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La crisis de precios dispara el beneficio de las grandes energéticas españolas a 12.780 millones

Repsol, Iberdrola, Naturgy y Endesa se anotaron la mayor ganancia de su historia en 2022, el año de la guerra

Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola); Francisco Reynés (Naturgy); José Bogas (Endesa), y Josu Jon Imaz (Repsol).
Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola); Francisco Reynés (Naturgy); José Bogas (Endesa), y Josu Jon Imaz (Repsol).
Ignacio Fariza

Las energéticas occidentales han cerrado en 2022 el mejor año de su historia, y las españolas no son una excepción. Las principales compañías de petróleo, gas y electricidad se vieron impulsadas por el potente viento de cola de una crisis —y una guerra— que han desimantado la brújula de los precios a escala global, y muy particularmente en Europa. Repsol, Iberdrola, Naturgy y Endesa, las empresas que conforman el póker de grandes nombres del sector en España, se anotaron en 2022 —el año en el que los carburantes, el gas y la electricidad batieron récords inimaginables— un beneficio conjunto de 12.780 millones de euros, un 41% más. Todo, a pesar de que la cosecha de 2021 —más de 9.000 millones— no fue ni mucho menos mala. En el año recién terminado, sin embargo, los guarismos adquieren otra dimensión: fueron los mejores de siempre, tanto en términos agregados como uno a uno.

Repsol e Iberdrola rebasaron incluso el umbral de los 4.000 millones de ganancia neta: 4.251 millones (un 70% más) en el caso de la petrolera dirigida por Josu Jon Imaz y 4.339 millones (un 12% más) en el de la eléctrica presidida por Ignacio Sánchez Galán, que fue la única que ganó menos (un 19%) en España. Naturgy, por su parte, disparó su beneficio un 36%, hasta los 1.649 millones, gracias sobre todo al impulso de sus actividades liberalizadas, las más sensibles a la evolución de los precios. Y Endesa ha publicado este viernes una ganancia neta de 2.541 millones, en gran medida gracias a los altos precios de la electricidad y —sobre todo— del gas.

El sector eléctrico lleva meses tratando de desligarse de la buena marcha del resto de energéticas. Los beneficios extraordinarios, dicen, están en el petróleo y el gas, pero no en la generación de luz, en especial si es de origen renovable. Uno de los principales argumentos esgrimidos en contra del impuesto sobre la facturación de todas estas empresas es precisamente ese: que no se les puede meter en el mismo saco de las gasistas y, sobre todo, de las petroleras. El presidente ejecutivo de la primera gasista y tercera eléctrica española, Naturgy, Francisco Reynés, ha apuntado aún más lejos: hacia fuera de la propia industria energética. “No creo que seamos el único sector que tiene unos resultados mejores que en 2021, que no fue un buen año”, justificó ante la prensa el miércoles de la semana pasada, tras presentar resultados.

Dividendos (y salarios) al alza

Hay, sin embargo, varios denominadores comunes a todas ellas: la fórmula que han escogido para remunerar a sus accionistas. Como el resto del sector en Europa, las grandes energéticas españolas, sean del subsector que sean, han subido con fuerza sus dividendos y, en muchos casos, han elevado su apuesta por la recompra de acciones, una segunda vía indirecta —pero muy poderosa— de repartir sus jugosos beneficios entre sus dueños.

Repsol ha elevado sus dividendos un 11%, una cifra que se verá complementada por unas mayores recompras de acciones propias para su posterior amortización. Naturgy, por su parte, ha mantenido en el 70% del beneficio la remuneración directa a sus accionistas, pero el estirón experimentado por sus beneficios ha llevado esa cifra hasta casi 1.200 millones de euros. Iberdrola dará un dividendo complementario de 0,31 euros por acción, casi el doble que el pago a cuenta abonado en enero (0,18 euros). Endesa, por su parte, ha disparado el suyo este viernes de los 1,2 euros previstos hasta ahora a casi 1,59.

En el apartado salarial, las alzas también son la nota predominante, con la única excepción del mejor pagado de todos, Sánchez Galán (13 millones), que ganó un 1,1% menos que en 2021. Reynés, que renovará por cuatro años como número uno de Naturgy, se embolsó 5,86 millones, un 5% más de lo finalmente cobrado el año anterior y un 18% más de lo inicialmente comunicado. Imaz percibió 4,13 millones, un 3,5% más. Por último, José Bogas fue el que más vio crecer sus emolumentos en términos porcentuales: un 16%, hasta los 2,47 millones, con un fuerte empujón en los variables. Sin embargo, el primer ejecutivo de Endesa también fue el único que vio mermado su sueldo en el año precedente.

Frente común contra el impuesto

Hay, también, un frente común a todas ellas: su oposición frontal a la prestación patrimonial no tributaria puesta en marcha por el Gobierno español para tratar de revertir parte de estas ganancias extra sobre el conjunto de la sociedad y reforzar las maltrechas arcas públicas tras el impacto de la pandemia. Este miércoles, el jefe de los Servicios Jurídicos de Iberdrola, Gerardo Codes, compareció ante los analistas junto con la plana mayor de la eléctrica —el presidente ejecutivo, Sánchez Galán; el consejero delegado, Armando Martínez; y el directo financiero, José Sainz— para ahondar en su cruzada contra el gravamen. “Es arbitrario y discriminatorio”, cargó.

La semana pasada, la patronal del sector eléctrico (Aelec, que reúne en su seno a Iberdrola, Endesa y EdP) presentó un recurso ante la Audiencia Nacional en el que argumenta que la nueva figura fiscal es “discriminatoria e injustificada”. Y este viernes, Endesa ha hecho lo propio, al anunciar a sus accionistas que ha interpuesto su propia impugnación ante esa misma instancia contra la tasa del 1,2% de los ingresos no regulados. Las palabras “discriminatoria” e “injustificada” se repetían en ambos casos. En este último, sin embargo, había un matiz: el consejero delegado de la filial de la italiana Enel ha sido el primero del sector en reconocer que “estaría de acuerdo en un impuesto sobre los 500 millones” de beneficios extraordinarios, “pero no sobre los ingresos totales”, como ha acabado siendo. Y que, de no haberse activado la minoración sobre la llamada producción inframarginal (nuclear, hidroeléctrica y algunas renovables), sus ganancias se habrían disparado —atención— en 6.000 millones más.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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