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El laberinto de las empresas en crisis sin rescate público durante la pandemia

Hasta 43 compañías iniciaron el proceso de ayuda de la SEPI, pero se les denegó o salieron antes de recibir respuesta definitiva. La mayoría sigue en números rojos

Vista general de una planta solar de Abengoa, en Sevilla.
Vista general de una planta solar de Abengoa, en Sevilla.Getty Images
Hugo Gutiérrez

La pandemia dejó un socavón económico a su paso tras meses de duras restricciones a la movilidad. Tanto, que en Europa se abrió el grifo a que los gobiernos auxiliasen empresas con dinero público sin que se considerase ayudas de Estado ilegales. En España se habilitó el fondo de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), con una potencia de 10.000 millones, con el que se rescató a 30 empresas por 3.255,8 millones. Aunque esta moneda tiene otra cara menos amable: las 43 firmas que comenzaron el proceso —pedían en conjunto casi 2.150 millones— pero se les denegó o abandonaron antes de tener respuesta. Muchas eran demasiado pequeñas para obtener la ayuda pública, otras ya atravesaban problemas financieros antes de la pandemia, algunas tenían disponibles otras soluciones financieras y un grupo más reducido no completó los requerimientos exigidos por el brazo industrial del Estado. Estos contratiempos les obligaron a buscar alternativas para sortear la mayor contracción económica desde la Guerra Civil.

En este laberinto se encuentran cuatro decenas de empresas y otras tantas que también estaban asfixiadas pero no entraron en el proceso de rescate público. La mayoría de ellas siguen enredadas para dejar atrás los números rojos, de los que no consiguen liberarse. Aunque algunas han mejorado sus resultados. Entre las 43 empresas sin inyección pública para reforzar su solvencia hay casos muy variopintos. Primero, el grupo que no llegaban a la ayuda mínima exigida por la SEPI: 25 millones de euros. Aquí se incluyen hasta 20 firmas que pidieron casi 430 millones de euros de forma agregada.

Entre ellas estaban la agencia de viajes Pangea, la hotelera Silken, la editorial Vicens Vives y la empresa de porcelana Lladró. Para este grupo, que necesitaba ayudas menos cuantiosas, el Gobierno habilitó otro canal con el fondo de Cofides, que auxilió a 80 compañías con casi 700 millones. Ahí se encuentran las tres ya citadas (22,5 millones, 16,21 millones y 8 millones, respectivamente). Según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil, el año pasado seguían en pérdidas Silken (-6,2 millones), Pangea (-2,4 millones) y Vicens Vives (-2,2 millones).

Hay otras compañías como Transmediterránea, Vincci Hoteles, Lacrem y Room Mate que también se encontraron con la negativa de la SEPI. Aunque por otros motivos. Por ejemplo, hay otro grupo de firmas sin ayuda al no ser de último recurso. Es decir, tenían otras alternativas. “Ocurrió, sobre todo, con muchas turísticas que vieron mejorar su negocio o aquellas que encontraron un inversor. Al final, si tenían otra opción, las condiciones serían mejores que las que ofrecía la SEPI”, explican fuentes de la Administración. Según otras fuentes conocedoras del estudio de solicitudes de rescate, esto ocurrió con 11 empresas que pidieron algo más de 770 millones. Entre ellas estaba Mediapro (solicitaba 230 millones), el grupo Áreas (pidió 120 millones de euros), la agroalimentaria Grupo Siro, la hotelera BlueBay y la agencia de viajes digital eDreams Odigeo.

“Encontramos otras alternativas más favorables. Por ejemplo, los propios socios hicieron una ampliación de capital para hacer frente a las tensiones de tesorería y se reestructuró la deuda”, explican fuentes de Mediapro. Por ese motivo, la firma que dirige Jaume Roures abandonó el proceso antes de recibir respuesta del organismo público. Algo parecido a lo que ocurrió con eDreams: “Se retiró la solicitud al considerar que ya no era elegible debido a la mejora de su situación respecto al momento en el que se realizó la petición”, sostienen fuentes de la agencia de viajes. Esta marcha atrás de muchas solicitudes, según fuentes conocedoras de los estudios previos, se produjo en algunos casos para no dañar la reputación de la propia empresa: “Llegar al final y no conseguir la ayuda es un mazazo, porque los inversores lo conocen y puede entorpecer su viabilidad futura”.

