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Bruselas y el BCE alertan de un grave riesgo económico si no hay nuevas reglas fiscales este año

Los líderes de la UE prevén instar a sus ministros de Finanzas tenerlas listas “sin retraso”

Imagen de la reunión preparatoria para la cumbre del euro, en la pantalla: el presidente del Eugrogrupo, Pascal Donohoe, la del BCE, Christine Lagarde, con la mano levantada, y la de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. De espaldas un miembro del gabinete de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.
Imagen de la reunión preparatoria para la cumbre del euro, en la pantalla: el presidente del Eugrogrupo, Pascal Donohoe, la del BCE, Christine Lagarde, con la mano levantada, y la de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. De espaldas un miembro del gabinete de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.

No tener las reglas fiscales antes de fin de año es una pesadilla que los principales dirigentes económicos de la Unión Europea quieren evitar a toda costa. Para ello están dispuestos a presionar a los jefes de Estado y Gobierno el viernes en la cumbre de la euro zona para que se comprometan a que habrá un acuerdo antes del 31 de diciembre. Este mensaje quedó muy claro durante el encuentro preparatorio que tuvieron este lunes los presidentes del Consejo Europeo, Charles Michel, de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, del Eurogrupo, Pascal Donohoe, y del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, según varias fuentes comunitarias al tanto de la reunión consultadas por EL PAÍS. Estas mismas inciden en que es “cada vez más urgente cerrar este capítulo”.

Para la máxima responsable de la política monetaria, el escenario de no haber cerrado un pacto sería un quebradero de cabeza para 2024 y puede que en 2025. La francesa es consciente de que esa carpeta no está entre sus competencias y que, además, excede el ámbito de la zona euro. Sin embargo, sabe que si a finales de año no hay nuevas reglas aumenta el desafío para la política monetaria de la institución que ella dirige y que esa herramienta puede debilitarse. Los portavoces oficiales del BCE han desistido de comentar la cita del pasado lunes. Tampoco hablan de ella los de las otras tres instituciones, conscientes de que los mercados observan con atención estas negociaciones.

Para la cúpula comunitaria, también el escenario de ausencia de nuevas normas añade dificultades para 2024, recordó el jefe del Eurogrupo, Pascal Donohoe, justo cuando crecen los riesgos geopolíticos, con dos guerras abiertas en la vecindad más próxima de la UE (Ucrania y Oriente Próximo) y existe un horizonte con altas probabilidades de estancamiento en el futuro más próximo.

En el encuentro, se trataron otros asuntos: la incertidumbre, casi ansiedad, según la máxima dirigente del BCE, por la situación económica actual, el posible estancamiento de la actividad en el futuro inmediato, la unión bancaria y del mercado de capitales, la llegada del euro digital, o, incluso, la demora italiana en la ratificación del nuevo tratado del mecanismo de rescate europeo (MEDE). Los primeros los citó Michel en el tuit en el que informaba del encuentro.

Sobre las reglas fiscales fue menos explícito. Pero en el borrador sobre el encuentro que prepara su equipo hay una clara mención a ella: “Invitamos al Consejo [Ecofin en este caso] a seguir avanzando en los trabajos de revisión de la gobernanza económica, con vista a lograr un acuerdo sin demora”, puede leerse en el documento al que ha tenido acceso este diario. Esta última expresión, “sin demora”, lleva implícita el límite de fin de año.

Las negociaciones para lograr unas nuevas reglas fiscales van más lento de lo previsto. La semana pasada los ministros de Finanzas tenían que haber analizado un borrador de texto legal, sobre la propuesta que hizo la Comisión Europea en abril, pero no fue posible. Todavía hay muchas diferencias entre los países más alejados en sus posturas: Francia, por un lado, y Alemania, por otro. De ahí que ambos estados, los más grandes y determinantes del club comunitario, anunciaran la semana pasada en la reunión de ministros de Finanzas de la UE, el llamado Ecofin, que iban a negociar este asunto “mano a mano”.

Volver a las antiguas normas es un escenario que desagrada a la Comisión Europea. Países como Francia lo rechazan de plano. Desde que estalló la pandemia, han estado suspendidas. Pero en teoría en 2024 habría que aplicarlas otras vez si no se cambian y obligaría a los países que tienen altos volúmenes de deuda pública a hacer ajustes tan grandes que los precipitarían a una recesión considerable, como ya se recordó en los documentos comunitarios al lanzar el proceso de reforma.

Ante esta perspectiva, el cuarteto que se vio el lunes quiere lanzarles un mensaje de premura los líderes. Pretenden respaldar el trabajo que le corresponde hacer a la vicepresidenta primera española y ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, y el vicepresidente ejecutivo, responsable de toda el área económica de la Comisión, Valdis Dombrovskis. De España, en concreto, país que preside el Consejo de la UE y al que le toca coordinar las negociaciones, subrayaron que está tratando avanzar todo lo posible y animó a ayudarle.

Gestiones de España

Es cierto que España está poniendo toda la carne en el asador con este asunto. Su interés es doble. Por un lado, España es uno de los países con mayor deuda de la UE y necesitaría mayor flexibilidad en el ajuste (una cantidad equivalente al 111,2% del PIB). Por otro, lograr el acuerdo a Veintisiete más el Parlamento marcaría el momento cumbre de su presidencia rotatoria del Consejo. Consciente de eso y de que en la próxima reunión del Ecofin, el 9 de noviembre, debe presentar los borradores de textos legales de la reforma -y no documentos de aproximación-, el secretario general del Tesoro, Carlos Cuerpo, jefe de los negociadores españoles, ha intensificado los contactos con los Estados miembros y, especialmente, con los más determinantes. Para ello, incluso está viajando a las capitales para así verse cara a cara con sus pares y así poder allanar el terreno tanto para esa cita del viernes 9 del próximo mes como para la de tres días antes, en la que habrá un Comité Económico y Financiero, el órgano que reúne a los números dos de los ministerios de Finanzas.

Las reglas fiscales son la estructura que debe dar coherencia a la gobernanza económica de la UE, principalmente a la zona euro, ante la ausencia de una unión fiscal y presupuestaria. Su nombre oficial es el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, entró en vigor en 1997 (aunque se acordó en 1992 en Maastricht) y tiene cómo objetivos que el déficit anual esté por debajo del 3% y la deuda pública no supere el 60%. Lo que se está negociando no es cambiar esos números, sino cómo se llega a ellos, especialmente en lo referente a la deuda, muy alta (90,3% del PIB en la zona euro) después de encadenarse tres crisis sistémicas en el terreno económico en los últimos 15 años. El cumplimiento de estas normas, en realidad, siempre ha estado en entredicho. Los primeros en incumplirlo y en rechazar las sanciones que les pretendía imponer la Comisión fueron Francia y Alemania, quienes ahora chocan en esta reforma. Para eso, precipitaron una de las varias reformas que se han hecho desde entonces. La última data de la crisis financiera y tampoco ha sido posible su aplicación, a la vista de la necesidad de su reforma.

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