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Shawn Fain, el electricista que ha convencido a Biden para unirse a los piquetes

El presidente de Estados Unidos acude este martes a Michigan para apoyar las reivindicaciones de la huelga contra General Motors, Ford y Stellantis

Shawn Fain, presidente del sindicato United Auto Workers, durante un acto en Detroit (Michigan) el pasado 15 de septiembre.
Shawn Fain, presidente del sindicato United Auto Workers, durante un acto en Detroit (Michigan) el pasado 15 de septiembre.REBECCA COOK (REUTERS)
Miguel Jiménez

Michigan espera este martes al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que anunció el viernes que se uniría a los piquetes en la histórica huelga contra los Tres Grandes del automóvil de Detroit. Biden acude tras la invitación pública del presidente de la United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, un electricista con 29 años de sindicalismo a sus espaldas que está revolucionando el manual de reivindicaciones de su organización. Fain, de 55 años, es el primer líder en los 88 años de historia del sindicato que ha sido elegido por votación democrática de sus miembros.

Hasta las elecciones de marzo pasado, que se resolvieron en una segunda vuelta por menos de 500 votos entre los cerca de 140.000 afiliados que participaron, los cuadros del sindicato eran elegidos por delegados en un procedimiento de amiguismo endogámico que desembocó en una etapa de corrupción generalizada. Fue precisamente un acuerdo con el Departamento de Justicia, tras la presentación de cargos contra responsables de la organización, el que estableció esa elección directa. Eso daba una oportunidad a Fain, que se había enfrentado a la dirección.

Tres de los cuatro abuelos de Fain estaban afiliados a la UAW. Uno de ellos empezó a trabajar en Chrysler en 1937, año de eclosión del sindicato con las huelgas Siéntate (Sit Down), a las que el actual líder ha hecho un guiño histórico llamando a la movilización Levántate (Stand Up). El sindicalista asegura que siempre lleva encima una de las nóminas de su abuelo para recordar de dónde viene. Se afilió a la UAW al empezar a trabajar en 1994 como electricista en la planta de fundición de Chrysler en Kokomo, Indiana, su ciudad natal.

Enseguida destacó como cabecilla sindical en su planta de origen, de la que se convirtió en jefe del comité. En 2007, cuando las firmas del motor atravesaban una crisis y los sindicatos accedieron a hacer concesiones, Shawn se opuso a la ratificación del convenio colectivo que estableció una doble escala salarial que reducía a la mitad los salarios de los nuevos trabajadores. “La doble escala salarial no tiene cabida en este sindicato. Si votan a favor de este convenio, más vale que cojan una pistola y se peguen un tiro en la cabeza”, dijo tajante. Una de las reivindicaciones clave de la actual huelga es, precisamente, acabar con esa doble escala (o como mínimo, acercar las condiciones de los nuevos contratados a las de los más antiguos). También se opuso a la paralización y el cierre de fábricas, y a otros acuerdos que, en su opinión, no servían a los intereses de los afiliados.

También participó en las negociaciones para sacar de la bancarrota a Chrysler, en la que el sindicato logró un paquete accionarial, luego adquirido por Fiat (Stellantis es el resultado de la fusión de Fiat Chrysler con el grupo PSA-Peugeot Citroën). Tras ocupar diversos cargos en la estructura del sindicato, desafió en las elecciones al presidente en el cargo, Ray Curry, con una campaña en la que se mostró más combativo, aunque su tono es tranquilo y su discurso, directo, pero sereno. Sus dos grandes promesas fueron mostrarse más duro con las empresas y hacer limpieza en el sindicato, que había visto cómo encarcelaban a dos de sus predecesores.

Tras ser elegido, lanzó un mensaje de unidad a través de Twitter. “Durante demasiado tiempo, este sindicato ha estado dividido. Nos ha dividido la corrupción y el liderazgo egoísta de la cúpula. En su día, la UAW fue el modelo de sindicato limpio, progresista y dirigido por sus afiliados, pero en las últimas décadas nos hemos desviado mucho del rumbo. Los dirigentes de la UAW, las personas elegidas para dirigir y servir a este gran sindicato, han aceptado sobornos, han robado cuotas y han traicionado la confianza de los afiliados. Esto se termina aquí”, dijo.

En la estrategia para movilizar a los afiliados, señaló los beneficios récord de los Tres Grandes y los sueldos multimillonarios de sus directivos. “Nosotros no somos el problema. La avaricia corporativa es el problema”, decía. Rompiendo con la tradición de señalar a una de las empresas como objetivo de huelga y luego exigir a las otras dos que equiparen sus concesiones, Fain decidió atacar a las tres a la vez, pero de forma selectiva y gradual. Convocó huelga en solo tres plantas, una de General Motors, otra de Ford y otra de Stellantis. Amparado por una normativa que no exige preavisos, se propuso con ello mantener “en vilo” a las empresas. Además, tras una semana de negociaciones, castigó a GM y Stellantis con la huelga en 38 centros más, mientras que salvaba de la quema a Ford por haber mostrado una mayor voluntad negociadora.

Los trabajadores consultados la semana pasada en varias plantas apoyan esa estrategia. “Él sabe lo que hace, para mí es la primera huelga”, decía un empleado de GM en Ypsilanti (Michigan). “Es una estrategia y parece que funciona”, decía otro en Toledo (Ohio). Fain no es especialmente carismático, pero transmite seguridad y confianza. Utiliza las redes sociales para comunicarse con los afiliados. El viernes pasado vestía una camisa de camuflaje cuando invitó a Biden a unirse a los piquetes. El presidente aceptó el desafío. Hoy viaja a Michigan.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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