Si se miran las últimas cuentas presentadas en el Registro, no significa que estuvieran mucho mejor aunque tuvieran otras opciones: prácticamente todas siguen sin recuperar los niveles prepandemia. Por ejemplo, la agencia de viajes online cerró su ejercicio 2021 —en su caso va de abril del año pasado a marzo de 2022— con unas pérdidas de 31,7 millones de euros, mejorando su resultado levemente (-33,2 millones un año antes). “El beneficio neto sigue condicionado por el tipo de viaje que reservan los clientes, de un valor, número de viajeros y duración menores que antes de la covid”, añaden fuentes de eDreams. El grupo audiovisual, por su parte, sigue por debajo en facturación, aunque ya acaricia los números anteriores a la covid, según la compañía. Y el grupo Áreas registró unas pérdidas de 34,4 millones a cierre del ejercicio 2021 —de octubre de 2020 a septiembre de 2021—, en su caso anotándose un avance considerable (-82,2 millones un año antes).

Sin garantía de devolución

Hay otros dos grupos más de compañías sin rescate público. Por un lado, las que no cumplían el requisito de empresa en crisis por la pandemia. Y, por otro, las que su plan de viabilidad no garantizaba la devolución del préstamo, por ejemplo Abengoa. La firma sevillana es una de las peor paradas de esta crisis: quedarse sin la ayuda de la SEPI ha sido la gota que colmó el vaso. Su presidente, Clemente Fernández, se lamenta de la no llegada de fondos, lo que ha dejado a la compañía en liquidación. “Había un nulo interés por parte del Gobierno de rescatar Abengoa dejando viva la matriz. Y en la filial los acreedores financieros lo fiaban todo a poner un fondo de pantalla americano de dudosa solvencia”, explica Fernández.

Sobre las que no cumplía el requisito de empresa en crisis por la pandemia, según explica Jaime Rodríguez, socio de PKF Attest, la norma era muy clara: “Si a 31 de diciembre de 2019 ya estaba en crisis, entonces no eran elegibles”. Esto fue uno de los asuntos que salpicó al polémico rescate de la aerolínea Plus Ultra, lo que embarró los análisis posteriores y alargó las resoluciones pendientes. Sin embargo, la norma no era tan objetivable en otros requisitos: “Por ejemplo, había una zona gris y cabían muchos matices para decidir si el plan de viabilidad de la compañía era razonable y existía capacidad de repago de la ayuda”, añade Rodríguez.

Además de estos grupos mayoritarios de sociedades que no recibieron la ayuda de la SEPI, hay otras cuatro compañías (solicitaron entre ellas algo más de 600 millones) que no recibieron luz verde por no cumplir otros requisitos, según fuentes del sector. Por ejemplo, por no estar al tanto en el pago a la Seguridad Social. También está el caso de Ezentis, que se presentó en las últimas semanas de plazo y parecía que no iba a dar tiempo a concluir su expediente, aunque finalmente sí recibió la respuesta negativa por no cumplir requisitos, según informó la compañía a la CNMV.

Por el lado de las 30 empresas rescatadas la situación tampoco es mucho más halagüeña, aunque al menos contaron con una inyección pública para capear las tensiones de los últimos años. “El fondo ha logrado salvar 62.000 empleos y empresas que facturan 20.000 millones de euros para nuestra economía”, aseguró la presidenta de la SEPI, Belén Gualda, el mes pasado en el Congreso de los Diputados. Pese a ello, más allá de las diferencias entre las compañías en crisis sin auxilio del Gobierno y las que sí recibieron ayuda, hay un denominador común: todas cargan todavía con la pesada losa de la crisis económica del coronavirus.

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Sobre la firma

Hugo Gutiérrez
Es periodista de la sección de Economía, especializado en banca. Antes escribió sobre turismo, distribución y gran consumo. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS tras pasar por el diario gaditano Europa Sur. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, Máster de periodismo de EL PAÍS y Especialista en información económica de la UIMP.

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