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La inflación adelgaza la cesta de la compra: “Compro menos y, aun así, es difícil bajar la factura”

La subida de precios provoca una caída en la demanda de alimentos del 10%

Un supermercado en Bilbao
Los clientes de un supermercado de Bilbao hacen la compra.H. Bilbao (Europa Press)

La inflación ha impactado de lleno en la casa de Àngels Riera: la hipoteca de su piso ha subido y los gastos corrientes también. En alimentos, ha pasado a consumir marca blanca “de casi todo”, ya no se permite tantos caprichos, y compra más a corto plazo para evitar que se le estropeen los productos. Además, calcula que ha reducido la cantidad total que adquiere: “Supongo que sí que estoy comprando menos, sobre todo cosas como chocolate o dulces, y aun así es difícil conseguir bajar la factura, porque es complicado llevar la cuenta de todo. Además, es que hay que comer, ¿no?”, relata en la entrada de un supermercado del barrio del Raval en Barcelona. En Madrid, a la salida de un mercado municipal, otra consumidora, Bárbara Plasencia, coincide: “La subida de precios se nota una barbaridad”. Antes había una gran compra una vez al mes con lo esencial y ahora, con el mismo presupuesto, se le acaba casi todo a los 15 días.

Hacía años que las neveras no estaban tan vacías. O, mejor dicho, cada vez es más complicado llenarlas. La escalada de los precios de los alimentos —en marzo se encarecieron un 16,5% respecto al mismo mes de 2022, un año en el que no han parado de subir— ha empezado a tener un impacto en la cantidad de productos que se compran: la demanda registró en el tercer mes una caída “sin precedentes” del 10%, mientras el precio de los alimentos incluidos en la cesta aumentó un 19,6%, la mayor subida desde que se inició este periodo inflacionista, según los cálculos de la consultora NielsenIQ.

Los alimentos son la causa de que la cesta total, que también incluye bebidas y productos de limpieza, se haya encarecido en su conjunto un 15,2% en el último año y la demanda haya caído de media en marzo un total del 5,3%. Patricia Daimiel, directora general de Nielsen IQ para el Sur de Europa, puntualiza: “Hay que tener en cuenta que en marzo de 2022 llevábamos un mes completo de guerra y los consumidores, ante la incertidumbre, decidieron comprar más. Además, las buenas temperaturas han motivado que se desplace el consumo a las salidas fuera del hogar”.

Hace un año, los consumidores empezaron a dejarse llevar por el llamado consumo de crisis: comprar de forma más frecuente y compras más pequeñas, una forma de controlar el gasto y evitar desperdicios. También sustituyeron productos por otros de la misma categoría pero más asequibles, como llevarse pavo en lugar de ternera. Desde hace meses se aprecia también una caída del volumen de compra total de alimentos. La crisis de precios ha llevado a los consumidores a hacer esfuerzos para gastar menos dinero en la compra, aunque es complicado lograr resultados. “Igualmente me gasto mucho dinero en alimentos cada semana, pero no tengo la sensación de estar comprando menos, solo que no compro cosas tan caras, no voy a por el jamón serrano”, explica Ramón Martínez en la puerta de un supermercado en el barrio de Sant Antoni de Barcelona.

El gasto en la cesta de la compra se calcula que en España supone entre un 20% y un 25% de los presupuestos familiares, que se han visto muy mermados por la inflación y la subida de los tipos, que ha encarecido las hipoteca. El efecto se nota claramente: a pesar de que la economía española creció un sólido 0,5% trimestral al comienzo del año por el tirón de las exportaciones y la inversión, el consumo de los hogares cayó un 1,3%.

Menos artículos

Productores y vendedores sí han notado, en general, una caída del volumen de ventas de alimentos. Los datos de la asociación de fabricantes y distribuidores Aecoc ya indicaban una reducción de los volúmenes en 2022. Tras analizar un millón de recibos de venta, comprobaron que el gasto medio por compra subió un 6% en el cuarto trimestre del año pasado, la mitad que en el trimestre anterior, mientras el volumen de la cesta de la compra se redujo en el año: pasó de los 23,4 artículos en 2021 a los 20,8 a cierre del año pasado.

Puesto con frutas y hortalizas en un mercado de Madrid.
Puesto con frutas y hortalizas en un mercado de Madrid.JAVIER LIZÓN (EFE)

En una tienda de fruta y verdura ecológica del barrio del Raval, donde cada cliente se llena su cesta, la propietaria también ha notado que cada vez están más vacías: “Aquí la gente venía antes a hacer la gran compra de fruta y verdura, para que les durara una semana o más, y como es ecológico y de proximidad tiene un punto más de activismo. Siguen viniendo, pero ahora quizá compran más al día. Otros supongo que irán al súper, porque es más fácil comprar poco y al día ahí”, reconoce. En Madrid, la encargada de un pequeño comercio comparte esta percepción: “Claro que hemos notado un descenso de las ventas en volumen, porque los clientes compran menos, o los clientes habituales ahora vienen solo a por productos determinados que no encuentran en otros sitios”.

El panorama es similar en el resto de Europa. La venta de comestibles creció un 2,9% en 2022, según un informe de McKinsey presentado hace unos días. Este crecimiento es el resultados de un incremento de los precios del 10,7% y una caída del volumen del 3,6% (el volumen está 2,3% por debajo de los niveles de 2019). España es el cuarto país de los incluidos en el estudio que más ha reducido el volumen (un 5,4%); el primero fue Suecia (con una caída del 7,4%), seguido del Reino Unido (6,1%) y Portugal (5,6%).

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