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Los bancos centrales se plantan en la ‘última milla’ contra la inflación: los mercados ven bajadas de tipos en 2024

Los expertos creen que el BCE deberá recortar el precio del dinero ante la rápida moderación del IPC y la amenaza de un crecimiento anémico

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras su última rueda de prensa, en Atenas.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras su última rueda de prensa, en Atenas.ARIS OIKONOMOU (AFP)
Lluís Pellicer

Alan Greenspan, expresidente de la Reserva Federal, advirtió en su día sobre el miedo y la euforia. En especial, porque esas dos fuerzas no podían ser captadas por los modelos económicos. Los bancos centrales afrontan la última milla en su batalla contra el alza de precios tratando de zafarse de esas dos sensaciones: ni quieren cantar victoria ni dejarse llevar por los temores a una recesión. Sin embargo, los mercados empiezan ya a descontar que la rápida bajada de la inflación, en especial en Europa, y la entrada en una época de crecimiento anémico obligarán a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo (BCE) a bajar los tipos de interés antes de lo previsto, incluso a partir de primavera de 2024. Los expertos advierten también de que el BCE podría estar ignorando la rapidez con la que están cediendo los precios, lo cual podría deprimir la economía de la zona euro más de la cuenta.

“Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión”. Isabel Schnabel, miembro del ala más ortodoxa del BCE, echaba mano a Keynes para explicar en una entrevista a Bloomberg su visión más optimista sobre la lucha contra la inflación, que en noviembre se situó en el 2,4% en el conjunto de la zona euro. La alemana lo consideró una “sorpresa muy agradable”. Y ese cambio de lenguaje consolidó la creencia de los mercados de que los tipos de interés bajarán en 2024, incluso hasta el 2,5%. Los inversores consideran, pues, que la tan temida última milla para llegar al objetivo de inflación del 2% no será tan costosa como se creía.

Después de que la Reserva Federal publicase su previsión de bajada de tipos para 2024, Fráncfort intentó frenar esa euforia que Greenspan consideraba tan perniciosa. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, sostuvo el jueves que el consejo no ha discutido en ningún momento bajar tipos. “Es como los estados sólido, líquido y gaseoso: no se pasa de sólido a gaseoso sin pasar por la fase líquida”, afirmó la francesa. Los mercados se calmaron en un primer momento, pero incluso en esa frase vieron la calculada ambigüedad de Lagarde: los cuerpos sí pueden pasar de sólido a gas mediante la sublimación. El viernes, los mercados de deuda volvían a bajar —la deuda española se situaba en el 3%, un punto menos que hace apenas dos meses— y el euríbor seguía su trayectoria descendiente, dando aire a gobiernos y familias.

Los datos que van llegando refuerzan las proyecciones de los inversores. Los organismos internacionales ven a Europa como el bloque económico más rezagado, con Alemania y Francia arrastrando los pies; los salarios todavía están lejos de recuperar el poder adquisitivo perdido, y los costes energéticos siguen retrocediendo a pesar de la guerra de Ucrania. Fráncfort, de hecho, rebajó sus previsiones de crecimiento para la zona euro de 2023 y 2024. “Lentamente, [el BCE] está sentando las bases para futuros recortes de los tipos de interés. En concreto, esperamos que comience a hacerlo en junio de 2024, aunque podrían producirse antes, en marzo, dados los riesgos en cuanto a las perspectivas de crecimiento y la posibilidad de que la desinflación continúe a un ritmo rápido”, afirma Nadia Gharbi, economista de la gestora Pictet WM.

No solo Schnabel ha dado un claro giro a su tono. Algún miembro del consejo, como el gobernador francés, François Villeroy de Galhau, afirmó en La Dépêche du Midi que el proceso de “desinflación se está produciendo más rápidamente” de lo que creían. “Salvo sobresaltos, no habrá una nueva subida de tipos. La cuestión de una bajada de las tasas podría plantearse en 2024, pero no ahora”, añadió. Para frenar las especulaciones de los mercados, el gobernador del Banco Central de Eslovaquia, Peter Kažimír, afirmó a través de su cuenta de Twitter que si bien los datos indican que no serán necesarios más ajustes, un recorte en el primer trimestre de 2024 es “ciencia ficción”. No obstante, los mercados no han pronosticado nunca rebajas a comienzos de año.

Los expertos creen que el BCE puede ir a remolque de cuanto ocurre en la economía real. “Durante 2020 y 2021, criticamos la teoría temporal de los bancos centrales, ya que afirmaban que deberían permanecer inactivos porque la inflación iba a subir y a bajar por sí sola. A finales de 2021 o principios de 2022 se dieron por vencidos y empezaron a subir los tipos de interés, justo cuando la inflación alcanzó su punto máximo. Desde entonces, la inflación ha disminuido constantemente, mucho antes de que los aumentos de las tasas de interés tuvieran algún impacto”, critica Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra.

Peligro de errar en las previsiones

“La desinflación va más rápido de lo que pronosticaron la mayoría de los economistas”, coincide el profesor de London School of Economics Paul De Grauwe. “El BCE está subestimando la velocidad de la desinflación actual. Hay poca evidencia de que la última milla sea la más difícil. El BCE está cometiendo ahora el mismo error que cuando aumentó la inflación. Entonces subestimó la velocidad del aumento de la inflación, mientras que ahora subestima la velocidad de la caída”, apunta el economista.

El problema está sobre todo en que la mano dura del Eurobanco puede deprimir todavía más la economía. El escenario central sigue siendo un aterrizaje suave. “La inflación que estamos experimentando ahora desaparecerá sin necesidad de vivir una recesión. Una recesión sería realmente un fracaso de los bancos centrales”, afirma De Grauwe. También Wyplosz lamenta que el BCE acabe cediendo a los mercados, puesto que sería un golpe a su credibilidad. “La política monetaria ahora es mordaz, justo cuando la inflación se acerca al objetivo del 2%. Si esta visión es correcta, la inflación seguirá disminuyendo mientras que el crecimiento se estancará. Una vez más, los bancos centrales tendrán que ceder en sus declaraciones anteriores y recortar rápidamente sus tipos de interés”, sostiene.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.
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