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La central de carbón de As Pontes sale definitivamente del mapa energético español

REE da de baja la instalación gallega y deja este combustible por debajo del 2% de la potencia total eléctrica en España

La central de As Pontes, en una imagen de Endesa.
La central de As Pontes, en una imagen de Endesa.
Ignacio Fariza

Adiós a As Pontes. La icónica central gallega, inaugurada en 1976, casi en paralelo a la llegada de la democracia a España, queda definitivamente fuera del mapa eléctrico español. Con la llegada del nuevo año, Red Eléctrica de España (REE) ha dado de baja para siempre esta instalación de Endesa, dejando el peso del carbón —por mucho el combustible fósil más contaminante— por debajo del 2% de la capacidad instalada por primera vez desde que hay registros. Era la decimoquinta central más contaminante de Europa, según la última clasificación de la organización ambientalista Beyond Fossil Fuels. Una lista que lideran, por mucho, Alemania y Polonia.

La sentencia final de As Pontes (A Coruña) viene de muy atrás y solo un cisne negro —la mayor crisis energética de la historia de Europa— obligó a retrasar unos meses su clausura definitiva. Dejó de quemar carbón en el verano de 2021, mientras su dueña (Endesa) tramitaba la solicitud para cerrarla, pero el incremento de la demanda con la llegada del frío y las crecientes dudas sobre el suministro de gas natural en el Viejo Continente obligaron a hacer de nuevo acopio de combustible y a reactivarla temporalmente aquel noviembre.

Unos meses después, en septiembre de 2022, y ya con las fichas del tablero energético algo más estables, el Gobierno —con el visto bueno de REE, el gestor del sistema— autorizó su cierre gradual. Se empezaba, así, con la clausura de dos de los cuatro grupos generadores, dejando los otros dos condicionados a “la disponibilidad de potencia”. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico autorizó el fin de los dos restantes en agosto del año pasado.

Tras recibir el visto bueno del Ejecutivo, Endesa anunció una inversión para desarrollar un gigavatio de eólica en la zona, aprovechando el entramado de red ya existente. La mayoría de estos proyectos de nuevo cuño, enfatizaba, están “vinculados a iniciativas industriales estratégicas para el futuro de la comunidad, como la reapertura de la planta de Alcoa en Lugo”.

La zona, sin embargo, no las tiene todas consigo, ni mucho menos. Tras varios años de movilizaciones, el pasado 23 de noviembre la Confederación Intersindical Galega convocó una huelga general en la localidad en la que está situada la central (As Pontes de García Rodríguez) con el apoyo del pleno municipal.

Tras el cerrojazo de la planta coruñesa, solo quedan cinco centrales de carbón en España, todas ellas de mucho menor tamaño: Aboño y Soto de Ribera (ambas en Asturias y propiedad de EDP), La Pereda (también en Asturias, propiedad de Hunosa), Los Barrios (en Cádiz, explotada por Viesgo) y Es Murterar (Mallorca, de Endesa).

Las tres primeras tienen un calendario nítido para dejar de utilizar carbón: La Pereda pasará a biomasa este mismo año; Aboño, a gas natural en 2025, el ejercicio en el que Soto de Ribera también debería pasar a mejor vida. En el caso de la central gaditana, aunque su cierre estaba autorizado desde principios de 2021, la crisis energética propició también su llamada temporal a filas para contribuir a la seguridad de suministro. Por último, Es Murterar dejará de prestar servicio con la entrada en operación de la segunda fase de la interconexión eléctrica entre la Península y el archipiélago, prevista para dentro de un par de años.

2024 empieza, por tanto, con poco más de dos gigavatios (GW) de carbón activos en España, apenas el 1,7% de la potencia instalada total. Son 1,4 menos que a finales de diciembre de 2023 y, atención, la quinta parte que hace un lustro. El máximo se dio a principios de los 2000, cuando España llegó a tener más de 11 GW de generación con carbón. Su reemplazo inicial fueron las centrales de gas (los llamados ciclos combinados), mientras que en los últimos años el despegue de la eólica y, más recientemente, de la solar fotovoltaica han dado la estocada a la tecnología que, junto con la hidráulica, dominó durante décadas la matriz eléctrica peninsular.

El cambio es aún mayor si se atiende a la generación real y no a la capacidad instalada. El año pasado, solo el 1,5% de la electricidad que se consumió en España tuvo origen en la quema de carbón. En 2013 era casi el 15% y en 2007, el 25%.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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