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Suspenso en sostenibilidad para la construcción

Una encuesta global de una de las mayores asociaciones inmobiliarias del mundo alerta de que “el sector no está en la senda de alcanzar la descarbonización en 2050″, aunque ve a Europa un poco por delante del resto

Un trabajador usa una dispositivo que nebuliza agua para tratar de bajar a tierra las particulas contaminantes junto a una obra en la capital india, Nueva Delhi, en 2020.
Un trabajador usa una dispositivo que nebuliza agua para tratar de bajar a tierra las particulas contaminantes junto a una obra en la capital india, Nueva Delhi, en 2020.ADNAN ABIDI (Reuters)
José Luis Aranda

El sector inmobiliario europeo parece ir por delante del resto de regiones en materia de sostenibilidad y descarbonización. Pero el camino es arduo y todavía los atraviesan grandes sombras oscuras. La principal aparece en la base misma del sistema. Mientras que la demanda de edificios más verdes progresa, es en la propia construcción donde persisten los mayores problemas. “Las emisiones de dióxido de carbono en el sector constructor se mantienen en máximos históricos”, señala un estudio de RICS publicado este miércoles, coincidiendo con la celebración de la cumbre climática COP28. “El sector no está todavía en la senda de alcanzar la descarbonización en 2050″, completa la que es una de las asociaciones de profesionales inmobiliarios más prestigiosas del mundo (y dedicada también a expedir certificados de buenas prácticas).

El nuevo Informe de Sostenibilidad de la asociación con sede en Londres se basa en una encuesta en la que han participado 4.600 profesionales de todo el mundo. El punto de partida es que los edificios son responsables del 40% de las emisiones globales y por eso Naciones Unidas ha pedido una significativa reducción de estas hasta llegar a la neutralidad en 2050. De ahí que les pregunte por sus percepciones en torno a la materia.

De entrada, la mayoría de ellos aseguran que la demanda de inmuebles respetuosos con el medio ambiente está creciendo. La diferencia entre quienes así lo creen y quienes opinan lo contrario es de 44 puntos, en línea con lo que sucedía en 2022 y 2021. “Esto sugiere que el apetito por edificios verdes continúa creciendo alrededor del mundo”, indican los autores del estudio. Pero esa diferencia no es igual de abultada en todas partes. En Europa (excluyendo el Reino Unido, que es el único mercado nacional que se analiza por separado, a causa del origen británico de la organización) alcanza los 73 puntos, mientras que en América no llega a 30.

A los encuestados también se les preguntó si creían que un edificio eficiente tiene más valor o permite cobrar alquileres más elevados, y de nuevo la respuesta más positiva (un 27% dijeron que el impacto es significativo) se dio en Europa. Entre las características más demandadas, a nivel global, destacan la eficiencia energética, el hecho de contar con un certificado verde, la calidad interior del aire y la temperatura, y la eficiencia en el uso del agua. Y ahí las diferencias regionales se notan en los acentos: los primeros aspectos son más valorados por profesionales europeos, tanto desde la óptica inversora como desde la óptica de inquilinos, mientras que la racionalización del agua destaca en las respuestas que dieron los encuestados de Oriente Próximo.

Al margen de las condiciones climáticas, el estudio encuentra otra poderosa razón para explicar la diferente sensibilidad respecto al asunto. “El análisis sugiere que las políticas podrían estar desempeñando un importante papel”, indica el informe. En ese sentido, destaca que “los ligeramente más robustos números de Europa podrían responder a las ambiciosas legislaciones de la Comisión Europea”, que exige que todas las nuevas construcciones sean neutras en emisiones para 2028 y ha adelantado a 2026 ese objetivo para los edificios públicos. Pero también se destacan otras iniciativas relacionadas con la certificación de edificios (un negocio que interesa evidentemente a RICS) tanto en Oriente Próximo como en Singapur.

En la parte negativa, se destacan las “barreras” que impiden avanzar más rápido. Básicamente son financieras, ya que las tres causas que citan los encuestados es que los potenciales inversores en edificios sostenibles recelan de los mayores costes y la incertidumbre sobre el retorno que van a obtener. Aunque el mayor borrón del informe llega fundamentalmente al desplazar el foco de lo que se conoce como sector inmobiliario comercial (es decir, el negocio de comprar y vender edificios u obtener rentas de estos) a la construcción. Más de la mitad de los encuestados respondieron que sus empresas no miden el precio de las emisiones de carbono que conlleva su actividad, una medida considerada básica para avanzar hacia la neutralidad climática.

En esto, además, las diferencias regionales se reducen. Es decir, que el panorama es desalentador en todas partes. “Globalmente, poco más de una cuarta parte de los encuestados creen que las políticas gubernamentales sobre el precio de las emisiones podrían ser efectivas para frenar los gases de efecto invernadero y gestionar los riesgos climáticos”, sostiene el informe de RICS. Y solo la mitad respondieron que la demanda de materiales reciclables y reutilizables ha aumentado en el último año, frente a otra mitad que cree que se ha estancado o incluso baja. “El Informe de Sostenibilidad es una llamada de advertencia para nuestra industria: estamos progresando, pero no lo suficiente para alcanzar las cero emisiones en 2050″, resume la presidenta de la institución, Tina Paillet, en la introducción. “De hecho, el panorama es el de una industria reacia a perseguir un futuro con menos carbono”, añade.

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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