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El IVA de la luz vuelve este viernes al 21% por la fuerte bajada del precio mayorista en febrero

El impacto será mayor para los consumidores con tarifas fijas, que no se verán beneficiados por el abaratamiento de la electricidad en el mercado mayorista

Un tendido eléctrico a las afueras de Sevilla.
Un tendido eléctrico a las afueras de Sevilla.PACO PUENTES
Ignacio Fariza

La factura de la luz para consumidores con potencias inferiores a 10 kilovatios (KW) —prácticamente todos los hogares y muchas pymes— volverá a estar gravada con un IVA del 21% dos años y medio después. Lo hará a partir de este viernes, 1 de marzo, tras un febrero muy económico en el que el precio mayorista de la electricidad ha caído por debajo de los 45 euros por megavatio hora (MWh) que fijó el Ejecutivo como umbral para que la carga fiscal regresase al punto de partida. En febrero, el mercado mayorista cerró en 40 euros por MWh, lejos de los 74,1 de enero y su nivel más bajo en tres años. Este descenso en el precio de la electricidad ha sido el principal catalizador de la caída de la inflación hasta el 2,8% en febrero.

El tipo de IVA aplicado a la electricidad y el gas sufrió una primera subida el pasado 1 de enero, al pasar del 5% al 10% a medida que la crisis energética —que fue el motivo por el cual el Gobierno bajó los gravámenes— aflojaba la soga sobre los precios. La idea del Ejecutivo era mantener ese tipo reducido sobre la electricidad, pero la bajada del mercado mayorista ha sido tan brusca que ha activado la cláusula automática que devuelve el IVA al 21% el mes posterior a aquel en el que el mercado baje de 45 euros por MWh. El del gas se mantendrá en el 10% hasta el 1 de abril, como estaba previsto en el último decreto de prórroga de las medidas anticrisis.

A tenor de lo que indican los mercados de futuros, el IVA de la luz debería mantenerse en el 21% en las facturas de marzo, abril, mayo y junio, para regresar de nuevo en julio al 10%. En verano, cuando el calor aumenta la demanda, el viento sopla menos y la fotovoltaica pierde algo de eficiencia por el calor, los precios suelen subir algo. En este caso, por encima de los citados 45 euros por MWh.

En el caso del bono social eléctrico hay dos categorías. Los consumidores vulnerables severos mantendrán el IVA del 10% en su factura de la luz, que cuentan con descuento del 80% en su recibo. Los vulnerables, en cambio, que tienen un descuento del 65% en su recibo, sí verán subir el IVA hasta el 21% —temporalmente— a partir de marzo.

Entre julio de 2021 y noviembre de 2023 —hasta donde alcanzan los datos de la Agencia Tributaria—, los tipos reducidos y superreducidos del IVA de la electricidad le han costado al erario casi 2.330 millones de euros. A esa cifra hay que sumar el descenso aplicado al gas o a los combustibles de biomasa.

La caída del mayorista lo compensa en el mercado regulado

Los consumidores que con más intensidad sentirán el alza serán aquellos con contratos del mercado libre, en su mayoría con tarifas fijas (en las que da igual el día y la hora en la que consumen), que verán subir la carga fiscal en sus recibos sin beneficiarse de la caída en el precio de la electricidad: en su caso, el coste de la energía no bajará hasta que les toque renovar su contrato o hasta que se marchen a otra comercializadora que les ofrezca mejores condiciones. Es decir, que lo que hace dos y tres años era una protección frente a la drástica subida en el precio mayorista, ahora se convierte en una losa.

Quienes están en el mercado regulado (también conocido bajo las siglas PVPC) también tendrán que pagar 11 puntos más de IVA, pero sí se están viendo beneficiados, y mucho, por la drástica bajada en el precio de la electricidad. Hasta el punto de que prácticamente no verán aumentados sus recibos, que antes de este aumento ya estaban en niveles incluso inferiores a los de la crisis energética. Tras la subida del IVA, se mantendrán en ese entorno, incluso aún por debajo, según los cálculos de José Luis Sancha, profesor de Modelado de Sistemas de Energía en la Universidad Pontificia Comillas.

Ese descenso es aún mayor para quienes, además de optar por el regulado, son capaces de llevar el grueso de sus consumos a los días y horas más económicos: aquellas en las que hace sol —sobre todo, los primeros compases de la tarde, después de comer— y los fines de semana, cuando el consumo general es menor y esa dinámica presiona los precios a la baja.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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