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Funcas recorta el crecimiento del año que viene ante una fuerte desaceleración tras el verano

El PIB solo crecerá un 2% en 2023. Los precios se elevarán este año un 8,8% y un 5,5% el que viene, según la Fundación de las Cajas de Ahorros

Matteo Allievi
Funcas
Una camarera sirve a unos clientes en una terraza en Benidorm.Mònica Torres

Las tensiones geopolíticas, la crisis energética y el cambio de rumbo en la política monetaria de los bancos centrales por el riesgo de cronificación de la inflación enturbian las perspectivas de la economía española y mundial. En este contexto, la Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, espera un crecimiento del PIB español del 4,2% este año y del 2% en 2023, como consecuencia de una fuerte desaceleración tras el verano. Estas previsiones son muy sensibles a la evolución de la guerra en Ucrania y de los precios energéticos, según han apuntado este lunes Carlos Ocaña, director general de Funcas, y Raymond Torres, director de coyuntura de la institución.

El crecimiento del PIB del 4,2% previsto para este año no varía respecto a la anterior estimación, pero sí la composición. La demanda interna solo aportará 2,1 puntos, lo que supone 1,7 puntos menos que en la previsión de marzo. Este recorte refleja principalmente la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores y de su capacidad de compra. La galopante escalada de precios, que en junio alcanzó en España los dos dígitos, les obliga a tirar de sus ahorros para financiar sus gastos.

En cambio, la aportación del sector exterior al PIB se ha revisado al alza, hasta 2,1 puntos (1,7 más que en marzo), como consecuencia de la fuerte recuperación del turismo hasta el nivel previo a la pandemia y, en menor medida, de las ventas de bienes y servicios no turísticos al exterior. El rebote de la actividad turística, el dinamismo de las exportaciones y la el buen tirón del mercado laboral seguirán sosteniendo el crecimiento en los próximos meses. No obstante, perderán fuelle tras el verano, mientras que las perturbaciones geopolíticas, energéticas y monetarias ganarán peso.

Ante el empeoramiento de la coyuntura económica, la previsión para 2023 ha sufrido un recorte de 1,3 puntos. Una inflación más elevada y un ajuste de los tipos de interés más agresivo perjudicarían aún más el crecimiento, un escenario que no es descartable, según Ocaña. “Las opciones de los gobiernos para reducir la inflación son muy limitadas, pero la política económica debe, al menos, no agravar las consecuencias negativas del alza de precios. Hace falta una política de rentas sensata, que no deteriore la competitividad de la economía. Y hace falta una política presupuestaria prudente que no magnifique el inevitable aumento del coste de nuestra elevada deuda pública”, ha añadido.

Para el próximo año, Funcas estima que la demanda interna repuntará por la recuperación del consumo de los hogares, fruto de un leve incremento salarial y de la expansión de la inversión gracias a los fondos europeos. Sin embargo, será un lastre la desaceleración del sector externo, cuya aportación se desplomará con el fin de la alta temporada turística.

En cuanto a la inflación, los precios se elevarán este año un 8,8% —casi tres puntos por encima de la última previsión— y un 5,5% el que viene, ya que los precios energéticos seguirán al alza en otoño, antes de estabilizarse. Por su parte, el dinamismo del mercado laboral se mantendrá, aunque a un ritmo cada vez menor, a raíz de la fuerte desaceleración de la economía. De hecho, hasta finales de 2023 se crearán cerca de 600.000 puestos de trabajo, con lo que la tasa de paro bajará del 12%.

Las nubes que se vislumbran en el horizonte han hecho rebajar sus previsiones también a la Comisión Europea. Si en primavera Bruselas preveía para el año que viene un crecimiento del PIB español de un 3,4%, este verano ha reducido sus estimaciones a un 2,1% ante el avance de la inflación. Con respecto a este año, los pronósticos que sufren el mayor frenazo conciernen el último trimestre: para los últimos tres meses de 2022, la Comisión Europea espera ahora un crecimiento del 0,2%, en lugar del 0,7% estimado hace algunos meses. Del mismo modo, el Gobierno de España ha recortado con fuerza su previsión de crecimiento para este año hasta el 4,3%, casi tres puntos menos que el 7% que había dibujado en los Presupuestos de 2022. Sin embargo, para el año que viene se presenta más optimista, al confiar en que la economía crecerá un 3,5%.

La normalización de la política monetaria para intentar contener los efectos inflacionistas representa uno de los principales desafíos a corto plazo. Las previsiones contemplan subidas moderadas de tipos de interés, que deberían ser graduales para no intensificar la desaceleración e ir acompañadas de un cortafuegos contra la fragmentación financiera. “El BCE tiene que subir los tipos sí o sí. El mercado lo anticipa por lo que está pasando en Estados Unidos, puesto que los dos mercados financieros están conectados. Si no lo hiciera, podríamos asistir a una depreciación adicional del euro, lo que abocaría a más presiones inflacionistas, ya que las principales materias primas cotizan en dólares”, ha concluido Torres.

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