mar Rojo.

También persiguen mejorar la eficacia de su producción. Así, Argelia consume la mitad del gas que produce, en una distribución interna que está subvencionada. Además, debe reinyectar hasta un 20% del gas que extrae para evitar que se sequen los pozos, El país magrebí afronta también el reto de desarrollar el denominado gasoducto transahariano, con una longitud de más de 4.000 kilómetros, hasta Nigeria, y con un coste de 20.000 millones de dólares, en un plazo de cinco años de obras a través de Níger. Esta gran conducción entra en competencia con el proyecto Nigeria-Marruecos, con un coste de 30.000 millones de dólares y un plazo de ejecución de unos 10 años, a través de 5.600 kilómetros a lo largo de las costas del noroeste de África y surcando varios países, incluido el territorio del Sáhara Occidental.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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